5 de enero de 2010

LOS MANUSCRITOS DE GEENOM (II) Parte 5

4 de enero, 2010

IV. PRIMER ENCUENTRO. LOS SUEÑOS AL ALCANCE DE LA MANO. UN FINAL A LA MEDIDA.

Todo cuanto se desea, si es para evolucionar, pone en marcha, inmediatamente, el mecanismo para su realización. Sin embargo, los caminos por los que discurre la energía creadora suelen verdaderamente insospechados.

Nuestra última noche en Cordiñanes. El cielo, completamente despejado, dejaba ver un firmamento profundo, salpicado por millones de puntos luminosos de muy distintos tamaños. Hacía fresco.

Caminábamos en fila, uno tras otro, alumbrando el estrecho sendero con una linterna que nos habían prestado los dueños del hostal. En la mente de todos resonaban las últimas palabras de Acael, transmitidas hacia tan solo unos minutos.

VAMOS A INTERRUMPIR DURANTE UNA HORA LA COMUNICACIÓN, SALID Y ESPERAD MEDIA HORA, TAL VEZ OS LLEVÉIS ALGUNA SORPRESA.

Por más que intentamos sonsacarle no conseguimos más información. Era una cita, pero no sabíamos que tipo ni que alcance tendría. Por todas las cabezas cruzó una idea prometedora: ¿podríamos por fin verles?

Se nos mezclaban la inquietud ante lo desconocido con el deseo alimentado durante años de encontrarnos con ellos físicamente, de poder comunicarnos directamente.

Íbamos bromeando entre nosotros sobre las dificultades del camino, comparándolo con una verdadera iniciación. En el fondo sólo pretendíamos dejar escapar la tensión que en unos minutos habíamos acumulado. Estábamos mucho más nerviosos por la experiencia de lo que éramos capaces de reconocer.

Finalmente, llegamos a un prado cercano. Era de forma casi circular y aunque no estaba lejos del hostal, había una depresión del terreno y unas rocas que lo hacían pasar desapercibido y oculto a miradas curiosas. Desde la carretera tampoco podía verse nada y por tanto las luces de los coches que pudieran pasar no nos molestarían. La quietud era absoluta, el único signo de vida de aquel paisaje lo ponían los insistentes guiños de las estrellas.

Siguiendo las instrucciones que nos había dado Acael, comenzamos los preparativos. Nos sentamos todos en el centro de la pradera formando un círculo. Estábamos muy cerca unos de otros, pues de forma natural habíamos buscado el roce del más cercano. Hicimos una pequeña relajación y después, para elevar el nivel vibratorio, entonamos algunos mantras que allí, en medio de aquel silencio, parecieron perpetuarse por todo el valle, perdiéndose muy lentamente a lo lejos. Parecía que nuestras voces sonaban más claras que de costumbre. El resultado fue un acorde vibrante y armónico que brotaba del centro de nuestro pecho e hizo que nos sintiéramos como un solo ser.

La humedad de la noche junto con las intensas emociones que estábamos viviendo nos recorrían la espina dorsal con múltiples escalofríos.

Nos pusimos de pie y, unidos por las manos, continuamos durante unos minutos formando el círculo. Abrimos los ojos y alzamos los rostros hacia las estrellas dejando que aquella inmensidad nos llenara hasta el último rincón. Respiramos con deleite y, durante unos minutos, cada uno gozó de sus propios sentimientos y emociones.

Cualquier descripción empequeñecería la vivencia. Sentíamos como si el Universo entero entrase con cada átomo de aire que respirábamos. Sentíamos la creación dentro de nosotros, como si nuestro ser tuviese por unos segundos la capacidad de expansionarse e integrar todo cuanto existía a nuestro alrededor. No era que nos sintiéramos en sintonía con la Naturaleza y con los que nos rodeaban, era que todo aquello, todo y todos éramos lo mismo, éramos la misma esencia que se reconocía latiendo en otras creaciones. Pasamos de sentirnos grandes, inmensos, todo, a sentirnos pequeños, inseguros, solos… hombres.

En aquellos instantes, el tiempo se detuvo a su paso por ese lugar, nada contaba. Sólo existía aquel momento, aquel suelo bajo nuestros pies, aquella bóveda negra y estrellada que nos cobijaba como un gran manto y el contacto cálido y palpitante de las manos amigas de los que estaban a nuestro lado.

Después de unos minutos, nos separamos y nos dispersamos por la pradera. Debíamos permanecer solos durante algún tiempo. No había luz. Mientras, sentíamos la soledad envolviéndonos, el silencio era to-tal. Apenas se distinguían las sombras de los demás, pero todos sabíamos que estaban allí, anclados en aquel lugar perdido entre las montañas, esperando no sabíamos muy bien el qué.

Pasado un tiempo prudencial, volvimos a reunirnos. Algunos habían tenido percepciones, otros habí-an visualizado escenas que no acababan de comprender, como si se tratara de flashes asilados, otros sintieron presencias cercanas… una gran variedad de sensaciones que no éramos capaces de relacionar. Las comentábamos dudando si serían producto de nuestra propia mente o serían auténticas. Eran gratificantes las coincidencias, pero lo cierto es que nos habíamos creado muchas expectativas y nos sentíamos un poco defraudados de que la experiencia no hubiese sido más “real”.

Muy callados y un poco tristes emprendimos el camino de regreso al hostal. Apenas tomamos la sen-da, el que encabezaba el grupo apagó la linterna y dijo con un grito ronco:
-¡Mirad!

Al unísono todos nos volvimos a mirar hacia el mismo punto, justo a tiempo de ver como una rueda luminosa y multicolor parecía deslizarse por el cielo, rodando a gran velocidad.

La visión duró varios segundos, durante los cuales ninguno pudimos pronunciar palabra. Nos quedamos allí, estáticos, con los ojos fijos en aquel círculo de radios multicolores. Era parecido a una rueda de carro que giraba como las carretillas de los fuegos artificiales. Desapareció de repente, como si se esfumase en uno de los giros.

Entonces recuperamos el movimiento. Nos pusimos a hablar todos a la ver, interrumpiéndonos unos a otros. ¿Sería una nave? Nunca habíamos visto nada semejante. Hasta ahora nuestros avistamientos había sido solo luces pequeñas, del tamaño de una bombilla, pero aquello era muy distinto, se apreciaban formas y colores luminosos. No podíamos precisar el tamaño pues, al ser de noche, no teníamos referencia de la altura a la que podía estar. Sin embargo, todos coincidíamos que era aproximadamente como la luna llena.

Sobre todo fue extraña la forma en que la vimos. Ya nadie estaba mirando al cielo buscando algo in-sólito, todos íbamos caminando hacia el sendero. Cuando el primero avisó, todos nos volvimos hacia la izquierda mirando el mismo punto, a pesar de que no había señalado ninguna dirección y, aunque lo hubiera hecho, no habríamos podido verlo por la oscuridad reinante… durante el resto del camino lanzamos al aire todo tipo de especulaciones.

Apresuramos el paso, queríamos recuperar la comunicación con Acael para que nos contase que había pasado. Subimos rápidamente a la sala y a los pocos minutos estábamos hablando con el guía.

LA CITA ERA MÁS PARA NOSOTROS QUE PARA VOSOTROS. DESEÁBAMOS OBSERVAR VUESTRA EVOLUCIÓN. SUBISTEIS EN ENERGÍA A UNA NAVE 4.5 Y PERMANECISTEIS 23 MINUTOS A BORDO.

-¿Cómo fue la subida? ¿Por qué no nos hemos dado cuenta de nada?

HAY UN MOMENTO EN QUE LA MENTE SE DISTRAE, Y ES ENTONCES CUANDO LA ENERGÍA FLUYE Y SE PRODUCE LA SALIDA. VOSOTROS NO OS HABÉIS DADO CUENTA YA QUE TODO ES TAN RÁPIDO COMO UN PARPADEO, DE TAL MANERA QUE EL CONSCIENTE NO LO REGISTRA, PASANDO DIRECTAMENTE AL SUB-CONSCIENTE, RAZÓN POR LA CUAL NO LO RECORDÁIS. PARA VUESTRO CONSCIENTE NO TRANSCURRIÓ NADA ANORMAL EN EL TIEMPO; SIN EMBARGO, FUERON 23 MINUTOS LO QUE VUESTRO CONSCIENTE ASI-MILÓ COMO UN PARPADEO.

Por primera vez miramos los relojes. Habíamos calculado que entre el trayecto de ida (5 minutos), la relajación y los mantras (10 minutos) y el regreso (5 minutos) había transcurrido poco más de media hora. Sin embargo, según nuestros relojes, hacía más de una hora que habíamos salido del hostal.

-¿Y qué ha pasado cuando estábamos arriba?

ESO LO PODÉIS DESCUBRIR CON VUESTRO PROPIO ESFUERZO. DE NADA SERVIRÁ QUE YO OS LO CONTASE, ES MEJOR QUE REVIVÁIS LA EXPERIENCIA POR VOSOTROS MISMOS, YA SABÉIS COMO HACERLO. DEBÉIS PRACTICAR LA SOFRONIZACIÓN POR SEPARADO PARA DESPUÉS CONTRASTAR LAS VERSIONES DE TODOS. TAMBIÉN OS APARECERÁN RECUERDOS EN LOS SUEÑOS. TODA LA INFORMACIÓN ESTÁ EN EL SUBCONSCIENTE, DEBÉIS EXTRAERLA CON VUESTROS PROPIOS MEDIOS Y HACERLA CONSCIENTE.

Dinos solo qué era lo que hemos visto al final, esa rueda luminosa…

ERA NUESTRA DESPEDIDA. EL ADIÓS

Por propia experiencia sabíamos que no serviría de nada seguir insistiendo para que Acael nos diese más detalles, así que decidimos dar por terminado el contacto. Teníamos ante nosotros muchas sesiones de trabajo para poder descubrir todo lo que había ocurrido esa noche mágica en Cordiñanes, sobre todo en aquellos veintitrés minutos perdidos, que ninguno recordábamos.

Estuvimos haciendo especulaciones hasta que nos fuimos a descansar. Esa noche los sueños no nos desvelaron información sobre la experiencia vivida. Sin embargo, cuando por la mañana nos los contamos unos a otros, vimos que había un denominador común en todos los sueños, que había un mensaje único aunque estuviese disfrazado con símbolos personales.

Alguien soñó que se encontraba en una estación por donde circulaban multitud de trenes. Los dejaba pasar porque sabía que no eran los suyos. De pronto apareció uno e inmediatamente le movió el impulso de tomarlo. No podía dejarlo pasar, si aquel tren se le escapaba no encontraría otro que le llevase por el mismo recorrido.

En otros sueños el tren era otro tipo de vehículo pero con los mismos significados.

Otro se veía caminando por un pasillo flanqueado de puertas hasta que llegaba a una que, imperiosamente, sentía la necesidad de abrir.

Alguno subía por intrincadas escaleras hasta llegar a un punto en el que debía pararse y tomar un desvío.

Parecía que el mensaje general era de decantación, de toma de decisiones, de aprovechar las oportunidades. Pero… eso no eran más que intuiciones, meras interpretaciones subjetivas y nosotros necesitába-mos más para movernos. Queríamos concreción y saber cuáles eran los objetivos a cubrir. Tener la certeza de que los pasos que diéramos estaban asentados en bases reales y no en especulaciones. Teníamos el im-pulso de hacer cosas, pero para ponernos en marcha debíamos ver claramente cual era el camino y hacia donde se dirigía. Uno de los medios para lograrlos era descifrar la experiencia del ovni y ese fue nuestro principal objetivo cuando abandonamos Cordiñanes.

El estrecho camino, lleno de curvas y sin asfaltar nos llevaba hasta Posada de Valdeón, el pueblo más cercano. Bajamos despacio, mirando cómo aquel lugar tan especial para nosotros se iba quedando atrás. Tratando de percibir hasta los mínimos detalles de aquel paisaje de ensueño. Nos sentíamos como si saliéramos de una fantasía creada por nuestra mente y fuésemos entrando en el mundo real. Aquellos días de convivencia entre nosotros, aquel entorno lleno de vida, aquellas comunicaciones con Acael y la cita de la noche anterior… todo se iba alejando.

Dentro de nosotros subsistían unidas la pena por dejar todo aquello y la inquietud de los misterios por desvelar, que siempre había sido el verdadero acicate de nuestro grupo.
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Durante las siguientes semanas nos sometimos, por separado, a sesiones de sofronización. Cuando sacamos todo lo que fuimos capaces de nuestro subconsciente compartimos la experiencia, comparamos versiones y, una vez más, nos llevamos la sorpresa de la coincidencia.
Una nave 4.5 de forma circular que ocupaba toda la pradera estaba situada por encima de nosotros. Tenía un eje central y muchos radios, parecida a una rueda de carro. Era de aspecto metálico, brillante y estaba rodeada de un halo energético de color amarillo muy potente que casi desfiguraba las líneas del contorno. No se apreciaban ventanas o aberturas de ningún tipo ni tampoco salientes.

Se colocó sobre la vertical de Cordiñanes a una considerable altura. En un momento determinado, de la parte baja de la nave salió un potente rayo de luz blanca que, como una columna, descendió hasta el suelo. Todos nosotros, que en aquel momento estábamos sentados en círculo haciendo nuestra relajación, quedamos cobijados bajo esa especie de campana de luz durante varios minutos.

De pronto, salieron volando de la nave como unas bandejas circulares, luminosas, que se acercaron con movimientos pendulares, como una pluma que va bajando suavemente, balanceándose. Una de ellas fue a colocarse sobre nosotros, entre tres y cinco metros por encima de nuestras cabezas. Era de una intensa luz blanca.

Toda la explanada estaba inundada de luz, con una claridad como si fuera de día. Sentíamos mucho calor, mientras por nuestra mente comenzaban a cruzar imágenes inconexas y veloces que no éramos capaces de concretar, imágenes que se escapaban antes de ser atrapadas por nuestro consciente.

Nos sentimos atraídos por la cabeza hacia el eje central de la nave y notábamos como íbamos ascendiendo suavemente al tiempo que girábamos sobre nosotros mismos, como si fuésemos tornillos que salieran de su rosca. Entramos uno a uno por el eje. Era una abertura grande, como de unos 3 metros de diámetro, de una material similar al plástico pero de extremada dureza. Tenía ranuras y al tacto parecía metal. Ya en el interior de la nave, subimos por un túnel, sintiéndonos flotar.

Llegamos a una sala circular de unos 10 metros de diámetro. Había gente que iba de un lado a otro. Era hombres y mujeres muy altos, enfundados en monos de color violeta muy suave.

La sala en la que nos encontrábamos tenía una columna central y alrededor de las paredes estaban los cuadros de mandos, relojes e instrumentos desconocidos para nosotros. Había también cuatro pantallas. En una se veía la luna, en otra mucha gente de la Tierra, parecía una manifestación o una concentración deportiva, en las otras pantallas había dibujos que cambiaban continuamente.

Cada persona cumplía su función en silencio. Nadie parecía reparar en nosotros que, progresivamen-te, íbamos entrando en la sala. Al poco tiempo, cuando ya estaba reunido todo el grupo, apareció por la misma abertura del suelo un hombre alto y rubio con el pelo largo. Era de mayor complexión que los otros. Nos indicó que le acompañáramos. Le seguimos sin mostrar ninguna sorpresa, como si fuera la cosa más natural del mundo, prueba clara de que nuestro consciente estaba totalmente inhibido. De otro modo no habríamos podido vivir todo aquello de una forma tan poco traumática. Entramos en otra sala contigua, también circular, y nos señaló una mesa redonda con sillas vacías para que nos sentáramos. Lo fuimos haciendo en el mismo orden que teníamos cuando estábamos en la pradera, pero dejando una silla libre entre cada uno. En ningún momento sentimos miedo, ni siquiera inquietud o desazón ante lo desconocido. Era como si estuviéramos de visita en casa de unos amigos.

Pocos segundos después llegaron otros hombres que se sentaron entre nosotros. Eran ancianos que vestían túnicas holgadas de color blanco, similares a las que usaban los griegos en la antigüedad. Ellos llevaban el pelo corto y no podíamos precisar muy bien sus rasgos.
Flotando sobre el centro de la mesa había un esfera multifacético de unos 20 cms. de diámetro que comenzó a emitir destellos hacia nuestras cabezas. En un momento determinado se encendió, como si se iluminase interiormente y a los pocos segundos apareció la cara de uno de nosotros reflejada en la bola. Después se formó la imagen de todo su cuerpo. Fue recorriendo cada parte de él como si la cámara estuviese haciendo radiografías.

Ante la pregunta, formulada apenas como un pensamiento: ¿qué estáis haciendo? Llegó la respuesta inmediata, también sin ser verbalizada por nadie: “Estamos analizando vuestro cuerpo astral, los colores, las intensidades, frecuencias vibratorias… Primero haremos un diagnóstico físico, después energético y por últi-mo psíquico, todo ello a través de vuestra energía vital”.

Había zonas más iluminadas que otras. Eran bandas intermitentes que se estrechaban y ensancha-ban. El grosor total era entre 5 y 8 cms, y el color dependía de las zonas, pero en general tenía tonos rosá-ceos, azules y violetas. Después, la imagen volvió a centrarse en la cabeza, en la zona superior, como si se tomase desde arriba. Quedó enfocado el cerebro y, a partir de ese momento, únicamente cada persona, individualmente, pudo captar lo que le dijeron. Era información para su evolución personal y los demás no podíamos tener acceso a ella.
Así, fueron apareciendo en la bola las imágenes de cada uno de nosotros. Se veían con detalle las disfunciones físicas que teníamos y recibíamos consejos sobre su tratamiento y cómo aportar energía extra a esa zona deficitaria. Veíamos la imagen como si estuviese frente a nosotros, es decir, como si nos mirásemos a un espejo. Después del examen físico, se incidía en la zona del cerebro para recibir un mensaje personal.

Al terminar, nuestro acompañante, el gigante rubio que entró tras nosotros en la sala, se puso de pie sonriendo. Vestía un mono blanco, llevaba cinturón y sobre el pecho una estrella de 8 puntas plateada y dorada, muy brillante. Una capa le caía hasta el suelo. Los demás llevaban grabado en la túnica, sobre el pecho el escudo de la Confederación: un círculo de color azul oscuro. En su interior estaba dibujada la galaxia en color plateado y, alrededor de ella, 24 estrellas. Todos se levantaron y pusieron sus manos a pocos centíme-tros sobre nuestras cabezas. En ese momento caímos en una especie de sueño profundo, estábamos total-mente relajados.

Fue entonces cuando cada uno recibimos información muy concreta y específica para nuestro futuro trabajo en el grupo. Los datos nos fueron inculcados directamente en el subconsciente y durante varias semanas más tendríamos que seguir extrayéndolos. Eran informaciones sobre el planeta Tierra, su pasado, su presente y su futuro, la Atlántida, el nuevo ciclo cósmico que se avecinaba para nuestro planeta… Era, en definitiva, la información sintetizada que necesitábamos para ponernos en marcha, aquello que tanto había-mos reclamado.

Cuando acabaron, reparamos en la presencia de un hombre que nos atrajo de una manera diferente. Casi enseguida se hizo la luz en nuestras cabezas. Esa persona era distinta a las otras que estaban allí pues era la única “real” aparte de los tripulantes. Los demás eran proyecciones astrales. Era Acael que nos miraba sonriendo. Nunca le habíamos percibido tan claramente. Era la primera vez que le veíamos y podíamos con-templarle a placer. Tenía el pelo muy rubio, casi platino y largo hasta los hombros, los ojos rasgados de color azul, sus manos increíblemente blancas, de dedos largos y rectos. Sonreía con los ojos y con todo su ser, desprendiendo afecto y ternura. Se acercó a nosotros y al momento percibimos una energía que nos envolvió. Era algo conocido y cercano que habíamos sentido muchas veces, pero entonces era especial, mucho más intensa, más concentrada. Llegaba especialmente a nosotros a través de nuestras manos y nuestros brazos.

Se comunicó mentalmente con nosotros. Sus consejos, sus palabras de consuelo y de ánimo iban en-caminadas hacia la evolución personal y grupal. Finalmente, nos envió un pensamiento que sintetizaba los futuros proyectos.

EL CAMINO DE LA EVOLUCIÓN NO ES FÁCIL, ES CUESTA ARRIBA E INFINITO, DONDE LO IMPOR-TANTE ES SEGUIR ANDANDO. CUANDO VAYAS CUESTA ABAJO Y EL CAMINO TE SEA FÁCIL NO ESTARÁS EVOLUCIONANDO. LOS MAESTROS QUE HOY HAN ESTADO CON VOSOTROS SON HOMBRES 4.6 Y OS HAN DADO INFORMACIÓN QUE NECESITARÉIS EN EL FUTURO PARA DESEMPEÑAR EL PAPEL QUE SE OS HA ASIGNADO, DE ACUERDO CON VOSOTROS, EN CUANTO A VUESTRO TRABAJO DE GRUPO. CADA UNO LO HARÁ SEGÚN SUS CARACTERÍSTICAS PERO PERFECTAMENTE COMPLEMENTARIAS CON LAS DE LOS DEMÁS.

Sentimos la fusión de un abrazo mantenido con aquél ser que formaba parte de nuestra vida como un compañero cercano y querido como un hermano. Abajo, nuestros cuerpos físicos se vieron sacudidos por una emoción que no sabían muy bien de dónde les llegaba. Algunos notaron como unas lágrimas se desliza-ban por las mejillas.

Descendimos como antorchas plateadas por el mismo tubo energético por el que habíamos ascendido y a los pocos segundos estábamos en la pradera sin recordar nada de lo que habíamos vivido.

A pesar de que la experiencia no había sido la vivencia consciente que anhelábamos, si fue un auténtico revulsivo. Nos dábamos cuenta que era imposible que todos inventáramos lo mismo, que nuestras mentes no podían ponerse de acuerdo para describir lo que los demás habían descrito antes sin nosotros saberlo. Dibujamos, hicimos esquemas, escribimos… A medida que el tiempo pasaba e íbamos extrayendo más infor-mación, el conjunto era más coherente, los datos encajaban y todo iba adquiriendo un sentido de conjunto que antes no veíamos.

Cuando terminamos con los ejercicios de sofronización descubrimos que habíamos recibido dos grandes bloques de información: cuatro de los miembros del grupo tuvimos la experiencia de hacer un viaje hacia el pasado de nuestra humanidad remontándonos a la anterior generación. Fuimos acompañados por un guía a un extraño lugar que todos describíamos como una especie de gran biblioteca o un centro de cálculo de computadores. La información recibida por todos era prácticamente idéntica y siempre complementaria en los matices particulares. En síntesis era así:

… Un impresionante silencio se extendía por el espacio. Los planetas como gigantescas bolas flotaban en una mullida negrura que parecía acogerles. Astros de muy distintos tamaños se deslizaban siguiendo una línea trazada por una mano invisible, marcando una vez más el recorrido de su órbita. En algunas zonas se acumulaba gran cantidad de materia que permanecía unida por una potente fuerza de cohesión; destellos rápidos y fogonazos intensos surcaban la atmósfera de los planetas animando el paisaje. La armonía era total.

Lentamente nos fuimos acercando a un planeta de aspecto terroso y opaco. Su superficie extremadamente montañosa y seca ofrecía, en aquel sector que contemplábamos, un paisaje desolador y ausente de vida.

Descendimos sobre una profunda depresión entre dos montañas. Disimulado entre los pliegues del terreno había un edificio de una sola planta; su color era idéntico al de la tierra que le rodeaba, lo que consti-tuía un camuflaje perfecto para pasar inadvertido.

Entramos en un amplio ascensor que descendió durante varios segundos hasta detenerse. Se abrió la puerta y apareció una estancia de techo completamente circular que me recordó a los planetarios que construimos en la Tierra. Del suelo parecían emerger unos grandes sillones perfectamente anatómicos que se amoldaban rápidamente a cualquier morfología. Frente a cada asiento un panel de mandos con una pantalla regulable constituía todo el mobiliario. Había mucha gente que se movía silenciosamente entre los diferentes paneles, tenía el aspecto de una de nuestras bibliotecas aunque extremadamente sofisticada.

Seguí al guía, que me habían asignado como compañero de viaje quien me indicó un sillón cercano mientras él se sentaba a mi lado. Apenas estuvimos instalados observé como una especie de burbuja transparente que nos rodeaba quedando aislados del resto de las personas. Por primera vez reparé en que cada sillón ocupado estaba rodeado de esa misma membrana que permitía ver pero no dejaba pasar ningún soni-do al exterior.

Mi acompañante manipuló los mandos que tenía frente a así y de inmediato comenzó a iluminarse la pantalla frente a nosotros. A partir de ese momento comenzó el viaje más alucinante que nunca pude soñar. Fue una experiencia escalofriante y real que me permitió ser espectador de excepción en un viaje inimaginable en el tiempo. Aquella pantalla captó mi atención de tal forma que ni siquiera percibía su contorno; estaba mentalmente conectado con las escenas que allí aparecían como si fuera parte integrante de los acontecimientos que se desarrollaban. Una voz inaudible para mis oídos pero perfectamente percibida en mi cerebro iba narrando y describiendo cada pasaje…

Apareció un planeta lejano que poco a poco fue aproximándose: era la Tierra. La Tierra hace 50.000 años, momento en que comenzaba la 2ª generación de nuestro planeta, compuesta por la civilización del continente de la Atlántida y de otro situado en el Océano Pacífico: Lemuria.

Pude ver discurrir ante mis ojos los acontecimientos más importantes que se produjeron durante casi 25.000 años, la llegada de los atlantes, su desarrollo y florecimiento cultural y después su caída, que culminó con el gran cataclismo que hundió el continente en el océano pacífico que hoy lleva su nombre….

Acael nos aclaró el viaje:

LA EXPERIENCIA QUE HABÉIS SINTETIZADO ES REAL, NO OBSTANTE, HE DE MATIZAR ALGUNOS ASPECTOS.

TODOS CONOCÉIS, AL MENOS DE NOMBRE, LA EXISTENCIA DEL ARCHIVO Akáshico, UTILIZADO SOBRE TODO POR LAS CULTURAS ORIENTALES. ES EL REGISTRO DE LA EVOLUCIÓN INDIVIDUAL DE CADA ESPÍRITU, POR TANTO NO ES ALGO FÍSICO SINO ENERGÉTICO. SU UBICACIÓN NADIE LA CONOCE, AUNQUE SE SUPONE QUE ESTÁ EN 7ª DIMENSIÓN.

NO OBSTANTE, HAY TERMINALES DE ESE ARCHIVO POR CADA SISTEMA SOLAR, YA QUE NORMAL-MENTE LOS ESPÍRITUS SE CENTRAN EN UN SISTEMA SOLAR PARA SU EVOLUCIÓN. LA TERMINAL CORRESPONDIENTE AL VUESTRO ESTÁ ENERGÉTICAMENTE EN MARTE.

¿CÓMO FUNCIONA? EL SUBCONSCIENTE BUSCA SU CONEXIÓN CON EL TERMINAL DURANTE EL SUEÑO, LA MEDITACIÓN O LA SOFRONIZACIÓN. NORMALMENTE LA INFORMACIÓN ESTÁ RESTRINGIDA, EN ESTAS TERMINALES, A UNA O DOS VIDAS, MIENTRAS QUE EN EL ARCHIVO Akáshico GENERAL ESTÁN REGISTRADAS TODAS LAS ENCARNACIONES. EL ACCESO A ESOS ARCHIVOS ESTÁ LIMITADO POR LA PROPIA ETAPA DE EVOLUCIÓN.

TAMBIÉN HAY OTRO ARCHIVO INTERMEDIO QUE ESTÁ LOCALIZADO ENERGÉTICAMENTE EN EL CENTRO DE LA GALAXIA, SIN EMBARGO, ES MUY DIFÍCIL ACCEDER A ÉL.

EN LOS TERMINALES DE CADA SISTEMA SOLAR HAY OTRO TIPO DE INFORMACIÓN QUE SE REFIERE A LA HISTORIA DE LOS PLANETAS QUE LO FORMAN. TIENEN ACCESO A ESTOS DATOS ESPÍRITUS EVOLUCIONADOS A PARTIR DEL NIVEL 4.4, Y TAMBIÉN EN ALGUNAS OCASIONES 4.3, AUNQUE DE FORMA INCON-TROLADA O ESPONTÁNEA, Y A VECES EN FORMA CONSCIENTE SI ALGÚN 4.4 O 4.5 LES ACOMPAÑA EN RELAJACIÓN.

ESTO ÚLTIMO FUE LO QUE OS PASÓ A VOSOTROS, REALIZASTEIS UN VIAJE MENTAL A MARTE ACOMPAÑADOS POR VARIOS 4.5. LO QUE VOSOTROS HABÉIS DESCRITO COMO UN INMENSO CENTRO DE CÁLCULO DE COMPUTADORES ES SOLO UNA APOYATURA MENTAL QUE VUESTRO CONSCIENTE HA UTILIZA-DO PARA TRADUCIR LA EXPERIENCIA, TUVISTEIS ACCESO A PARTE DE LA INFORMACIÓN SOBRE LA SE-GUNDA GENERACIÓN QUE POBLÓ LA TIERRA, PERO NO FUE A TRAVÉS DE UNA PANTALLA, SINO EN CONEXIÓN CON LA ENERGÍA MENTAL.

COMO LA EXPERIENCIA ERA INSÓLITA PARA VOSOTROS, VUESTRO CONSCIENTE NECESITÓ RECU-RRIR A FIGURAS QUE LE RESULTASEN MÁS ASEQUIBLES, DADOS SUS ESQUEMAS DE CONCRECIÓN EN EL MUNDO FÍSICO. FUE EL DECORADO PARA UNA PUESTA EN ESCENA, COMO SUCEDE EN LOS SUEÑOS MUCHAS VECES, SIN EMBARGO, LOS DATOS Y LA INFORMACIÓN RECIBIDA SON PERFECTAMENTE VÁLIDOS. BUEN TRABAJO.

El segundo gran bloque de información hacía referencia a nuestro presente y futuro cercano. Otros miembros del grupo narraron así su experiencia:

… Estaba reclinado sobre un amplio sillón que me acogía de pies a cabeza. Me sentía especialmente bien, notaba el cerebro perfectamente lúcido y todos mis sentidos agudizados, excitados. Era como si, de pronto, se hubiese elevado mi nivel de percepción hasta unos límites desconocidos. Sin embargo, eso no me causaba ninguna tensión. Mi cuerpo y mi mente funcionaban como un equipo perfectamente integrado e interrelacionado, pasándose información sin cesar.

Inspiré tratando de gozar con plenitud de aquella sensación maravillosa. Miré alrededor: estaba en una pequeña sala de forma triangular, más bien parecía una cabina dadas sus reducidas dimensiones. Las paredes estaban totalmente desnudas a excepción de unos tubos transparentes por donde circulaban luces multicolores a gran velocidad. Esos tubos estaban a pocos centímetros del suelo y rodeaban todo el períme-tro de la cabina.

Cerré un momento los ojos mientras me sumergía mentalmente en las gratificantes sensaciones que me embargaban. Alguien me rozó suavemente en un hombro y abrí los ojos. Era la persona que me había guiado hasta allí, me sonrió y noté que me decía mentalmente:

Creo que ya estás preparado. Te hemos traído aquí porque podemos reproducir unas condiciones ambientales especiales en cuanto a armonización y sintonía tanto física como astral y mental. Estas condicio-nes son necesarias para afrontar la experiencia que vas a vivir.

Vamos a recibir unas imágenes que son proyecciones extra-temporales, esto es, en base a unos parámetros, determinar el probable resultado final de una situación previamente planteada. Son problemáticas que afectan a tu planeta y que dada la trayectoria de los acontecimientos tienen muchas posibilidades de convertirse en realidad.

Me preguntó si estaba dispuesto. Asentí con un movimiento de cabeza. Estaba muy tranquilo, no sabía de qué se trataba pero concentré mis sentidos dispuesto a no perderme nada.

Me pidió que cerrase los ojos y colocase mis manos sobre unas pequeñas almohadillas rectangulares que había en los brazos del sillón. Lo hice y al cabo de unos segundos comenzaron a desfilar por mi mente una serie de imágenes que una voz iba explicando. Parecía la proyección de una película, sin embargo, a los pocos minutos pude darme cuenta de que, aunque yo era espectador, captaba las imágenes con todo lujo de detalles, vivenciando olores, ruidos y sensaciones como si realmente estuviese formando parte de la historia que discurría ante mí.
Las primeras escenas eran de la Tierra en su máxima expresión de planeta vivo. La Naturaleza mostraba su esplendor en una gran variedad de especies de flora y fauna. Las imágenes presentaban profundos y verdes valles ricos en vegetación, elevadas cumbres de nieves perpetuas, mares bravíos y vastas praderas. Un sentimiento de orgullo me invadió: ¡Qué hermoso era nuestro planeta!

Después de ese recorrido por diferentes zonas, comenzaron a intercalarse una seria de escenas cortas, como flashes, que ya no eran tan gratificantes sino todo lo contrario. ¿Qué significaba aquello?, ¿qué había pasado?, ¿por qué me habían “cambiado la película?. El hombre que me acompaño durante toda la experiencia despejó mis dudas.

Hemos dado un salto en el tiempo trasladándonos a las primeras décadas del próximo siglo. Observa con atención.

Una cierta desazón empezó a ganar terreno en mi cerebro. Un sentimiento de desconfianza hacia lo que se avecinaba me hizo revolverme inquieto en el sillón, aunque no abrí los ojos.

Pude ver al hombre contaminando ríos y mares con desechos radiactivos, petróleo y residuos quími-cos, matando indiscriminadamente la fauna marina: focas, ballenas y otros animales eran sacrificados a mi-les por intereses meramente comerciales. Muchos ríos se habían convertido en canales de detritus, sin vida. Miles de aves morían sin protección. La tala indiscriminada de árboles causaba daños irreparables en el cli-ma, especialmente graves en la Amazonía. África, que en otros tiempos había sido una inmensa reserva de animales, había perdido infinidad de especies. Sin embargo, seguían organizándose cacerías y matanzas masivas. Los datos eran alarmantes: Habían desaparecido ya una quinta parte de las especies que en 1975 poblaban la Tierra. La utilización de armas químicas y bacteriológicas causaban estragos en la flora y fauna de grandes extensiones. El desastre era comparable al ocurrido en los tiempos de la desaparición de los grandes saurios, sólo que, esta vez, no se había producido por causas naturales, sino por la intervención directa del hombre en unos casos y por su negligencia en otros.

Y así fueron desfilando algunos ejemplos de los atropellos y agresiones que en las últimas décadas se habían venido cometiendo contra la Madre Naturaleza, desequilibrando de forma irrecuperable la ecología del planeta.

A medida que pasaba el tiempo, yo iba sintiendo como mi ánimo se empequeñecía más y más.

Las escenas finales mostraban una panorama desalentador: prácticamente la mitad de la superficie terrestre se había convertido en un desierto, la tierra estaba seca y agrietada por las repetidas sequías. Muy pocas especies animales habían logrado sobrevivir. Únicamente algunos insectos se habían adaptado al nuevo ambiente, pero con el agravante de que, en muchos casos, habían multiplicado su tamaño y agresividad. La falta de alimentos era un gravísimo problema al que se enfrentaban más de los dos tercios del planeta; las epidemias y las intoxicaciones masivas estaban a la orden del día.

No sólo me llegaba información sobre cifras o estadísticas comparativas, sino escenas reales y crudísimas que resultaban difíciles de admitir: sufrimiento, dolor, enfermedad, pobreza, plagas, agresividad, marginación, racismo. Eran los motores de la humanidad. Una humanidad que se había agrupado en las escasas zonas del globo donde aún era posible la vida. La superpoblación alcanzaba cotas desorbitadas. El fantasma del hambre sobrevolaba las ciudades.

Incapaz de seguir presenciando aquello, levanté mis manos de las almohadillas y abrí los ojos queriendo huir de ese futuro. Me pasé la mano por la frente tratando de borrar el horror que me habían produci-do las imágenes que acaba de ver.

Mientras tragaba saliva intentando aliviar mi garganta de la sequedad que la atenazaba, me informaron que prácticamente todos los datos que me habían mostrado estaban en poder de los científicos terrestres, que no se trataba de alarmismos sin base, sino de amenazas reales que se cernían sobre la humanidad y que los dirigentes de la Tierra sabían las consecuencias de lo que estaba pasando.

No había respuesta, yo lo sabía, no obstante, miré con ansiedad a mi acompañante buscando una salida.

La humanidad de la Tierra está equivocando su trayectoria en muchos aspectos. El constante desa-rrollo de la tecnología os impone unas normas de convivencia que, en apariencia, están implantadas para proporcionaros mayor libertad, pero en realidad la coartan. En los próximos años habrá una mayor incidencia de hechos desafortunados de todo tipo que experimentará vuestro mundo y sus habitantes no están ajenos a ellos. Por ejemplo: la polución atmosférica y de las aguas está destruyendo el ozono de las capas altas de la atmósfera y no se regenera suficientemente rápido. Esto hace que no se filtren las radiaciones solares y los diferentes tipos de cáncer hacen su aparición, aparte de otros tipos de enfermedades físicas y psíquicas.

La hipocresía preside vuestras relaciones. Mientras se construyen monumentos grandiosos a guerreros, éstos se dedican a cometer las mayores atrocidades en aras de la libertad del hombre, pero ¿de qué hombre?, ¿de qué acaban de masacrar?

Bajé los ojos, tuve que admitir, para mis adentros, que eso ya era una realidad en el presente. ¿Era, pues, tan extraño que los acontecimientos desembocaran en algo similar a lo que me habían mostrado?

Estaba desalentado. Sentí la presión de una mano amiga sobre mi brazo y poco a poco la angustia se fue diluyendo. Me repetí que se trataba sólo de proyecciones extra-temporales, de cosas que todavía no habían sucedido y que quizás no llegasen a producirse si se intercalaban nuevos acontecimientos.

Era una esperanza a la que quería agarrarme, aunque sabía las pocas posibilidades que había de que se produjera un cambio en nuestra forma de actuar. Mi cerebro necesitaba equilibrarse con alguna idea contrapuesta.

Cuando me sentí más tranquilo, cerré de nuevo los ojos dispuesto a enfrentarme con un nuevo bloque de información. Esta vez las escenas se referían al aspecto geológico del planeta.

Presentaban la Tierra como un planeta joven cuya corteza no estaba asentada del todo; un planeta en cambio y evolución constante que manifestaba sus movimientos internos por medio de volcanes o terremotos. Los continentes se desplazaban a la deriva muy lentamente, cambiando progresivamente la fisonomía del planeta.

Observé cómo a los dos movimientos continuos que tenía la Tierra, uno de rotación sobre su eje y otro de traslación alrededor del Sol, se había sumado desde principios de siglo un nuevo movimiento de balanceo, como el de un trompo que, perdiendo su equilibrio, estuviera a punto de caer.

En los años 60 ocurrió en las regiones heladas de la Antártica un fenómeno insólito: la aparición de algunos lagos de agua templada, cuya temperatura alcanzaba ya los 20 grados centígrados y seguía aumentando ligeramente cada año. La causa estaba en el recalentamiento del terreno a causa de la actividad telúrica del subsuelo.

La consecuencia final era el deshielo de grandes superficies y la subida paulatina del nivel del mar que, para principios del próximo siglo, se calculaba en tres metros. Las poblaciones costeras se veían afectadas llegando en la mayoría de los casos a desaparecer bajo las aguas.

Cuando las imágenes se centraron en el polo Sur, me pareció que nuestro mundo se asemejaba al fondo rajado de una olla de barro. Las fallas o agrietamientos que se originaban en ese punto tenían dimensiones que llegaban a varios miles de kilómetros de longitud y anchuras también desproporcionadas. La pro-fundidad de estas grietas alcanzaba cientos de metros.

El fondo del Océano Pacifico se estaba elevando al tiempo que el continente americano se iba hundiendo, en un movimiento de balanza normal en la vida del planeta. Este movimiento producía fuertes alteraciones en la presión interna del globo que ocasionaba rompimientos de fallas, tanto en tierra firme como en el fondo marino.

Cuando los rompimientos o deslizamientos de fallas se producían en tierra firme daban lugar a terremotos más o menos intensos, pero si ocurrían en el fondo marino las consecuencias eran mucho más graves, ya que por ellos se precipitaba el agua del mar hasta profundidades de altas temperaturas, lo que provocaba desequilibrios que tarde o temprano se manifestaban en la superficie en forma de seísmos, maremo-tos, aparición de volcanes nuevos, actividad de los antiguos… actuando éstos como auténticas chimeneas por donde escapaba incontenible la presión interna.

Después las imágenes mostraron los efectos que, sobre el precario equilibrio de las fallas, provocaban las explosiones nucleares que se habían realizado en el subsuelo en diferentes puntos del planeta. Nuevamente un sentimiento de rechazo me invadió, ¿es que los que hacían esas pruebas eran ignorantes de las consecuencias que conllevaban?

Los científicos y los militares de las grandes potencias saben perfectamente el estado actual del planeta y lo que ocurrirá si siguen experimentando. Sin embargo continúan haciéndolo porque priman los intereses económicos.

Por si me quedaba alguna duda, pude observar boquiabierto cómo la depurada tecnología de algunos países había logrado provocar movimientos sísmicos a voluntad, de tal manera que, conociendo el sistema de fallas de la Tierra, por medio de explosiones nucleares subterráneas y por efecto de la onda expansiva, producían terremotos en tal o cual parte del planeta, al ir chocando las quebraduras como si de carambolas de billar se tratara.

En un momento determinado el planeta se estremeció con violentas sacudidas y las escorias acumuladas en el polo Sur, por millones de años de combustión interna, provocaron que saliera disparada al espa-cio, como un cohete, una enorme porción de masa terrestre que, después de alejarse, tomó una órbita alrededor constituyendo así el segundo satélite de la Tierra.

Las imágenes eran de un realismo tal que me costaba trabajo creer que correspondían al futuro, a hechos que aún no se habían producido.

El imaginario eje de la Tierra varió 45º hasta colocarse casi perpendicular al plano de la elíptica. El cataclismo planetario fue general y en muchas zonas borró todo indicio de vida terrestre, vegetal y animal.

Giré la cabeza y miré con el ceño fruncido a mi acompañante, ¿pero eso va a ocurrir de verdad? – le pregunté sin poder contenerme.

Es muy probable que si los acontecimientos siguen el rumbo que llevan, dentro de unos años esas imágenes sean una realidad.

Pero, ¿qué se puede hacer ante semejante catástrofe que se nos avecina?, ¿cómo vamos a evitar que explote esta bomba si está ya encendida la mecha?

Me parecía que esa era la más alarmante de cuantas informaciones me habían dado; era algo que se escapaba de nuestro control y que parecía que iba a ocurrir de cualquier modo y que, con suerte, solo lograríamos retrasarlo un poco.

Ante su mutismo, mi cerebro encontró una luz al final de tan oscuro corredor y mis razonamientos me llevaron por intrincados vericuetos:

Si lográramos que los técnicos, los científicos y todos los hombres de ciencia del mundo aunasen sus esfuerzos para eliminar las causas provocados por el hombre, y si, después, trabajaran juntos para encontrar medidas que contrarrestaran a las fuerzas de la Naturaleza, si descubrieran como paliar los efectos que se fueran produciendo, si…

Interrumpí mis pensamientos con desaliento, eran demasiados condicionantes, todo estaba sujeto a un “si…” y al darme cuenta de las pocas posibilidades de que esa unión de objetivos a nivel planetario tuviera lugar, un sentimiento de abandono me invadió. Reconocí, a mi pesar, que era bastante improbable que los gobiernos cambiasen sus intereses particulares por una causa común. Sin embargo, no había que darse por vencido, tal vez…

Prefería dejar a un lado mis elucubraciones y cerré los ojos mientras respiraba profundamente, dejando que el aire se expandiera por mi interior. Pensaba que si no hubiera estado en ese lugar y con esas condiciones ambientales especiales no hubiera podido tener la suficiente entereza para aguantar la experiencia.

Lentamente mi pantalla mental se fue iluminando mostrándome la última tanda de imágenes. El contenido esta vez era muy sugestivo: la evolución cósmica del planeta Tierra.

Como si bailasen una melodía silenciosa aparecían los planetas deslizándose por el espacio siguiendo unas órbitas marcadas por una mano invisible y en un orden y armonía perfectos. Recordé lo que tantas veces había oído sobre la música de las esferas, ¿sería verdad?

Allí estaba la Tierra, los planetas del sistema Solar y… nuestro Sol, que seguía una trayectoria alrededor de la estrella Alción de las Pléyades, siendo una de las muchas que forman el sistema de soles de esa superestrella.

Pude ver cómo el Sol recorría la órbita situada en séptimo lugar alrededor de Alción. En este periplo tardaba unos 24.000 años, divididos en dos periodos de 12.000 años, de los cuales 2.000 son de luz y 10.000 de oscuridad, ya que ésta superestrella emite un anillo de radiación que nuestro Sistema Solar tarda aproximadamente 2.000 años en atravesar. En estos momentos la Tierra estaba entrando en ese periodo de luz.

Según me informaron, estos ciclos se han venido produciendo cada 10.000 años y han sido la causa de muchos fenómenos de gran trascendencia en el planeta Tierra, como las épocas glaciares y otros cata-clismos que modificaron la geografía y la vida. Aunque también se producían cambios a nivel psíquico y espiritual en los hombres que habitaban los planetas que atravesaban el anillo energético que rodeaba Alción.

Por otra parte en las primeras décadas del siglo XXI tenía lugar un hecho que afectaba significativa-mente a la Tierra: un planeta frío de un tamaño aproximado a 3.200 veces el nuestro se iba acercando progresivamente.

Este enorme astro era la tercera vez que invadía el Sistema Solar y su denominación cósmica era H3, aunque también se le conocía como Horcóbulus o Ajenjo.

Mi acompañante intervino para aclararme algunos detalles:

Los historiadores recogen el paso de H3 hace 240.000.000 de años. La Tierra estaba agrietada en su polo Sur por acumulación de escorias debidas a la combustión interna.

El paso de H3 tuvo una fortísima atracción gravitatoria sobre el planeta que se “rompió” por la parte más débil, saliendo despedido un gran trozo ígneo hacia él. Se colocó en la zona del cinturón de asteroides (este cinturón fue un planeta que se destruyó al paso de H3).

Poco a poco su órbita se fue adaptando a la actual. Muchos cráteres de vuestra luna fueron producidos por impactos de asteroides del cinturón.

El gigantesco planeta recorría una órbita tangencial y oblicua a la de la Tierra. En el momento de máximo acercamiento provocaría la destrucción de parte de la corteza terrestre y considerables trastornos geológicos. Su paso comenzaba a notarse, en principio, sobre todo a nivel climatológico, lo que afectaba a la fauna y flora y en general a todo el ecosistema planetario, incluido el hombre.

Abrí los ojos con sensación de agotamiento. Me sentía cansado y abrumado. No sabía que decir ni que pensar, o mejor dicho, mi cerebro parecía negarse a hacerlo, como si las neuronas se hubiesen convertido en corcho o no respondiesen a los estímulos. Miré a mi acompañante como perdido en el tiempo, sin saber que era presente, que pasado y que futuro. El se dio cuenta de mi estado de ánimo y se acercó, colocó sus manos sobre mi cabeza y enseguida noté un leve cosquilleo en la parte superior. Me parecía que un baño de luz tibia se desparramaba por mi interior inundando cada rincón. Respiré aliviado y me dejé llevar por las gratificantes sensaciones del momento. Creo que me dormí durante un rato. Cuando recobré la consciencia estaba con el resto de mis compañeros en la pradera de Cordiñanes, mirando hacia las estrellas, esperando ver algo moverse en la profundidad del cielo…

A medida que íbamos extrayendo datos de nuestro subconsciente crecía en nosotros la desazón. ¿Cómo era posible que la humanidad terrestre hubiera llegado a ese punto?, ¿era un proceso irreversible o había alguna posibilidad?, ¿qué se podía hacer ante lo inminente?. Unas veces veíamos claramente la intervención del hombre y su responsabilidad con la situación actual, pero, en cambio, otras nos parecía un castigo demasiado duro. Sin embargo, nos planteábamos: ¿era realmente un castigo o una oportunidad?. Cuando el fantasma del cataclismo se colaba en nuestras mentes en toda su magnitud una parte ancestral de nosotros mismos se revelaba y un sentimiento parecido al miedo cruzaba veloz, perseguido por razonamientos fugaces, que se apoyaban en las teorías aprendidas de nuestros Hermanos Mayores.

La información que nos fue transmitida por los seres del espacio en aquella reducida cabina triangular atrajo especialmente nuestra atención. Los datos parecían a veces muy concretos y otras nos daban la impresión de ser meras elucubraciones sin base.

El tema tocaba de lleno en uno de los móviles que nos había unido: el inconformismo con la situación actual, tal vez no tan desalentadora como la pintaban los extraterrestres, pero era innegable que si las cosas seguían por el rumbo que iban, la humanidad se tropezaría con serios problemas.

El panorama era desolador: la expansión incontrolada del tercer mundo, el desastre ecológico en marcha y los cambios sociales, mostraban al planeta Tierra con una humanidad desorientada y a la deriva.

¿Estaba escrito el futuro?, ¿era inamovible?, ¿estábamos abocados a vivir esas extrapolaciones que nos habían mostrado?, ¿qué era realmente una extrapolación?, ¿se podía adivinar el futuro?
Acael, una vez más, salió al paso de nuestras dudas:

LOS DATOS QUE OS DAMOS SOBRE EL FUTURO NUNCA SON ADIVINACIONES SINO POSIBILIDADES CON ALTOS PORCENTAJES DE SUCEDER, EN FUNCIÓN DE UNA APRECIABLE CANTIDAD DE PARÁMETROS QUE MANEJAMOS, PARÁMETROS SOBRE TODO DE TIPO CONDUCTUAL.

Y ES PRECISAMENTE ESE TIPO DE PARÁMETROS LOS QUE HACEN QUE EL FUTURO PUEDA CAMBIAR, PUESTO QUE POR MUCHOS PARÁMETROS QUE SE MANEJEN, UN SIMPLE DOLOR DE MUELAS PUEDE HACER CAMBIAR EL CURSO DE LA HISTORIA.

EN REALIDAD, EL FUTURO NO ESTÁ ESCRITO. NOSOTROS EN LAS EXTRAPOLACIONES, MANEJAMOS UNA PROSPECTIVA MUY DESARROLLADA, TENIENDO EN CUENTA TRES ASPECTOS: EL CEREBRO HUMANO, LAS ENERGÍAS MENTALES Y LA POSIBILIDAD DE QUE ESE HECHO ESTÉ REGISTRADO EN ALGÚN ARCHIVO O LUGAR DE LA ENERGÍA MENTAL.

ME EXPLICARÉ:

EL CEREBRO HUMANO ESTÁ CONECTADO A FUENTES DE INFORMACIÓN MUY POTENTES, PERO NO ESTÁ DESARROLLADO SUFICIENTEMENTE EL “SOFTWARE” COMO PARA ENTENDER LAS CLAVES DE LOS QUE ESTÁ AHÍ ALMACENADO, ES ESE GRAN SUPER ORDENADOR QUE LLAMAMOS ARCHIVO AKÁSHICO.

A MEDIDA QUE EL HOMBRE EVOLUCIONA, VA ADQUIRIENDO MÁS SABIDURÍA EN EL USO DE SU ORDENADOR PERS0NAL, QUE ES EL CEREBRO.

ES COMO SI LE FUERAN AÑADIENDO TARJETAS DE EXPANSIÓN, O LO QUE ES LO MISMO, ACCE-DIENDO A ZONAS DEL CEREBRO NO ACCESIBLES ANTES, SIMPLEMENTE PORQUE NO SE TENÍA LA GARAN-TÍA DEL BUEN USO DE LA INFORMACIÓN, PERO LA INFORMACIÓN ESTÁ AHÍ.

TENED EN CUENTA QUE LOS PARÁMETROS Y VARIABLES QUE SE MANEJAN EN PROSPECTIVA, DIGAMOS “AKÁSHICA”, SON VARIOS MILLONES.

NOSOTROS TENEMOS UN POCO MÁS DE ACCESO QUE VOSOTROS A LA INFORMACIÓN, PERO NO POR NADA, SIMPLEMENTE ES QUE HEMOS VIVIDO MÁS O HEMOS APROVECHADO MEJOR NUESTRO TIEMPO.

ESTO NOS PERMITE ACCEDER A INFORMACIÓN PROSPECTIVA Y NUESTRA LÓGICA NOS DICE QUE EL FUTURO NO HA SUCEDIDO. LA RESPUESTA A VUESTRA PREGUNTA SERÍA QUE TODO LO REGISTRADO ES RESULTADO DE UN ANÁLISIS PROSPECTIVO DE UNA SUTILEZA IMPRESIONANTE.

La ilusión, que tantas veces había decaído por la rutina, volvió a surgir ante nuevas posibilidades de investigar. Hicimos equipos de trabajo para aprovechar mejor la energía que nos animaba y buscamos entre los recovecos de nuestro cerebro todo lo que estaba oculto.

Otra fuente de información fueron los Manuscritos de Geenom, que seguían siendo una pieza clave para nosotros y, por supuesto, nuestro tercer canal: la comunicación con Acael que seguíamos manteniendo dos veces por semana.

Con cada nuevo descubrimiento se alimentaba más y más nuestro entusiasmo. En nuestra metodología de trabajo seguía funcionando la labor de equipo y, así, la información de partida era considerada como hipótesis de trabajo. Ningún dato era aceptado hasta que era contrastado, primero entre nosotros y después con Acael. Fueron años de trabajo y entrega en los que cada uno cumplíamos una función en el área con la que más sintonizábamos. Tuvimos que manejar cantidades ingentes de información, para después hacer una labor de síntesis.

Y, por fin, se concretaron una serie de trabajos monográficos del grupo y, al decir grupo no nos referimos sólo a nosotros, sino que incluimos a todos los que participaron en su elaboración: Geenom (a través de los manuscritos), Fedam (con sus lecciones teórico-prácticas sobre psicología personal y de grupos), Teluc (con sus informaciones sobre medicina psicosomática), Ebaren (con sus magistrales nociones sobre el mundo de las energías), otros maestros que aparecieron esporádicamente cuando necesitábamos información sobre la historia de la Tierra o sobre Astrología o sobre capacidades paranormales… y sobre todo Acael, nuestro guía, que aparte de conducir de manera sabia las energías de nuestro grupo, de ser su auténtico catalizador, fue nuestro interlocutor continuo en todas las reuniones, para resolver las dudas tanto personales como de trabajo grupal que surgieron. Gracia a él, a su infinita paciencia y al amor que nos demostró en todo momento, pudimos seguir adelante.


Continuará….

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