29 de enero de 2010

LOS MANUSCRITOS DE GEENOM (III) Parte 5

20. Las huellas que deja la experiencia.

La autorresponsabilidad.

6 de Abril de 1980

Sabemos que un campo está sembrado cuando vemos las marcas que en él ha dejado el arado. La vida también marca al ser humano. Cada una de esas marcas es un surco donde han ido introduciéndose las semillas de la experiencia. Un hombre sin marcas no genera dentro de él nada que pueda ser útil a los que le rodean. Los sinsabores, los problemas, las alegrías, todo, son trazos que dejan plantada en el hombre la semilla de la experiencia.

De todo lo que el hombre hace debe obtener un provecho para él y para sus semejantes. Depende de su capacidad de asimilación que esa semilla fructifique más tarde o más temprano. Siempre tenemos que cuidarla, tenemos que cuidar nuestro campo, nuestros surcos, nuestra experiencia, porque es lo que podemos aportar, lo que hemos conseguido con esfuerzo.

Todo aquello que nos ha dejado marca es lo que podremos aportar.

Pasar por el mundo, por la vida que hemos elegido, sin dejar ningún tipo de huella en uno mismo o en los que nos rodean, es malgastar una vida, es tener un campo y no ararlo, no sembrarlo, no hacerlo fructificar. Tenemos el campo que hemos elegido. No es ni mejor ni peor que el del vecino, es el campo que hemos elegido porque es el campo que mejor trabajaremos.

La lluvia hace germinar las semillas. El Sol las vivifica y las hace crecer. La lluvia es la palabra que nos llega y que hace germinar lo que hemos sembrado en cada surco. Es necesario que haya semilla para que cuando nos llegue el agua pueda germinar. El Sol es la luz hacia donde la planta se dirige, el objetivo.

Dos plantas iguales no luchan entre sí por el agua; cada una la absorbe según sus raíces y las raíces se forman día a día en el contacto con la tierra, donde estamos todos juntos formando la gran familia del género humano.

No sirve de nada embalsar el agua si después no se va a hacer buen provecho de ella. El agua puede regar o inundar. Canalicemos bien el agua y obtendremos una buena cosecha. Canalicemos mal el agua y destruiremos la cosecha.

Vigilemos nuestro campo cada día. Observemos y oigamos cómo crecen las plantas. Hablémosles, compartamos con ellas la alegría de estar vivos, de poder ser útiles. No dejemos de arar, de sembrar, de regar y de cosechar porque es la misión que tenemos cada uno en su tierra.

Amemos lo que el Cosmos nos ha dado porque cuando nos lo ha dado es porque confía en nosotros. Hagamos honor a esta confianza y no permitamos que nuestra cosecha se malogre.

Ayudemos al prójimo en su campo; enseñémosle cómo canalizar el agua que recibe, pero hagámoslo con humildad, porque es el vehículo que nos unirá a nuestro prójimo. La humildad, el ser conscientes de que todo lo que nosotros hayamos podido hacer, no lo ha sido por generación espontánea; sino que nos ha sido entregado y hemos sido ayudados.

Seamos humildes y caritativos con cuantos nos rodean. No seamos jueces del comportamiento ajeno porque cada uno está haciendo lo que cree más conveniente. Sólo si veis que uno, el que está al lado, va a hundirse, entonces ofrécele tu mano con humildad.

Que cada uno ponga su mano en su arado y se proponga que su cosecha sea fructífera.

21. La agresividad.

Los cuatro puntos cardinales de la Conciencia.

20 de Abril de 1980

La manifestación más palpable de la emotividad del hombre es la agresión; agresión a cuanto le rodea. Los deseos insatisfechos que se producen a nivel consciente o inconsciente, producen una reacción violenta muy marcada emotivamente. El egoísmo es la pieza fundamental que nos mueve con agresividad hacia los demás. Buscamos obtener cuanto deseamos sin tener en cuenta dónde, cuándo y cómo buscarlo. Sólo tenemos en cuenta de quién obtenerlo. Cuando no hallamos la respuesta adecuada, entra en funcionamiento la agresividad.

Siempre esperamos obtener algo, aunque lo que demos sea mucho más pequeño. La auto valoración, el egocentrismo, son determinantes. Cuantitativamente damos poco, pero creemos que cualitativamente es mucho más de lo que esperamos recibir.

Si tuviésemos en cuenta que el hombre, desde sus comienzos, buscaba ante todo la satisfacción a sus deseos, veríamos cómo es una pauta de comportamiento que está intrínseca en él.

La diferencia entre el hombre evolucionado y el que no lo está, es que el hombre evolucionado busca satisfacer sus deseos sin menosprecio de nadie. El hombre no evolucionado no se para a mirar el daño que puede causar por la obtención de sus deseos.

Cuando el hombre está solo, cuando tiene que obtener de sí mismo lo que desea, entonces llega la angustia, la locura, porque no está preparado para dar, sólo para recibir. Así, se une a los demás para obtener lo que busca. A veces les pone la etiqueta del bien común; dice hacer las cosas para el bien común. En primer lugar hace las cosas para su autosatisfacción, camina a ciegas, no desea ser equiparado a nadie. El orgullo y la soberbia son piezas fundamentales del egocentrismo y no existe el hombre solo, ni es el centro de la creación. Es una pieza importante, es una pieza muy importante, pero en absoluto la más importante.

Para amar agrede; para agredir dice que ama. Los labios dicen unas cosas que los ojos desmienten. Es tan necio que piensa que sus actos no le delatarán. Siempre se sabe por qué hacemos las cosas; más tarde o más temprano, pero siempre; porque a pesar de que intentemos ocultarlo a los demás, no podremos ocultarlo a nosotros mismos.

Seamos sinceros a pesar del riesgo que esto conlleva. Seamos sinceros, no nos engañemos a nosotros mismos ni a los demás, porque estaremos entonces parándonos en ese camino que hemos obligatoriamente de recorrer. Así lo deseamos en su día y así debemos llegar hasta el final.

No seamos injustos porque el ser injusto significa ser una persona con muy poca caridad. Justicia, humildad, caridad y sinceridad, serían los cuatro puntos cardinales de nuestra conciencia. Puntos de referencia, puntos donde habría que dirigir la mirada cada vez que tenemos que relacionarnos con los demás, que tenemos que tomar decisiones o que debemos pedir algo, porque siempre pedimos algo a cambio, y ese no es el camino.

Siempre que debamos pedir algo hagámoslo sin temor, sin temor a que nos pidan la contrapartida. No pedimos para que no nos pidan; este es el gran error. Somos una cadena, estamos interrelacionados. No seamos un corte en esa cadena.

De los cuatro puntos cardinales recibimos influencia. Debemos tocar con los pies, con las manos, con la cabeza, los cuatro puntos cardinales. Marquemos los pasos en el camino que nos hemos trazado. Veamos dónde está nuestra mano izquierda y nuestra mano derecha. Miremos hacia el Norte, hacia arriba; pisemos bien en el Sur, pero no nos desconectemos de los puntos cardinales que nos hacen falta para seguir adelante, porque en el centro de los cuatro está la marca principal que nos impulsa hacia adelante: la fe en nosotros mismos.

Tengamos también fe en los demás y en que al final encontraremos lo que hemos buscado. No cerremos la puerta a nadie, porque cerrar la puerta es cortar el eslabón de la cadena. Abramos nuestros brazos y nuestro corazón, porque en él tiene cabida toda la humanidad. Somos parte de ella. No nos desvinculemos, no queramos ir por nuestro camino pensando que es el único o el mejor. Es una cadena y todos vamos por el mismo camino.

Escuchemos a nuestros hermanos y que nuestra boca diga exactamente lo que dicen nuestros ojos, porque siempre, más tarde o más temprano, sabremos y sabrán por qué hacemos las cosas. No nos engañemos y seamos fieles a nosotros mismos.

22. La meditación, herramienta para elevar la consciencia.

Los que nos rodean, espejo en donde referenciarnos.

16 de Mayo de 1980

El dominio de los impulsos, la interpretación de los instintos, la búsqueda por medio de la razón del fin último, la utilización de la lógica, el no marcarse límites, tanto a la lógica como a la razón, nos harán progresar en el camino.

El hecho de que intuyamos cuáles son las próximas etapas, no nos exime de realizar el recorrido hasta ellas. Los saltos no son convenientes, todo tiene un proceso lógico que hemos de cumplir en cada caso.

Si debes esperar sentado al lado del camino, meditando, quizás sea más importante esa acción que el hecho de correr desaforadamente; porque meditando quizás llegues a avanzar más rápidamente que el corredor. Sin embargo, tampoco hay que quedarse en la mera meditación; ella nos debe servir como pauta de comportamiento para no desviarnos. El que corre a ciegas, sin meditar, puede correr en cualquier dirección y no necesariamente la correcta. Sentémonos a meditar cuando lo creamos conveniente y una vez que hayamos encontrado los límites del sendero, corramos. Corramos hasta que no sepamos dónde están esos límites, en cuyo momento habrá que volver a sentarse para meditar y encontrarlos.

Los límites los marcan los que nos rodean; ellos nos dan la referencia de dónde estamos. De la forma como nos afecten las relaciones con ellos, será la definición de nuestra propia personalidad en ese momento, de nuestro propio ser, de dónde estamos, de lo que hemos conseguido y de lo que nos espera.

Fijémonos en los demás, veamos en ellos nuestro espejo. Observemos a aquel que nos mira con recriminación, pero también observemos a aquel que nos mira con la sonrisa en los labios, porque ambos pueden tener razón.

No esperemos encontrar en el presente las cosas que encontraremos en el futuro. Cada cosa tiene su momento y el presente de hoy es el futuro de ayer. Sepamos vivir el momento, sepamos fundirnos con cuanto nos rodea, poniendo lo mejor de nosotros para que de esa forma podamos absorber toda la energía que está a nuestro alrededor.

Demos para recibir. Seamos capaces de abrirnos porque es la única manera para poder recibir. Si nos cerramos, no recibimos, porque todo lo que vayamos a recibir chocará con la puerta cerrada de nuestro egoísmo, de nuestro orgullo, de nuestra falta de caridad.

Busquemos, en nuestros próximos más próximos, la fuente y el espejo para abrirnos. Son los únicos parámetros de los que nos podemos fiar: aquellos que están en círculo con nosotros, nosotros en el medio y los demás alrededor. Al mismo tiempo, nosotros estamos alrededor de todos los demás.

Uniendo nuestras manos haremos una cadena energética suficientemente potente como para iluminar un gran círculo. Alcancemos la vibración necesaria. Unamos nuestras manos, porque de esta forma estaremos uniendo toda nuestra energía vital y el que esté más débil recibirá la compensación adecuada y, de esta forma, todos estaremos al mismo nivel.

Hagamos la apertura de canales necesaria para absorber la energía que nos falte, para que nuestra luz brille lo suficiente como para poder ser observados, y vivamos la experiencia individualmente y en común, porque si sabemos vivirla marcará los próximos límites de nuestra existencia.

23. La búsqueda del equilibrio.

Los límites.

La velocidad en el camino evolutivo.

28 de Junio de 1980

Cuando el manantial sale de lo alto de la montaña, busca el camino más rápido y sencillo para llegar al llano. Forma remansos, parece que se detiene, pero sigue su marcha continua, y en su camino fertiliza las tierras. El hombre debe seguir también su camino de la forma más sencilla y rápida. Debe formar sus remansos, pero debe también fertilizar el camino por donde pase. No puede dejar sus cauces, sus límites; su camino lo tiene trazado. Salirse del cauce puede significar inundar las tierras que tendría que fecundar, destrozar cosechas.

No existen, a priori, límites; los debemos marcar. Se marcan para facilitar la convivencia, pero son puramente límites teóricos. El hombre, por sí mismo, no tiene límites, pero debe marcarse unos en razón de la convivencia.

Todo en el universo está en equilibrio: las estrellas, los planetas y las galaxias. Este equilibrio está marcando los límites de recorrido de cada planeta para la no interferencia con los demás. Unos tardan más que otros en su recorrido alrededor de su sol. Diríamos que son libres de ir más deprisa o más despacio, pero van a la velocidad justa y necesaria para no interferir y para estar en perfecto equilibrio con los demás planetas.

Cada vez que el hombre mira dentro de sí, descubre nuevas facetas que antes ignoraba. Incluso para utilizar estas nuevas facetas debe marcarse unos límites de actuación; porque no sería quizás comprendido por los demás o podría ser rechazado si utilizase estas facetas.

No se debe dar la mano alardeando de ello. Debemos buscar siempre el perfecto equilibrio en todas nuestras acciones. Los extremos agotan; el equilibrio tranquiliza, relaja y descansa. El andar en perfecto equilibrio te permite andar muchos más kilómetros, porque estarás más descansado.

Cuando el hombre se detiene para mirarse la forma en que va vestido, la forma en que anda, la sombra que proyecta, está desequilibrando la armonía de su cuerpo. Debe continuar en armonía su camino y debe detenerse a descansar cuando el equilibro se deshaga.

Si entras en una cueva a resguardarte de la lluvia, buscarás una luz que te indique el lugar más cómodo donde aguardar a que cese. De la misma forma, cuando estás en un problema, en un callejón sin salida, tratas de encontrar una luz que te permita situarte para ver más claro y estar más cómodo para, desde una situación de tranquilidad psíquica, poder observar todo el problema y encontrar la solución idónea. Ese lugar de descanso, ese lugar tranquilo, sólo se puede obtener con equilibrio.

Hay que encontrar el equilibrio en todo. No debemos improvisar, todo debe ser estructurado con lógica para que, de esta estructura lógica, surja la luz que nos enseñe dónde está la solución a cualquier problema presentado.

Andar a galope sobre un caballo es más armonioso que ir al trote, donde la figura del jinete se contorsiona. Ir al galope significa fundirte en una sola cosa: jinete y montura. Debemos también nosotros ir a caballo de nuestras propias circunstancias y fundirnos con ellas para, de esa forma, aceptándolas, ir más rápido, encontrar soluciones más rápidas, armonizar con el entorno y encontrarnos en equilibrio perfecto con todo aquello que nos rodea.

Utilicemos la lógica para hallar el equilibrio.

24. El efecto de rebote.

La transparencia de nuestras intenciones.

7 de Noviembre de 1980

El efecto de rebote es una manifestación más de la no aceptación de la verdad o verdades que nos afectan.

Es lógico suponer que una apertura a la verdad, con todas sus consecuencias, traería la luz a un espíritu inconsciente de su influencia en los demás. Las verdades duelen, pero duelen porque llegan a tocar las fibras sensibles de nuestro Yo interno, aquellas que están limpias de filtros. El efecto de rebote golpea las falsas estructuras y hace que se resquebrajen.

El afán de justificación aparece latente en todos los seres humanos. Es, en realidad, falta de humildad, pero también demuestra que no se ha sido capaz de transmitir limpias las propias inquietudes. La mejor manera para ser aceptado es aceptarse uno mismo y aceptar a los demás sin esperar reciprocidad. Tal vez, no queriendo ser superior al resto sea la clave de la propia superación.

Tal vez, asimismo, el deseo de destacar sea una deformación de la llamada a la superación para alcanzar cotas más altas, pero no en competición con otros, sino con uno mismo.

Los demás no nos conocerán si no deseamos que eso suceda, pero algo siempre se trasluce y no siempre lo controlamos. Lo que opinarán los demás será algo parcial y, por tanto, subjetivo.

La falta de parámetros que proporcionamos a los demás perjudica más que beneficia, ya que no ayudaremos a la obtención de esas cotas más altas que están grabadas en todos los seres humanos.

25. Elevarse para tener mas referencias.

9 de Noviembre de 1980

El águila coloca su nido en riscos escarpados donde no tengan acceso ni aves de rapiña ni inclemencias del tiempo. Es un sitio inaccesible excepto para ella. Allí nacen sus crías; las cuida, las alimenta, las enseña a volar. También las enseña, día a día cuál es su función. Por su enseñanza, el águila va diciendo a sus crías cuándo es el momento de hacer el primer vuelo, y las crías comprenden, y un día echan a volar y cumplen también su función. De la misma forma, los maestros cósmicos enseñan a sus hermanos menores, a sus discípulos, todas las técnicas necesarias para que, a su vez, enseñen a otros hermanos más pequeños a andar.

El águila no vuela para ufanarse ante sus crías. El maestro no hace gala de su sabiduría, por eso la dosifica, la saca gota a gota en la medida que sabe va a ser comprendida y asimilada. Las crías del águila aprenden a ser humildes y a tener paciencia. Los discípulos tienen que aprender estos dos conceptos básicos.

Andando se pueden ver en el campo, impresas en el suelo, huellas de distintos animales: unos peligrosos para la supervivencia del hombre y otros que, por el contrario, ayudan a esta supervivencia. Podemos ver huellas de osos, tigres, leones, caballos y simples perros, pero también veremos huellas de gacelas, de ciervos, de jabalíes. La sabiduría adquirida por la experiencia, por la práctica del discípulo, le permite distinguir unas huellas de otras. Es algo que está al alcance de todos.

De cualquier manera, es raro encontrar impresas en el suelo huellas de águila, porque el águila vuela, está por encima del terreno, lo mira, lo observa y cumple su función de regulación de la ecología de la Tierra.

Partieron de un nido común y, transcurridos periodos de aprendizaje y de crecimiento, supieron cómo hacer que su cuerpo y su mente estuviesen al servicio de algo más importante que ellos: el equilibrio ecológico. Así, los discípulos deben saber que su función está, precisamente, en mantener equilibrios, en hacer que su función de equilibrio, de alguna manera, permita que lo que haya debajo, no sea un caos. Un águila sola no lo consigue. La familia de las águilas, sí, junto con otras familias que entre todas se complementan.

Hay diferentes especies. Cada una cumple su función; todas juntas forman la ecología. La forman, la protegen y la cuidan, porque son ellos mismos. Se unen en determinados momentos para combatir al agresor y lo hacen con las armas de que disponen. Muchos mueren en el intento, pero más tarde, en otro risco escarpado, un águila pondrá unos huevos de los que nacerán nuevas criaturas y, entre ellas, estarán aquellos que han dado su vida para mantener un ideal, su soporte de crecimiento, su soporte de evolución.

26. Descubrir el camino.

Todo es transmisión.

29 de Diciembre de 1980

Cuando el hombre observa el camino que tiene ante sí, ve que los bordes del camino se juntan en el horizonte. También ve que detrás del horizonte todo es oscuridad, desconocimiento y el miedo y la duda se hacen presentes en cada uno de sus actos.

Lo que los ojos ven, la realidad lo desmiente. El hombre no domina el futuro pero puede dominar el presente. La luz llega de arriba y cuando está en la vertical, sobre él, no proyecta sombra.

Andando por ese camino que no conocemos, encontramos árboles en sus orillas para reponernos de la fatiga y refrescar el organismo. Cada uno de esos árboles son las ayudas que desinteresadamente nos prestan. Están ahí para el que las solicita, para el que se acerca a ellos y agradeciéndoles su actitud, toman el refresco que sus hojas les brindan.

El hombre ha dominado a casi todos los animales de la Tierra y le siguen en su trashumancia, porque el hombre es trashumante y debe serlo, pero sólo cuando ha conocido su entorno, cuando lo ha dominado, después emprenderá el camino para conocer y dominar los terrenos que no conoce y de esa forma dejará su sitio a otros que llegan detrás a conocer terrenos que no conocen y que nosotros ya dominamos.

Sintamos que formamos parte de un corto espacio de terreno en el camino. Sintamos cómo delante y detrás de nosotros también hay caminantes. Sentémonos de vez en cuando a conversar con ellos a la sombra de los árboles, porque allí aprenderemos dónde está el siguiente mojón y diremos dónde está el mojón que ya conocemos.

Todo es transmisión. Transmitimos el pensamiento, la palabra. Transmitimos la vibración de nuestro cuerpo. Transmitimos todo aquello que creemos nos pertenece y, en realidad, estamos transmitiendo con todo el Universo. Somos de todos y todo es nosotros. Vivimos al unísono con las fuerzas que nos rodean, porque esas fuerzas ya forman parte de nosotros.

Sintamos cómo nos penetra la energía por la cabeza y se traslada a lo largo del cuerpo, pensando que esta carga de energía que estamos recibiendo tendremos que darla.

Todo lo que se recibe es para dar, y esta máxima es la que debe guiar los pasos por el sendero que parece se junta y que no es más que una ilusión óptica. La realidad siempre es lo que cuenta.

El consciente nos engaña. La intencionalidad es la aguja que marca el norte, el subconsciente; es lo que comunica el consciente con el inconsciente, con el subconsciente y con todos los cuerpos mentales, la intencionalidad con la que actuamos en cada uno de los planos en los que nos movemos.

Seamos fieles al compromiso y, día a día, encontraremos que el camino está más iluminado, no por el Sol, sino por nuestra propia luz.

27. Todo tiene un tiempo y un espacio.

El esfuerzo inicial.

14 de Abril de 1981

Todo lo que se materializa necesita un tiempo y un espacio para ubicarse.

La roca ocupa el estrato más denso de lo material. El vegetal se desarrolla sobre el mineral y de él extrae su vida, las sustancias que le permiten vivir y crecer. El animal vive en gran medida de las plantas; hay más animales que podrían vivir sólo de vegetales que los que viven de la carne de otros animales. El hombre es omnívoro; se ha especializado para poder sobrevivir sea cual sea el alimento. Todo esto está enmarcado dentro de un espacio y un tiempo.

El hombre puede dejar constancia de su persona, en toda su magnitud, a través de ese tiempo y de ese espacio, pero no sólo con su físico, sino con lo que puede transmitir con él. La voz queda en el éter para siempre.

Si el hombre decide arar un campo, no deberá mezclar sin orden las semillas de trigo con las de hortalizas; todas tienen un tiempo y un lugar, sólo es cuestión de orden. El orden rige el universo. Todo se ha hecho a su debido tiempo, todo ocupa su espacio. El hombre tiene potestad para interferir en ese tiempo y en ese espacio, pero en el mismo momento que interfiere, queda sujeto a las consecuencias que de esta acción se derivan.

No sirve de nada adelantarse mentalmente al futuro si en lo físico estamos anclados en el pasado. El hombre puede prever, pero no sentir con sensaciones, hechos que ocurrirán en el futuro.

Si quieres volar, deberás esperar el tiempo necesario para que te salgan alas.

El camino puede parecer lento pero la lentitud o la rapidez están en función de lo que seamos capaces de hacer en el plano físico. Cuando un problema aparece en nuestras vidas también se nos dan los medios para solucionarlo. Sólo si cerramos los canales no seremos capaces de asimilar estos medios.

Para arrancar un ancla del suelo hace falta una fuerza de tracción superior a lo normal. Cuando uno está anclado a varias tendencias, hábitos incorrectos, hay que realizar un esfuerzo extra para poder evadirnos de ellos y seguir andando por el camino correcto. No hay que dejarse vencer por la roca que sujeta el ancla, hay que ser capaces de tirar de ella. Pidamos ayuda si es necesario, seguro que siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos y si lloras, alguien te dará un pañuelo, y si ríes, alguien te acompañará en tu alegría. Debemos ser conscientes de que no estamos solos, de que los demás nos ayudarán a compartir las penas, los tropiezos y las alegrías, porque al ser compartidas sacaremos más provecho de ellas.

Inculquemos a nuestros hijos la idea de servicio, desterrando para siempre la palabra egoísmo, recibiendo con una sonrisa la ayuda de los demás, dando nuestra ayuda sin pedir nada a cambio y sintiendo dentro de nosotros las penas y las alegrías ajenas.

Seamos útiles, porque todo en el Cosmos está creado para ser utilizado. Seamos conscientes de nuestras limitaciones y buscando, día a día, ampliaremos estos límites. No huyamos de los problemas, están ahí para ayudarnos a arrancar nuestr ancla, y busquemos dentro y fuera de nosotros la ayuda, el espejo y el soporte porque están ahí para servirnos de referencia.

Quitémonos el miedo al fracaso; sólo fracasan los que tienen poca fe en sí mismos y aún menos fe en sus semejantes.

Hagamos siempre lo que creamos oportuno según nuestra conciencia y jamás la conciencia nos recriminará nuestros actos.

28. Sinceridad, clave del camino.

La aceptación de compromisos.

La ruptura de la inercia.

21 de Junio de 1981

El hombre está sometido a fuerzas contradictorias que le hacen comportarse de muy diferentes maneras a lo largo de su camino. Fuerzas que le impulsan hacia adelante o hacia atrás, e incluso fuerzas que le hacen detenerse por largos o cortos periodos de tiempo.

El hombre ha de luchar constantemente contra la inercia que le detiene, debe impulsarse constantemente con nuevas energías, porque sólo de este impulso hacia adelante depende que vaya encontrando respuestas a cada una de las interrogantes que se le presentan.

La única forma de combatir el anquilosamiento y la parálisis es la voluntad de andar, el aceptar decir sí y el querer a toda costa ser útil con lo que se va aprendiendo. No es fácil decir sí, es más fácil dejarse llevar por otros que lo hayan dicho antes. La aceptación implica el conocimiento y la responsabilidad de saber utilizar lo que esa aceptación trae consigo.

El mundo se ha movido siempre gracias a aquellos que lo han empujado. Cuesta mucho mover una humanidad, porque hay muchos que están esperando que los lleven. Esos irán cayendo porque no tienen raíces donde anclarse, la propia fuerza de impulsión los irá dejando en el camino.

Tenemos que saber detectar dónde están las pruebas que nos hemos puesto. En cada vida tenemos que saber detectar dónde están las pruebas que nos hemos puesto y que nos han puesto. No tenemos que renunciar a nada. Cada una de las cosas que nos están ocurriendo, y que nos ocurrirán en el futuro, son las cosas que nosotros hemos previsto que sucedan.

La palabra clave para que un grupo de personas pueda andar unidos por un largo camino es sinceridad. La sinceridad es la clave del funcionamiento. Cuando uno se conoce a sí mismo, ya no caben las mentiras, el doble juego, el engañarse. Cuando uno es consciente de que se conoce perfectamente, es cuando ya no tiene ataduras que le puedan sujetar por más tiempo a planos densos, materiales. Cuando uno ya es consciente de su estructura física, astral y mental, entonces busca destapar la abertura que le comunicará con el plano espiritual, para hacerlo también consciente. Cuando uno ya es sincero consigo mismo, parecería que se le abriera un nuevo panorama ante él.

No es posible que nos conozcan si no se es sincero con los demás, sin que sepan cómo somos, cómo pensamos. Será un ejercicio práctico para cuando el hombre de la Tierra tenga ya despierta totalmente su glándula pineal, que le comunicará mentalmente con sus semejantes. Entonces no cabrán las mentiras, los tapujos; todo será claro, diáfano.

El ejercicio del hombre de la Tierra, en estos momentos, debe ser sustituir con su palabra las deficiencias de su glándula pineal, para estar preparado, en todos los planos, a que en una nueva etapa puedan conocer, con una simple mirada, sus más profundos pensamientos y sentimientos. El hombre que transcienda a esa nueva etapa deberá estar preparado a que no haya nada en él que no sea visible para el resto de sus semejantes.

El camino es tortuoso, peligroso, con hoyos profundos y altas cimas. Pero ni unos ni otras podrán detener la marcha de aquel que ha puesto como combustible de su motor la sinceridad. Es un combustible demasiado potente para que nada lo detenga. Hay que saber conducir ese vehículo para no estrellarse con él; pero el hombre que sepa conducirlo se recuperará, avanzará, no se detendrá y servirá de espejo a aquellos otros que aún no han comprendido que la verdadera unión entre los seres humanos se consigue con amor, y al amor se llega a través de la sinceridad, de la apertura entre unos y otros.

29. La imagen de Dios.

El descubrimiento del mundo físico, astral y mental.

Los cambios de estructuras del ser humano.

El futuro de la humanidad.

30 de Enero de 1982

La vida física es una aportación que el hombre recibe del Cosmos como soporte de evolución en todos los planos.

El hombre de la Tierra adora a todo aquello que cree superior a él y le da forma humana porque, en el fondo, el hombre adora al propio hombre y adorar es someterse a algo que considera superior; pero como no conoce otra forma más superior que a sí mismo, le da forma humana.

La religión necesita de ese soporte humano para poder centrar en él sus aspiraciones. Crea santos, vírgenes y dioses, y les da una forma física para poder tomar una referencia. Necesita que su consciente conforme una imagen física que le referencie con el Todo.

Todas las religiones dan forma humana al ser supremo al que se dirigen, y esta forma humana también se concreta en los distintos avatares que han llegado hasta la Tierra: Jesucristo fue llamado el Hijo del Hombre, Buda, Zoroastro, Khrisna, todos fueron seres humanos, para poder estar cerca del gran adorador del ser humano que es el mismo hombre.

Cuando el hombre trascienda de sí mismo, entonces no necesitará una forma humana donde referenciarse y buscará en el aire, en el agua, en las plantas, en los animales y en la propia energía que le rodea, esa referencia, pero principalmente la buscará en su hermano y también en sí mismo, pero no en su cuerpo físico.

En la naturaleza el hombre tiene todo su camino y sólo tiene que abrir sus ojos para verlo. Desde la roca hasta el éter, tiene toda una escala donde referenciarse y sabrá dónde está el principio y hacia dónde se dirige, y únicamente podrá dar cuenta de aquello que conoce.

Conoce la materia en diferentes formas de manifestación, inerte y viva, y también empieza a conocer la energía que la anima. Comprende que entre un ser vivo y otro que no lo está, existen diferencias que no son meramente morfológicas o físicas. Le llama alma, le llama espíritu y, en realidad, la diferencia existente entre un ser vivo y uno que no lo está, es la energía que lo vitaliza; energía altamente especializada que lleva a todas sus células a comportarse de una manera ordenada y correcta, porque el Cosmos, a través de toda su manifestación, permite que una célula pueda, en sí misma ser un mundo, un universo. En una célula está el Todo. Y en esa especialización a nivel físico del Cosmos, las neuronas tienen un papel preponderante y definitivo en la evolución del ser humano. La más sublime manifestación de la célula es la neurona, porque ella tiene directamente impresa la existencia de su Creador. La misión del hombre es descubrir cuál es el programa que tiene impreso. Para ello, paso a paso, deberá ir descubriendo las formas o maneras de acceder a su información.

Diferentes métodos, técnicas que han sido practicadas a lo largo de siglos, permiten descubrir aspectos de la mente humana que antes, cuando el hombre vivía en las cavernas, ni siquiera podía imaginar, y parece como si ahora quisiera negar porque derrumbaría todas sus estructuras, todos los pilares que ha puesto, porque esos pilares son meramente físicos y no trascienden de ahí.

La muerte es el paso de un plano meramente físico a un plano energético. Durante un breve periodo de tiempo, breve comparado con la eternidad, un parpadeo, sirve al hombre para darse cuenta que hay una forma de realidad distinta, una forma de manifestarse el Cosmos distinta, que a su vez es una referencia para el camino evolutivo del hombre, un descanso espiritual que le hace reflexionar sobre toda su andadura. Es el sueño, el sueño al cabo de un día de actividad, al cabo de una vida de actividad.

La evolución del hombre viene marcada por altibajos, épocas de esplendor y épocas de miseria. La época de esplendor se da cuando la cultura y la hermandad entre los hombres se realiza con mucha fluidez. La época de miseria es cuando esta cultura y esta comunicación están en manos de unos pocos. En ese momento, el hombre está dando marcha atrás y el Cosmos pone su freno. En ese freno, dada la velocidad que lleva el ser humano, hay quien salta y hay quien se queda. Los que trascienden son aquellos que estaban preparados para saltar en un momento de crisis, dada su vibración.

El hombre está abocado a sufrir cambios: cambios de estructura mental y cambios de estructura física, y lo uno acompaña a lo otro. Cualquier cambio en la estructura física del hombre viene precedido por un cambio de estructura mental.

El hombre del mañana tendrá una energía mucho más coordinada y por tanto un cuerpo físico mucho más armónico, más sutil y más útil. Su mente estará preparada para poder desarrollar cada una de sus potencialidades. La muerte no será más que un ligero paso para seguir andando con nueva carga, más ligera porque el soporte físico ya no será tan importante.

La comida, el vestido y todas aquellas cosas que el hombre de la Tierra actual da tanta importancia, para el hombre del mañana serán un mero medio al que no prestará demasiada importancia. Prestará mucha más importancia a descubrir aquellos aspectos que hoy ni siquiera puede imaginar y que entonces estarán vislumbrándose. Su esfuerzo estará dirigido a desarrollar todas sus potencialidades como ser humano. Tardará mucho tiempo, generaciones, para llegar al final de 4.7 convertido en un ser perfecto como hombre. Perfecto en su mente, perfecto en su energía y perfecto en su físico.

El hombre de la Tierra actual es demasiado denso. Un choque energético cualquiera, pequeño, hace desprenderse su espíritu. La muerte es algo cotidiano porque el espíritu es demasiado ligero y sutil, su unión con el cuerpo físico es muy liviana, porque son de un grado muy diferente de vibración. La evolución del hombre hará que su cuerpo sea un enclave más sólido para ese espíritu, porque ambos estarán más próximos en vibración. Entonces la muerte será un fenómeno extraño, poco frecuente.

A medida que el hombre va evolucionando, su nivel de vibración es más armónico en cada uno de sus cuerpos. El astral estará mucho más unido al cuerpo físico. La mente estará también más armonizada con el cuerpo astral y con el cuerpo físico y será un vehículo perfecto de manifestación del espíritu. Entonces, la muerte no tendrá mucho sentido; únicamente cuando haya cumplido su objetivo y sea consciente de ello, abandonará un soporte físico y adquirirá otro, siendo los tiempos entre una y otra cosa, entre una vida y otra vida, muy cortos, mientras los tiempos de utilización de su cuerpo físico serán muy largos porque, en ese momento, su consciencia no hará necesaria la muerte tan frecuentemente como ocurre con el ser humano de la Tierra.

En un plano superior de evolución, la muerte física será como un ligero descanso y además, de alguna manera, será provocada conscientemente por el individuo, porque sabe que, tanto en un plano como en el otro, sigue estando vivo y sigue estando en comunicación con cuanto le rodea. Es un mero cambio de traje que no provoca traumas de ningún tipo.

El camino de la evolución es un camino lento en sus primeras etapas. Lento porque el soporte que utiliza es lento. De todos modos, esa lentitud no exime de andar.

La consciencia del propio entorno, del propio cuerpo físico y de aquellas energías que lo mueven, son la base de una evolución más armónica.

Tratemos de ser más conscientes de cuanto nos rodea. Tratemos de ser muy conscientes de cada cosa que hacemos y de cómo podemos estar cada día más armónicos con cuantos nos rodean, porque ellos serán, durante muchos años y durante muchas vidas, nuestras referencias más directas. No rechacemos a nadie, porque todo aquel que está cerca de nosotros nos está enseñando algo que, si no estuviese, jamás aprenderíamos, y necesitamos aprender de todos y de todo.

La humildad nos enseñará cómo podemos aprender a vivir de una forma más armónica.

Continuará….

LOS MANUSCRITOS DE GEENOM (III) Parte 4

11. El fin básico de las cosas creadas.

Inmutabilidad de las Leyes Cósmicas.

19 de Noviembre de 1978

El hombre gasta su tiempo y sus energías trabajando para procurarse el alimento y las ropas que le cubren. También gracias a su trabajo tiene acceso a la cultura. Pero el hombre utiliza muchos de los recursos que adquiere, en ropas que no están pensadas para su fin lógico, no están pensadas como algo que le cubra de la inclemencia del tiempo. La ropa ha adquirido otra función, quizás más importante que la de protegerle de las inclemencias del tiempo. El hombre necesita que su ropa tenga una forma y unos colores que estén de acuerdo con los cánones que marcan sus semejantes. Estos cánones son constantemente cambiados, no son inalterables. Cambian en cuanto se cambia de ciudad, de país y de continente.

Sin embargo, lo que hay bajo la ropa, lo que está incluso bajo la piel, lo que está en la parte más profunda, no se preocupa de protegerla. Le da una capa superficial y no vuelve a ocuparse de ella; sólo se ocupa de vez en cuando, sobre todo cuando tiene miedo o quiere algo que no puede conseguir con dinero.

El traje con el que cubrimos a ese otro cuerpo nuestro es siempre igual. Ese traje son las leyes cósmicas. Son inmutables. Debemos cubrir nuestra parte más profunda, nuestro cuerpo más interior, dándole una ropa que esté de acuerdo con el resto de los demás cuerpos interiores. Y esta ropa es inmutable, es igual para todos los cuerpos, para todos los Yo Profundos. No está sujeta a cánones arbitrarios, sino que está sujeta a unas normas perfecta y concienzudamente estudiadas, que sirven, que han servido y que servirán.

Si observamos detenidamente las cosas por su función, veremos la cantidad de tiempo y energías que el hombre pierde tratando de cambiar la función básica de las cosas. El agua, en su composición molecular, tiene dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Podremos adulterarla, gasificarla, descomponerla por medio de la electricidad, quedando separados los dos átomos de hidrógeno, por una parte, y el de oxígeno por otra, pero el agua tiene una utilidad que no ha sido cambiada, es inmutable: da humedad y vida a los tejidos de todos los seres vivos, fertiliza las tierras y conforma los climas.

El hombre tiene una finalidad: llegar hasta Dios. Podrá deambular hacia adelante, hacia atrás, hacia un lado o hacia otro, pero su final está en Dios.

No intentéis cambiar las cosas que son básicamente inmutables, porque entonces estaréis dando palos de ciego, os estaréis perjudicando a vosotros mismos. No compliquéis vuestra existencia con cosas banales; eso os hará perder mucho tiempo y el tiempo no os sobra.

La vida en la Tierra de la actual generación tiene su final muy próximo. Perder el tiempo en cosas banales solamente es lógico cuando la psique está alterada o está cansada. Analicemos cuál es el tiempo que hemos perdido cuando nuestra psique está descansada y cuando está cansada. Siempre hay algo importante que realizar y no debemos dejar pasar lo que quizás no vuelva.

12. La armonía del Cosmos y la música del Universo.

Componer interpretar y dirigir.

8 de Diciembre de 1978

Lo más importante es la armonía que existe en el Cosmos. El hombre de la Tierra, que no disfruta de esta armonía, debe buscarla en cuanto le rodea.

La música es la demostración directa e inmediata de ella. Los mundos del Universo, cuando están en armonía, producen música, sonidos armoniosos y agradables.

Si buscas la armonía dentro de ti vivirás alegremente, oirás la música dentro de ti. Compón tu propia sinfonía y mide bien los tiempos, las síncopas. Intercala bien cada uno de los compases y de los movimientos. No pongas notas discordantes en tu sinfonía. La experiencia hace que se eliminen esas notas discordantes.

Cuando tengas que presentar tu partitura procura que tu sinfonía sea escuchada con agrado, que no sea un montón de ruidos sin sentido, que tenga armonía en lo grave y en lo agudo, en los bajos y en los altos, en la fusa y en la semifusa, en las corcheas, en todo aquello que la compone. Pon el máximo cuidado cuando escribas una nota, porque esa nota puede hacer inútil e inescuchable toda una obra de años.

Los grandes maestros salían fuera a recoger del espacio esa armonía, las ideas para componer sus obras. La llamada musa no es otra cosa que la conexión con el exterior, por eso algunos no necesitaban oídos para oír físicamente, ya que salían y captaban la musa a través de la energía que todo lo impregna.

Sólo cuando hayas sabido componer e interpretar podrás dirigir. No es fácil dirigir, depende mucho del movimiento de tu mano. Este movimiento rítmico-acompasado es diferente para cada partitura que se ejecuta. Un maestro debe saber ejecutar todas las partituras. Ahora confórmate con ser compositor, mañana intérprete, después maestro.

Las hojas de los árboles, los insectos, los animales, también componen su sinfonía, también hacen su música. El hombre tiene facultades para hacer la mejor de las sinfonías, pero para eso tiene que abrir los canales que darán entrada a la musa.

Todos debemos hacer nuestra partitura.

13. La amistad.

Todo es vibración.

22 de Febrero de 1979

Si observamos un rebaño de ovejas, veremos que al menor ruido huyen y se agrupan, por miedo y por instinto de protección. El hombre que se acerca a los demás para protegerse, no lleva nada en sus manos, sólo miedo. Cuando te acerques a los demás, no lo hagas por miedo, hazlo para colaborar. Nadie te va a decir con palabras que quiere ser tu amigo.

La amistad significa sentirse responsable de tu hermano, sentirse responsable, no ser responsable. Intentar que no caiga, aun a riesgo de caer tú. Dale la mano cuando sepas que él la necesita. No le recuerdes favores pasados, porque en un momento determinado tu hermano puede salvarte la vida, y no hay absolutamente ningún favor que se pueda comparar a ése.

Si plantas un grano de trigo, recogerás cien. Si tienes un buen amigo, lograrás que todo lo que hagas esté apoyado por dos mentes; dos mentes dirigidas hacia una misma idea.

Para que exista el mar, deben existir millones de millones de millones de gotas de agua. Cada una de esas gotas es intrínsecamente igual a todo el mar. Además, ten en cuenta que una gota puede ser un mar para un microorganismo.

Jesucristo tuvo doce apóstoles y muchos discípulos, pero muchos se han llamado sus amigos. Amaron, dicen, a Jesús, y sólo invocaron su nombre como referencia para conseguir sus fines. Lo anotaron en su haber: "Yo conocí a Jesús", dicen, como si eso les diese carta blanca. "Yo hablo en nombre de Jesús", dicen, y han tergiversado sus palabras para conseguir sus fines.

Si tienes un amigo, lo tienes dentro de ti, porque la amistad se lleva dentro, no en la mano como una bandera. No se cita como referencia. En todo caso, las palabras que diga tu amigo, si le consideras realmente así, las dirás exactamente igual que él las ha dicho y dirás que, antes que tú, las dijo él.

No se debe invocar el nombre de aquel a quien realmente no se está dispuesto a secundar. Hay personas que se precian de tener muchos amigos. Lo importante es que cada uno ellos se precien de tenerle a él como amigo.

Todos se utilizan unos a otros. La verdadera amistad se lleva dentro, no se hace uso de ella; ella hace uso de nosotros.

14. La manifestación del espíritu.

La búsqueda de la armonía y la resonancia.

20 de Mayo de 1979

La forma de manifestarse del espíritu está en relación directa con el medio que le rodea.

El espíritu del hombre de la Tierra necesita un cuerpo físico y tangible para poder desarrollarse y evolucionar. El hombre, compuesto esencialmente de materia y espíritu, apenas vislumbra lo que éste es, y en cuanto a su cuerpo, no conoce apenas su funcionamiento.

Sabe que los pulmones le permiten respirar y distribuir el oxígeno por el cuerpo a través de la sangre. Sabe que el estómago le permite digerir los alimentos, que el hígado es un laboratorio donde se crean y se distribuyen aquellos compuestos químicos que el cuerpo necesita para vivir; pero el hombre pocas veces se ha parado a pensar en la función que desempeñan, por ejemplo, cada uno de los dedos de su mano.

Todo aquello que para el hombre es natural, apenas merece un ligero estudio. De esa forma, andando por el campo, el hombre puede llegar a sentirse solo, abandonado. Si ahondase más en sí mismo, si analizase todo su cuerpo, toda su estructura, todos los elementos que lo componen, se daría cuenta que no está solo, que alguien ha tenido que crear ese cuerpo, que si andando por el campo ve que su cuerpo proyecta una sombra, es porque hay una luz y esa luz no la ha creado él; puede ser la luz del Sol o la de la Luna.

Sentirse solo es señal de que no hemos encontrado a nuestro amigo, de que nos hemos quedado en la parte superficial. Cada célula de nuestro cuerpo está vibrando. Cada célula de nuestra alma está vibrando. Cada partícula energética de nuestro espíritu está vibrando. El hombre se siente solo cuando esta vibración no encuentra resonancia, cuando la vibración de todos los elementos que componen el ser humano, desde el espíritu hasta la materia, no forma una armonía perfecta. Son diferentes escalas de vibración, pero forman una armonía perfecta.

Constantemente estamos proyectando esta armonía para encontrar la resonancia. Muchas veces creemos encontrar esa resonancia, pero luego nos damos cuenta que esta armonía se convierte en desarmónica. El hombre está dotado de las facultades necesarias para no hallarse solo. Busca intermitentemente la forma de dar consistencia a su armonía, de crear una imagen con ella, de crear una nota diferenciadora que lo distinga de los demás.

El diapasón marca el "la". Cada hombre busca su nota y busca también que esa nota sea armónica con los demás hombres. En la búsqueda de la armonía entre los hombres, esta nota pierde tonalidad cuando no encuentra la resonancia adecuada, pero cuando la encuentra se convierte en una nota hermosa que, al sonar, queda en el aire impregnándolo todo.

Tenemos que buscar nuestra nota haciendo vibrar las cuerdas de nuestro ser: las más graves de la materia, las más finas y sutiles del espíritu, como el arpa. No hagamos ruidos con nuestro ser integral, hagamos música, porque en el universo reina la música.

No pensemos que estamos solos. Sólo está solo aquél que huye de sí mismo. El que se busca a sí mismo nunca está solo. Busquemos el arco que haga vibrar nuestras cuerdas. Ese arco está en las experiencias de cada día. Tomémoslas, analicémoslas con lógica, con inteligencia, porque el Padre nos ha dado el intelecto para usarlo, no para dejarlo inutilizado.

15. Las respuestas de la naturaleza.

El agua reflejo del espíritu.

29 de Mayo de 1979

La naturaleza da al hombre la contestación oportuna a cada una de sus preguntas. En la naturaleza está la contestación a todas las interrogantes. Tomando el agua, por ejemplo, tenemos que un agua limpia y pura es un agua potable que, al ser bebida, limpia los tejidos y purifica la sangre. Sin embargo, un agua sucia y contaminada no limpia sino que, por el contrario, ensucia aún más el organismo y puede hacerle perder la vida.

El agua limpia y el agua sucia es la intención con la que se habla. Si la intención es positiva, la palabra será limpia y clara, podrá ser recibida por los oídos de los hombres, limpiará su espíritu y purificará sus ideas. Si la palabra es sucia y contaminada, emponzoñará aún más un espíritu propenso a la involución. La palabra debe ser clara para eliminar posos y prejuicios adquiridos.

En cuanto al ciclo del agua, tenemos que, antes de ser nube, ha sido vapor, intangible pero real. Luego va condensándose poco a poco. Forma una nube que es también intangible, pero pueden verla aquellos que miran al cielo. Después la nube se condensa aún más y entonces el vapor de agua se convierte en líquido que, al caer, riega los campos, hace florecer la vegetación y calma la sed de animales y hombres.

Si el agua que cae de la nube no recibe los rayos beneficiosos del Sol, se concentra aún más y forma la nieve y el hielo. Luego vuelve a licuarse, cuando recibe los rayos del Sol, y si éstos son suficientemente cálidos, vuelve a evaporarse y a ascender nuevamente.

Aquel que quiera saber cómo es el espíritu, tiene en el agua la contestación. El espíritu es algo etéreo, intangible pero real. Cuando empieza su andadura va cubriéndose poco a poco de una capa que lo hace más visible para aquel que mira dentro de sí. En su andadura por las diferentes etapas de su evolución se convierte en algo aún más sólido. Sigue teniendo las mismas propiedades, pero es visible y tangible; es el agua. Entonces el espíritu se ha cubierto de materia; es una manifestación más del espíritu.

Cuando el espíritu desciende hasta las zonas más bajas, se cubre de una coraza más sólida y está, en estas etapas, más tiempo si no recibe los rayos beneficiosos de la energía y de la armonía. Ahí, si no recibe esta energía, si no se abre a ella, permanecerá más tiempo en estado materializado.

Cuando, por fin, el espíritu encuentra la armonía, llega la luz. Poco a poco va fundiéndose el hielo, va perdiendo solidez el agua y si el espíritu se abre más a la luz, el agua se evaporará, y en ese estado de vapor invisible, es cuando se considera que el espíritu ha ascendido hasta la cúspide del triángulo.

La palabra que viene del Padre es como el agua, cae en todas partes. En unos sitios se evapora inmediatamente y no llega a fertilizar el terreno. En otros sitios la embalsan y luego riegan poco a poco todas las tierras de alrededor. En otros sitios la desaprovechan, la dejan discurrir, hasta que se funde con el mar.

Es responsabilidad nuestra recoger este agua, almacenarla y distribuirla para hacer fértiles los terrenos que nos rodean. Toda palabra que viene de un generador positivo debe ser escuchada, asimilada, estructurada y repartida. Debemos ser el embalse que recoge el agua para regar lo que nos rodea. No debemos dejarla correr para uso exclusivo nuestro, para calmar únicamente nuestra sed de vez en cuando. Debemos dar de beber al sediento. Para ello, debemos guardarla, para poder calmar la sed del que nos pide agua.

Tenemos el ejemplo del agua, pero analizada la naturaleza, veremos que en cada cosa que compone la creación tenemos respuestas para todas nuestras preguntas, para todos los problemas que se nos puedan plantear cada día; para todas las interrogantes que la física, la química, la medicina y la propia estructura mental del hombre nos puedan plantear.

Miremos a nuestro alrededor y veremos que nada está puesto por casualidad cuando está puesto por la Naturaleza.

16. La paz, un objetivo para el hombre.

La oscuridad del pasado y la luz del futuro.

28 de Junio de 1979

La paz es el medio ideal para que se desarrolle la armonía. El hombre pone todo su empeño en la búsqueda de la paz. Hace de la paz un fin, pero ha tergiversado los términos. El hombre busca la paz, pero ha cambiado su nombre por el de tranquilidad. Utiliza frases tópicas que definen claramente su verdadero deseo. Dice: "quiero que me dejen en paz", y con ello claramente expone que no le interesa el mundo que le rodea. Quiere estar tranquilo, sin preocuparse por lo que le rodea. Cuando un hombre muere se dice que ha encontrado la paz, es decir, que ya los problemas del mundo le han dejado de importar.

La paz es el ámbito donde se desarrolla la armonía. No se puede hablar de la armonía en un mundo caótico. El mundo Tierra es un mundo caótico. No hay paz, no hay armonía. Para encontrar esa paz debe eliminarse el desorden y el caos que imperan en estos momentos.

No sirve de nada aislarse para hallar la paz interior. La paz hay que buscarla en todo lo que nos rodea; hay que ayudar a crearla.

En un callejón oscuro, en un túnel oscuro, buscamos desesperadamente las paredes para apoyarnos, para saber dónde nos encontramos. Abrimos los ojos desmesuradamente para hallar una luz que nos guíe. Cualquier ruido nos sobresalta. Sin embargo, cualquier luz nos ayuda a encontrar el camino. Por muy pequeña que sea esa luz, para nosotros, que estamos metidos en un callejón oscuro, es un faro potente que nos guía a la salida.

El roce de una mano en la oscuridad nos sobresalta. No está el hombre de la Tierra preparado para recibir ayuda; cree que se basta y se sobra a sí mismo para resolver sus problemas. La realidad es que el hombre, cada día, va adentrándose más y más en un callejón oscuro y sin salida.

El tiempo que se avecina es un tiempo de luz. Ya no habrá callejones oscuros; todas las calles estarán iluminadas; podremos vernos los unos a los otros, mirarnos a la cara, vernos tal como somos y el roce de una mano será una señal de amistad. Cada paso que demos será un paso seguro, porque veremos el terreno donde vamos a darlo. Ahora, el hombre de la Tierra piensa dos veces antes de dar un paso. Piensa que aunque el terreno parezca seguro, puede ser un terreno resbaladizo.

Cada día que pasa es un día menos en el saldo de los que quedan por llegar, de la marcha atrás, de la cuenta atrás.

Busca desesperadamente el hombre la luz en su callejón oscuro, pero no todos los hombres. Algunos buscan en sus bolsillos la cerilla. Otros gritan desesperadamente para que alguien les ilumine el camino. Hay unos terceros que, mirando fijamente las palmas de sus manos van, poco a poco, acostumbrándose a una oscuridad que, paulatinamente, va desapareciendo a medida que se hace más patente la luz que emite su propio espíritu.

Si miramos a un cielo estrellado de noche, nos parece hermoso. Pero lo que nos parece hermoso son las luces que se destacan en el negro cielo, no lo negro del cielo. Buscamos la estrella más brillante y nos parece hermosa. Son pocos, sin embargo, los que miran al cielo.

Andando paso a paso con la luz que emana de nuestro propio espíritu, andaremos por ese callejón, en la seguridad de que hallaremos la salida. Sólo los que no quieren mirar no se atreverán a dar los pasos necesarios. Debemos usar toda nuestra fuerza interior para recorrer los pasos que nos quedan hasta llegar a nuestro destino, porque al final estará la luz, la luz que nos permitirá vernos los unos a los otros y saber que estamos juntos, unidos y que, después, nos serán mucho más fáciles todas las relaciones que mantengamos con todos los seres que nos rodean, porque la luz nos hará visibles.

Ese es el mensaje que debe llegar de dentro de cada uno de nosotros; el mensaje de luz, de amor y de fuerza. El mensaje que, día a día, irá calando dentro de la oscuridad que el hombre ha ido poniendo en su entorno para defenderse del ambiente que le rodea. El mensaje de luz destruirá las tinieblas, entrará por cada uno de los poros de nuestro cuerpo y de nuestra mente; el mensaje de luz destruirá todas las barreras, todos los dogmas, todas las premisas que han sido impuestas para poder andar en este mundo oscuro, en el que el hombre de la Tierra está viviendo.

El que quiera escuchar este mensaje, sólo tiene que despojarse de las negras vestiduras que le cubren. El que quiera seguir este mensaje deberá romper las cadenas que lo atan a la Tierra, porque sólo liberándose de las negras vestiduras y de las cadenas, podrá ser realmente libre.

17. Todo en la naturaleza es plural.

La palabra como reflejo del pensamiento.

La práctica, materialización de los deseos y los pensamientos.

7 de Julio de 1979

Todo en la naturaleza es plural. No hay nada que sea individual, no hay un ser único en una especie; si fuese único sucumbiría.

Todo está creado para encontrar su correspondencia. Cualquier cosa que analicemos en la naturaleza, nos mostrará que su creación ha estado basada en un destino cierto: el dar lo que produce, lo que es capaz de crear. Las flores producen aroma, generan nuevas plantas y además embellecen el paisaje.

Cualquier cosa que existe en la naturaleza es plural, nada es singular. El hombre que almacena dentro de él todo cuanto aprende y no enseña a los demás lo que ha aprendido, cuando muera no habrá dejado huella de su paso por la Tierra. Nadie recordará a este hombre, porque ha sido un ser que ha buscado la individualidad, ha buscado el aislarse de los demás. Incluso para odiar se necesita el que odia y el que es odiado. Todo es plural.

Si el andar por la vida es una búsqueda constante del Yo interno, cuando se haya encontrado es el momento de enseñar a los demás cómo se busca. Algunos lo intentan y pocos lo consiguen. Durante la búsqueda, necesitan exteriorizar aquellas sensaciones que les llegan a la mente: sensaciones de alegría y lo exteriorizan cantando, sensaciones de amor y lo exteriorizan componiendo poesías. La forma de expresión más material es la propia palabra como reflejo del pensamiento. La palabra es el reflejo más denso, más accesible, del pensamiento.

El poeta quiere exteriorizar a los demás este sentimiento y lo hace por medio de la palabra, porque sus semejantes tienen que saber lo que él siente. Y lo hace de una forma bella; no utiliza palabras vulgares. Busca en la naturaleza la forma de poder expresarlo mejor. Un río no es para el poeta simplemente un río; puede ser murmullo o arrullo. Cualquier cosa que es reflejo del río, es utilizado por el poeta. Pero la poesía está olvidada. Las palabras se utilizan para convencer a los demás de que somos mejores y más buenos. No es la palabra lo importante. La palabra es teoría; los hechos son la práctica, por tanto la materialización de un deseo y de un pensamiento.

Si el hombre siente calor, busca la sombra para refrescar su organismo. Si el hombre siente frío, busca el calor para sentirse más vivo. El hombre vive siempre pendiente de su cuerpo, de que esté cómodo y atendido, y para ello pospone la atención que su espíritu merece. No damos importancia al espíritu y él es el que realmente dirige y controla todo lo que hacemos. El espíritu ve por encima de lo que nosotros vemos, siente por encima de lo que nosotros sentimos, se comunica por encima de las palabras y por encima de los hechos. El espíritu está por encima de nuestras percepciones físicas.

Si no atendemos nuestro espíritu, cada vez se irá recargando de más y más capas, de vestiduras que variarán su color dependiendo de los actos que realicemos, y está claro que las vestiduras que lo cubrirán serán vestiduras oscuras, porque todo lo estaremos dirigiendo para la satisfacción de nuestro cuerpo, y con vestiduras oscuras la luz no penetrará.

El hecho de vivir ya es una manifestación clara y palpable de que no estamos solos y de que hemos recibido algo muy importante: la vida. Gracias a nuestros padres podemos vivir.

El egoísta no quiere relacionarse con los demás para no tener que dar. Niega hasta la vida a su probable hijo.

No da nada de sí mismo, sólo está con la puerta de entrada abierta y tiene la de salida cerrada a cal y canto. Todo lo que recibe es material, pero la materia pesa. Cuanta más materia almacene, más pesará y más difícil será andar, porque la materia será un lastre. No podrá después desprenderse de ella con facilidad, porque para eso hay que darla. El que no la da, el que sólo recoge, se empezará a hundir. Lentamente se empezará a hundir. Cuando ya esté hundido perecerá, se habrá fundido con la materia. Todo, absolutamente todo, desde la cosa más material a la cosa más etérea, debe servir para enriquecernos en un momento dado. Extraeremos de ello lo que necesitamos y el resto lo deberemos dar.

Nadie debe pedir lo que le sobra. Todos debemos dar lo que no vamos a utilizar. Nadie es más importante por tener más posesiones. El más importante es el que mucho ha recibido y mucho ha dado. Todo se reduce a la palabra amor. Y amor es dar. Amor es entregar la mano a tu hermano si tu hermano necesita esa mano.

No sirve de nada nuestro cuerpo una vez que ha muerto, que la carne empieza a corromperse, porque dentro de nosotros están los suficientes elementos como para hacer desaparecer nuestro cuerpo una vez que ha fallecido. Así pues, ¿para qué queremos enriquecer nuestro cuerpo?, ¿de qué sirve colgarle medallas y abalorios, si nada de eso puede hacernos crecer? Crecer en sabiduría, en la luz, en nuestra propia estimación y en la estimación de los demás.

La sencillez de conceptos, el hablar para que todos nos entiendan, es una forma de dar. El hablar con pedantería para entenderse solamente uno mismo, es soberbia. Esto es un simple ejemplo de lo mal que se puede utilizar la palabra y aquello que, sin merecerlo, hemos recibido.

18. E1 vehículo de la evolución: humildad, fe, caridad y voluntad.

29 de Agosto de 1979

Un vehículo consta de motor y carrocería, pero no serviría de nada si no tuviera combustible que le hiciera andar. De la misma forma, el vehículo de la evolución tiene un motor .que es la fe, una carrocería que es la humildad y un combustible que es la caridad. La caridad es, además, la base fundamental para el movimiento. Tener caridad implica acción caritativa. No es una palabra solamente, es una consecuencia que se deriva de tener caridad. La caridad es la base de la iniciativa, por tanto, el eje central de la voluntad. Voluntad para hacer cualquier movimiento, para acometer cualquier tipo de empresa, teniendo como eje la caridad. Caridad con uno mismo y con el prójimo, que es parte de uno mismo, igual que uno es parte del prójimo, puesto que ambos tienen algo en común: su esencia o espíritu.

Si una persona no tiene voluntad de moverse, acaba atrofiando todos sus músculos. De la misma forma, si una persona no tiene voluntad de evolucionar, acaba constriñendo y atrofiando todos aquellos engranajes de que consta su vehículo.

Amar a tu prójimo significa reconocer que eres como él y que él es como tú. Amar a tu prójimo significa que tienes fe en él, de la misma manera que tienes fe en ti. Amar a tu prójimo es acompañarle, compadecerle y ayudarle cuando esté caído.

Ninguna de esas palabras, fe, humildad y caridad, significarían nada si no tuvieran un fin concreto: realizar una acción.

La humildad, como carrocería del vehículo de la evolución, es lo que ven los demás. La carrocería es el aspecto externo del vehículo; una carrocería que, sin ser pretenciosa, cumpla perfectamente el fin por el que existe.

"La fe mueve montañas", dijo alguien. Sin embargo, una fe quebradiza puede romper también todo el sistema interno de una persona. La fe debe estar bien sujeta en la carrocería, es decir, debe estar bien apoyada en la humildad. Si reconoces que no eres más que una gota, la fe, que es lo que nos impulsa a buscar la fusión con las otras gotas, estará bien apoyada.

La caridad es el combustible. Hacer el bien sin mirar a quién se lo haces, porque en la cadena ese bien retornará, indefectiblemente, al que lo generó. De cualquier forma, hace falta un conductor, y ese conductor debe tener voluntad de conducir el vehículo de la evolución.

En cualquier orden de cosas que se acometen durante nuestra vida, debemos tener fe en su logro, humildad para reconocer lo escaso de nuestros medios, caridad para no herir a nadie durante la consecución de ese logro y voluntad firme para llegar al final.

Los caminos pueden ser tortuosos. Puede haber troncos caídos en medio del camino. La experiencia del conductor evitará el choque. Como experiencia tiene lo que va a aprendiendo día a día, lo que va acumulando en su interior y, además, hay muchas señales que indican los peligros del camino; ellas son su conciencia. Siguiendo las señales, manejando con cuidado el vehículo, teniendo voluntad de llegar al final del camino, no haciendo daño a los demás conductores, sino ayudándoles a que su conducción sea más segura, imprimiendo la potencia suficiente al motor y no descuidando, ni un día siquiera, el cuidado de la carrocería, con toda seguridad llegaremos al final del camino. Y en ese final encontraremos alojamiento, refugio de cuerpo y de alma. Habremos conseguido llegar a la meta que nos propusimos y allí estarán los brazos de aquellos que nos quieren, para recogernos y animarnos a seguir a otra etapa posterior.

No descuidemos el vehículo de que disponemos. No descuidemos ninguna de sus partes. Todas son necesarias. Si una falla, todo falla. Seamos conscientes de que el camino tiene dificultades y no conduzcamos despreocupadamente, porque en cualquier curva podemos encontrar el tronco y hay que estar preparados para saber frenar y esquivarlo.

De algo tiene que servirnos la experiencia. De algo tienen que servirnos los consejos que nos dan conductores más experimentados. No desoigamos las palabras de nadie, porque todos tenemos algo que decir, y aprendiendo lo que nos dicen, asimilándolo, siendo conscientes de cada una de sus palabras, llegará un momento en que podremos enseñar a conducir a otros que hayan empezado después.

19. La sinceridad.

El derrumbamiento de los pilares materiales.

la toma de consciencia.

31 de Octubre de 1979

La constante invariable del comportamiento humano es la falta de sinceridad consigo mismo y, por tanto, con los demás. El empleo de la palabra sinceridad es considerado como un don preciado, precisamente por su escasez. Un hombre puede tener graves defectos en su comportamiento, pero todos quedan borrados si en opinión de los demás ese hombre es sincero.

El ser humano le da mucho valor a esta actitud, pero se cae en el error de confundir sinceridad con agresividad. Se dicen verdades "a la cara" que no son más que conceptos subjetivos no suficientemente meditados; sin embargo, el interlocutor dice que al menos han sido sinceros con él. En realidad, han sido agresivos con él, agresivos y no sinceros, porque para ser sincero, hay que tener una gran preparación humana en todos los niveles.

Si amas no agredís, ni de palabra ni de obra. Si amas, miras, das, entregas. Todo tu cuerpo está siendo sincero en el sentimiento más profundo que existe.

La sociedad debiera valorar mucho más al hombre que ama sin reservas, porque la sinceridad no es más que una manifestación de este amor. Cuando se ama se es sincero, porque se descubre el verdadero juego, la verdadera interioridad del ser al que definen como sincero.

En el constante camino del mundo, desde su prehistoria, desde sus comienzos hasta nuestros días, los puntos álgidos han sido muy claros y muy concretos. De la prehistoria se salió por lo que se llama el Neolítico. El descubrimiento de América cambió las estructuras mentales sobre la concepción del mundo. Seres como Newton, Galileo, Copérnico, apoyaron exhaustivamente las nuevas creencias y los conceptos que el ser humano debía empezar a elaborar desde ese momento. Hombres como Fleming, Pasteur y otros tantos científicos que han dado su vida por mejorar la salud del cuerpo físico de los hombres, marcaron también su hito. Cuando el hombre puso su planta sobre la superficie del satélite de la Tierra, se empezaron a ampliar sus fronteras físicas y cósmicas.

Analizada la historia del mundo, vemos que, en definitiva, todo han sido avances de tipo tecnológico, físico y científico y nos damos cuenta de que la evolución ética y moral ha quedado anclada en conceptos de hace 2.000 años, que siguen ahí sin ser desarrollados. Se utiliza, por ejemplo, la filosofía propugnada por los grandes maestros como bandera, como arma política, como arma económica y de opresión sobre los pueblos, pero apenas se utiliza su mensaje para acercarnos los unos a los otros. Se utiliza para separarnos cada día más.

El constante devenir del hombre desde sus orígenes trajo también cosas positivas, pero éstas a menudo son utilizadas como armas arrojadizas de unos pueblos contra otros.

Es necesario volver la vista a hace 2.000 años para poner ya en funcionamiento los conceptos vertidos por seres que, como Jesús, vinieron al planeta para ayudar. 2.000 años de retraso espiritual lleva la humanidad y el momento del cambio de estructuras mentales, a nivel espiritual, está cada día más cerca.

Es necesario volver atrás para poner en marcha todo aquello que quedó en embrión, todo aquello que quedó estancado y que ahora se hace patente su necesidad.

El hombre debe adquirir consciencia de por qué está aquí, de cuál es su misión, y para ello quizás deba sufrir el derrumbamiento de todos sus pilares materiales, físicos, científicos y tecnológicos. Quizás sea necesario que esto quede completamente arrasado, para que resurja de entre esas cenizas lo que todavía está virgen: su espíritu.

El hombre actual está absolutamente mediatizado por los medios que le rodean. La sociedad le oprime y entonces no sabe encontrar una salida. Piensa que la salida es la agresividad, cuando la única salida es el amor. La única que existe, ha existido y existirá.

Continuará…

RESCATE DE ALMAS

Alexiis, 29 de enero, 2010

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Gracias a la genial idea de un compañero trabajador de la luz, les mando adjunto el ejercicio del Rescate de Almas en forma de un video, para el que prefiera seguir la meditación de esa forma.

 

 

 

http://www.youtube.com/watch?v=frmnnDO7ICA

Es así que gracias a Alberto – hordef@hotmail.com ahora tienen la posibilidad de escucharlo o tenerlo escrito, tal como va a continuación.

En vista de que he recibido muchas consultas de cómo proceder para ayudar a las almas que no encuentran directamente el camino hacia la luz, luego de accidentes, terremotos, tsunamis, o lo que sea, a raíz del pedido de ayuda que me llegó de GAIA con fecha 9 de agosto, les voy a describir a continuación la forma en la que yo lo suelo hacer:

Me siento, tratando de relajarme profundamente mediante la respiración. Le comunico a mi Ser Superior que quisiera ir en ayuda de esas almas perdidas, pidiendo que me guíe y sea de ayuda.

Sigo respirando profundamente, viendo como mi ser se eleva, dejando atrás al cuerpo físico, elevándome cada vez más y más, siempre inspirando profundamente y exhalando luz y amor.

En esta forma sigo elevándome y luego le pido a mi Ser Superior que me oriente hacia dónde conviene que vaya en ese momento.

Una vez llegado al punto de la catástrofe, me veo a mi misma irradiando toda la luz que pueda, siempre inhalando y exhalando con fuerza, estoy con los brazos abiertos en señal de bienvenida. De esta forma las almas perdidas, al ver un punto de luz se acercan, y los voy recibiendo en mis brazos.

Sigo así un buen rato, y hay veces en que me siento como si fuera un racimo de uvas con todas las almas que se cuelgan de mí.

Cuando siento que no puedo recibir más, hago unas cuantas respiraciones más profundas mediante las cuales yo, junto con las almas que he rescatado, me elevo a la luz. Ahí me reciben los ángeles y los seres de luz que van recibiendo a las almas que no encontraron el camino, y de ahí en adelante ellos se ocupan de ellas.

Una vez que estoy libre de nuevo tengo la opción de volver a mi cuerpo físico, o hacer otro viaje de rescate.

Al finalizar doy las gracias por lo que se me ha permitido hacer y vuelvo al aquí y ahora.

Espero que esto les sirva. Con cariño, ALEXIIS

23 de enero de 2010

LOS MANUSCRITOS DE GEENOM (III) Parte 3

6. El Yo Interno, el Espíritu.

Lo real y lo subjetivo.

Los logros materiales y espirituales.

La fuerza del Espíritu.

1 de Octubre de 1978

Sólo pasa hambre el que no sabe que tiene dos manos.

Para segar no utilices un martillo. Para andar por un camino no utilices una barca, la barca es para andar caminos en el mar. Para andar caminos en la tierra usa tus pies o usa un vehículo acondicionado a la tierra. Si tu camino está en el espacio no puedes utilizar vehículos de mar ni de tierra, deben estar preparados para volar. A cada medio, su vehículo.

Si alimentas tu cuerpo para que te sirva, debes alimentar tu espíritu para que también te sirva. Un espíritu poco alimentado es un espíritu débil, sin fuerza. Un espíritu bien alimentado es un espíritu que genera un tipo especial de energía. Es una energía que se contagia, que anima, porque animar es utilizar el ánima o dar vida al ánima.

No confundas realismo con subjetivismo. Realismo es que andas, que pisas las piedras del camino, que vives, que comes, que te alimentas, que amas, que todos los seres de la Tierra, que albergan un espíritu evolucionado, sienten y hacen las mismas cosas. Subjetivismo es creer que todo está hecho para y por lo que estimamos nuestro; enfocar todo bajo nuestra limitada manera de pensar.

No somos los más inteligentes, los más sabios. Por tanto, no podemos dar nuestra opinión como única y verdadera. Todos tienen algo que decir, todas las opiniones son válidas. El conjunto de todas las opiniones subjetivas dan como resultado una opinión objetiva. No debemos imponer nuestra verdad, porque es "nuestra verdad", no La Verdad. La Verdad es el conjunto de todas las verdades.

Si tienes un rasguño en tu mano, no te avergüences de enseñar tu mano, porque es un rasguño que ha ocurrido por utilizarla. El que guarda su mano está atronándola. El rasguño sanará. Una mano atrofiada sólo funcionará cuando se cambie. De todas formas, cuida el rasguño, que no se infecte, que no se agrande la herida para no perder la mano. Al contrario, debes cuidarlo, atender ese rasguño y desaparecerá y tendrás nuevamente una mano útil. No culpes a los demás de ese rasguño, ha sido producido por utilizar la mano.

En principio, al rasguño le aplicamos alcohol. Escuece, pero impedirá que la herida se infecte. Después, los consejos de las personas autorizadas en medicina, podrán indicarte el tratamiento a seguir para curarlo. Cualquier otra opinión no autorizada puede llevarte a perder la mano.

Cuida bien todas aquellas cosas que afecten a tu evolución espiritual.

Cuando estés en lo alto y mires abajo verás que hay mucha gente a un nivel muy inferior al que ocupas en ese momento, pero lo mismo que las naves despegan y aterrizan, los logros materiales se elevan y se estrellan porque son perecederos, porque duran tiempo limitado, porque solamente sirven para alimentar el cuerpo y la parte externa y más baja de la personalidad, el egoísmo. El egoísmo y todos sus derivados: la egolatría, el egocentrismo, todo lo dirigido a la valoración del ego, del yo externo, del yo mortal, del yo que desaparece. Lo importante es dirigir nuestros esfuerzos al YO, al YO con mayúsculas, al YO interno, al YO del que descendemos todos, porque esa es la moneda que nos ha dado el Padre.

Si al andar el camino vamos mirándonos los pies, no veremos el barranco o la valla, o las ramas bajas, y nos golpearemos, caeremos. Mira al frente, erguido. Si confías en ti, si sabes que dentro tienes el YO supremo, el Profundo, la Esencia, el Amor, podrán atacarte las fieras, podrán las zancadillas hacerte caer, pero siempre te levantarás en la misma postura, erguido, porque habrán hecho caer tu cuerpo, tu yo externo, pero el Profundo, la parte que llevas de Dios, no podrán doblegarlo porque es inmutable.

No te dirijas a los demás sin haber limpiado tu espíritu. No hables mediatizado, con miedo, porque las palabras se volverán contra ti. Si tienes miedo, no hables, porque es contagioso. Habla mirando a los ojos. Transmite tu fuerza por tu mirada. Di a otro que le amas, con los ojos, sin rencor, sabiendo que las palabras se transmiten por la expresión de los ojos.

Cuando ames a tu hermano, tus manos serán cálidas, reconfortantes. Si esperas que los demás hagan lo que tú puedes hacer, estás atrofiando tus manos, te estás autolimitando, estás enterrando la moneda que te ha dado el Padre. No malgastemos la moneda, no la enterremos, no hagamos hacer a los demás lo que seamos capaces de hacer nosotros mismos. Lo que puede hacer un hombre lo puede hacer otro, más tarde o más temprano. Si existe verdadera voluntad de hacerlo, lo hará.

Busca dentro de ti la luz que necesites y jamás existirá para ti lo imposible.

7. Las palabras y los hechos, la palabra como ayuda.

Referencias materiales y espirituales.

8 de Octubre de 1978

Los sentimientos no se definen con palabras. Los sentimientos se definen con hechos. Las palabras aproximan la imagen, los hechos son la imagen.

No ofrezcamos nuestra ayuda, nuestra mano, si luego no vamos a poder cumplir. Si buscas ayuda no cruces un océano tras ella, porque quizás tengas esa ayuda al lado y no la veas. Puede que sea insignificante, pero si la cuidas y la cultivas, esa ayuda puede convertirse en el gran árbol bajo el que te cobijes.

Si cuando comes un fruto plantaras la semilla, después tendrías un árbol que te daría muchos más frutos. Pero la semilla se tira, se desprecia y luego pasamos hambre. Si la naturaleza crea la semilla es porque tiene intención de hacerla crecer, florecer y dar nuevos frutos. No tires tu semilla a la basura, porque semilla es la palabra, son los hechos, es la mano y también tu cuerpo. Busca el terreno apropiado, pon en él tu semilla, riégala, hazla florecer y donde plantaste una tendrás cien.

Hay frutos que están a ras de suelo, hay frutos enterrados, pero también los hay en los árboles y para cogerlos hay que extender la mano, ponernos de puntillas, saltar. Saltemos entonces y arrodillémonos las veces que sean necesarias para coger el fruto. Hundamos nuestras manos en la tierra, bajemos la frente, pero también levantemos los pies del suelo para coger el de arriba. Busca el fruto correcto, porque puede haber frutos envenenados. Si buscas setas coge la especie que sepas es comestible, no indiscriminadamente.

Si para alcanzar el fruto necesitas que tu hermano te ayude, pide esa ayuda, pero tienes que estar dispuesto, si te lo pide, a ayudarle en otra ocasión, para que él también tenga acceso al fruto. Ten en cuenta que aunque las nubes estén bajas no podrás hacer llover por mucho que intentes estrujarlas, porque las nubes son vapor de agua y se filtrarían entre los dedos.

Busca el fruto concreto. No busques cosas etéreas. Tú tienes un cuerpo que alimentar. Aliméntalo con cosas concretas y a tu espíritu con cosas concretas espirituales.

No ingieras por tu espíritu cosas que puedan ser venenosas. Analiza el alimento que tiene que recibir. Escucha, lee, aprende y que tu cuerpo no le haga perder ventaja al espíritu. No hagas como Esaú, que vendió su primogenitura por un simple plato de lentejas. Cuida tu cuerpo para que tu espíritu, la parte de Dios que tienes, esté cuidado. Pero también cuida tu espíritu para que el cuerpo también lo esté. Es una simbiosis con la que tienes que vivir. No descuides ninguno de los dos aspectos de tu ser. No puedes vivir sin uno de los dos. El material es individual, el espíritu es común, es como los dedos de la mano; unos son más largos que otros, pero todos cumplen su función, todos son dedos, todos conforman la mano. Tú puedes ser cualquier dedo, pero ten en cuenta que hay más, unos más cortos, otros más largos, pero todos igual de importantes, unidos a la palma, unidos a la cavidad que les hace útiles.

8. Los tropiezos del camino.

El compromiso con la Tierra.

22 de Octubre de 1978

Cuando un niño tropieza y cae, inmediatamente os aprestáis a levantarle del suelo y comprobar que no ha sufrido daño. Del mismo modo, los hermanos mayores os ayudamos a levantar vuestro cuerpo y vuestra mente cuando caéis.

Así como los niños tropiezan y caen, como algo natural en su aprendizaje, así tropezaréis una y mil veces hasta que sepáis andar; entonces estaréis en disposición de ayudar a los que tropiezan, porque tendréis seguridad en vuestros pasos.

Del mismo modo, si viajáis a la estrella más brillante, deberéis ir acompañados por el que sabe volar, pues de lo contrario os estrellaríais y no sabríais como levantaros.

El Sol brilla para todos igual, no hace distinción de razas, de credos ni posiciones sociales o económicas. No podemos monopolizar el Sol, está en la naturaleza y es para todos. A los que utilizan la naturaleza para lucrarse les será negada la naturaleza. Además, tanto como recibes así serás exigido. Cuanto más recibas de más tendrás que responder.

No odies a tu mano izquierda, porque podrá ayudar a la derecha cuando se encuentre atada. No odies a tu mano izquierda, porque si pierdes la derecha será ella la que te ayude a comer.

Muéstrate abierto a los demás, que los filtros naturales que posees filtrarán lo que sea natural de lo que no lo sea. No te inhibas de tus obligaciones, porque tú las has elegido y lo que tú no hagas no lo harán los demás por ti. Tú no has nacido por casualidad, tienes tu misión que cumplir, pero si has nacido por causa del amor tu obligación está en amar.

Dirige toda tu energía hacia el fin para el que has sido creado y si en esta vida has recibido uno, en la siguiente tendrás cien. Si tu espíritu en esta vida está comprimido, lucha por hacerlo centrífugo y en la próxima vida tendrás un sol en lugar de un átomo. Viaja a la estrella más alejada y verás que el sitio donde habitas es un punto simplemente en la inmensidad del cosmos, que ni siquiera es posible distinguir su contorno, solamente su brillo opaco, porque el mundo donde habitas es un mundo opaco. Era un mundo brillante y ahora es un mundo opaco. De ti, de todos, depende que está opacidad vuelva a ser luz.

Si tú emites vibraciones positivas, tu mundo al final emitirá vibraciones positivas. Brillará y vibrará formando una música que será una nota más en la sinfonía cósmica, una nota armónica, no discordante como lo está siendo ahora. Ahora es una nota discordante, pero todos estamos luchando por hacerla armónica, sonora. Estamos tratando de hacer más bella la sinfonía cósmica.

Tú no has nacido por casualidad, tú has nacido para afinar esta nota. Cuando la hayas afinado serás un compositor, después habrá que afinar otras muchas notas discordantes que existen en todo el Universo. Arregla antes tu propia nota y después podrás afinar las de los demás.

Sé consciente que dentro de ti hay notas discordantes, que no emites una sinfonía armónica, y entonces podrás dedicarte a formar una bella sinfonía con tu cuerpo y con tu espíritu. Después será la ocasión de ayudar a componer la sinfonía y las notas discordantes del resto de tus hermanos.

Cuando todo se haya logrado, la Tierra volverá a ser parte de la sinfonía cósmica. Volverá a brillar y entonces podrán desarrollarse todos aquellos sentidos, todas aquellas aptitudes que, por ser un mundo opaco, no os están permitidas.

9. El sentido de la vida.

La planta del amor y la planta del odio.

29 de Octubre de 1978

La vida empieza a tener sentido cuando una abeja toma el polen de una flor y fecunda a otra flor; cuando un perro muere de dolor porque ha muerto su amo; cuando un hombre mira tiernamente cómo nace y cómo crece su hijo; cuando un hermano mayor ayuda a levantarse a un hermano pequeño.

La vida tiene sentido cuando ayudas a otro a ponerse de pie y a andar, cuando respiras hinchando tus pulmones de aire y notas que no estás solo, a pesar de estar en un desierto; cuando miras al cielo y ves que las estrellas dominan el firmamento. Comprendes, entonces, que no estás solo, que la vida es mucho más que el simple palpitar de tu corazón.

La vida tiene sentido cuando andas, cuando evolucionas y no dejas tras de ti amargura; cuando detrás has dejado alegrías, cuando has dejado amigos y hermanos. Cuando has dejado un grato recuerdo en todo aquel que te ha conocido, es cuando la vida tiene sentido.

Si detrás de ti has dejado odio, piensa que esas son las raíces de la planta del odio, y que los frutos que cosecharás en el futuro serán frutos amargos, ácidos. Si la planta que crece tiene raíces de amor, los frutos serán dulces y nutritivos y serán tu alimento en el andar de cada día.

Si estás en un laberinto y todo tu afán consiste en encontrar la salida con ansiedad, cuando vuelvas a caer en el laberinto tendrás que perder el mismo tiempo, porque no te habrás aprendido el camino. Busca la salida aprendiéndote el camino, no desesperadamente.

No cortes los árboles, porque los árboles hacen que el terreno sea más esponjoso, más fértil, más abierto a la humedad y a las lluvias. Los árboles son los pasos y las actitudes que tomas en la vida. Bajo esas actitudes se cobijan los pensamientos y las ideas de los demás.

Tu mirada debe ser clara y limpia, directa a los ojos del que hablas. Si te rehúyen tu mirada, ya sabes que tu interlocutor está plantando un árbol de miedo, de odio y de amargura.

Es muy sencillo: en tu mano izquierda tienes la semilla del árbol del odio. En tu mano derecha la semilla del árbol del amor. Tuya, exclusivamente, es la decisión de plantar una u otra. Si plantas la semilla del amor, extiende tu mano con la semilla del odio para que las aves del cielo se la coman, porque su fruto no es comestible para el hombre.

No tengas en cuenta los halagos de los demás cuando estés en lo alto. Solamente en las ocasiones difíciles se muestran las verdaderas intenciones de los que nos rodean. Verás al temeroso que se esconde y no te mira, al falso que se acerca y te dice que no has obrado correctamente, al que intenta hacer leña del árbol caído. Pero también verás a los que andan a tu lado, a los que no intentan hacer de tu caída su elevación. Aquéllos son los que no tienen personalidad propia, son los que viven gracias a la personalidad de los demás. Cuando triunfan, están a su sombra; cuando fracasan, se empinan sobre el árbol caído. No te ates a los halagos. El que te quiere no te halaga, te apoya sin palabras. Sabrás quién es el que te quiere cuando te veas reflejado en él.

Los cazadores, cuando salen al campo, sueltan los perros para que busquen la presa. Los cazadores furtivos, los que están agazapados y escondidos, se aprovechan de la pieza que se levanta cuando llega el perro del cazador; siempre están aprovechándose del trabajo de los demás.

Apoya tu mano sobre el hombro de aquellos que andan contigo, porque si te sientes débil, ellos te cogerán, y si te sientes fuerte, andaréis más deprisa. No metas en tu zurrón piedras. Mete las reacciones positivas de tu cerebro; esos son los motores que deben mover tu iniciativa.

Limpia tu espíritu de piedras que lo hagan pesado. Llénalo de buenos sentimientos y podrás ir mucho más deprisa.

Usa tu imaginación. Usa tu cuerpo y los medios que la naturaleza pone a tu alcance. No tengas temor porque los cobardes no andan, se esconden, se atrofian, restringen su capacidad creativa y su capacidad de amar, porque se han convertido en seres egoístas.

Sé generoso, que para serlo hay que tener valentía.

10. La vida como escuela.

Por qué nacemos.

11 de Noviembre de 1978

Vivir en esta tierra es como ir a la escuela. Cada uno de los acontecimientos que vivimos son las lecciones que tenemos que aprender. Una vida sin problemas es como una escuela sin aulas, sin profesores, sin materias que estudiar.

Nacemos para aprender. Cada vez que morimos sufrimos un examen que nos capacita o nos imposibilita para ascender a planos superiores. Nosotros mismos somos los catedráticos y nosotros mismos decidimos si hay que repetir curso o no, si hay que repetir alguna materia o no, y si hay que repetirla, en qué condiciones ambientales podremos estudiarla mejor.

Teniendo el convencimiento interno de que el andar por la vida es una acumulación constante de conocimientos, las dificultades las veremos como lecciones que hemos de aprender. Quizás algunas se nos hagan más difíciles que otras. Quizás algunas lecciones estén más de acuerdo con nuestra forma de ser y de pensar, por tanto las asimilaremos antes, porque serán materias que ya habremos estudiado concienzudamente en vidas anteriores. Pero también habrá lecciones que nos cuesten más trabajo porque no vayan tan directamente relacionadas con nuestra forma de ser y de pensar. No obstante, hay que estudiarlas y aprenderlas porque, no conociendo el futuro inmediato, debemos adquirir conocimientos para poder hacer frente a las dificultades de todo tipo que se presenten.

El hombre es un ser débil e indefenso que actúa con violencia y egoísmo para defenderse de sus semejantes. Debería actuar humildemente y generosamente para acercarse a ellos. Es posible que sufra muchas decepciones y muchas traiciones, pero estará a bien con su conciencia, con su Yo interno, que es, en definitiva, el que después será catedrático cuando abandonemos nuestro cuerpo actual. Dependerá de nuestro grado de evolución que el ser de luz que encontremos al otro lado de la barrera seamos nosotros mismos, nuestro otro yo, nuestro Yo interno o profundo o se trate de un ser de luz diferente, más evolucionado y por tanto, más preparado para ayudarnos.

Si adquirimos suficientes conocimientos a nivel espiritual, podremos nosotros mismos, nuestro Yo interno, indicarnos nuestros fallos más íntimos para corregirlos en vidas posteriores.

Si hemos sido obtusos, retorcidos y egoístas, nuestro Yo interno no estará capacitado porque le habremos cerrado, en vida, la entrada de esos conocimientos adquiridos y tendrá que ser otro espíritu, otro ser de luz, el que nos indique dónde hemos errado.

El egoísmo aísla a un yo del otro Yo. El materialismo, la agresividad, el odio, separan a los dos "yo".

Limitar nuestro cuerpo a la búsqueda del placer es como andar por un camino utilizando un vehículo para el aire. Si hay que andar el camino, hay que hacerlo con las piernas, con los pies o, en último caso, con un vehículo de tierra. Pero dedicar únicamente nuestros esfuerzos a la búsqueda del placer, es minusvalorar nuestro cuerpo y nuestro Ser. No aprenderemos nada y tendremos que volver a empezar una y mil veces, estaremos sujetos con un ancla que tendremos que sacar después del fondo con mucho más esfuerzo.

Mirar por encima del hombro a los semejantes significa que después tendremos que ponernos de rodillas delante de ellos. Hablar con orgullo, con soberbia, significa volver a pedir perdón humildemente.

Durante el tiempo que estemos actuando con soberbia, el reloj de la evolución se encuentra parado y el reloj de la involución está en marcha. Únicamente de nosotros depende el poner uno u otro en marcha.

Continuará……