Nunca he supuesto que iba a tener que enfrentarme a un tema así, ya que generalmente este problema en alguna forma se asocia a algo impuro, que se trata de ocultar, además que por lo que sé, en muchos casos el aspecto realmente produce un rechazo.
Desde hace un tiempo se me ha manifestado como una erupción en el cuello, justo donde termina el cabello, lo cual me produce picazón, no siempre, pero por el consiguiente rascado, está rojo y me han dicho que podría ser un principio de psoriasis, lo cual por supuesto no tengo confirmado por un médico ya que me niego a ir, tratando de ver primero lo que hay detrás de ello a nivel energético, espiritual y luego poder tratarlo sola enfocando lo que representa.
Por consiguiente aprovecho para compartir con ustedes un artículo sacado del libro La Enfermedad Como Camino, de Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke, siendo el primero psicólogo y el segundo doctor en medicina y psicoterapeuta. A lo largo de los años he encontrado muchísimas respuestas valederas en el contenido y es por ello que lo quiero compartir:
LA PIEL
La piel es el órgano más grande del ser humano. Realiza múltiples funciones, las más importantes de las cuales son:
1. Delimitación y protección
2. Contacto
3. Expresión
4. Estímulo sexual
5. Respiración
6. Exudación
7. Termorregulación
Estas diversas funciones de la piel giran en torno a un tema común que oscila entre los dos polos de separación y contacto. La piel es nuestra frontera material externa y, al mismo tiempo, a través de la piel estamos en contacto con el exterior, con ella tocamos nuestro entorno. En la piel sentimos el mundo que nos rodea y ‘de la piel’ no podemos ‘salirnos’.
La piel refleja nuestro modo de ser hacia el exterior y lo hace de dos maneras. Por un lado la piel es la superficie en la que se reflejan todos los órganos internos. Toda perturbación de uno de nuestros órganos internos se proyecta en la piel y toda afección de una determinada zona de la piel es transmitida al órgano correspondiente.
En esta relación se basan todas las terapias de zonas reflejo aplicadas desde hace mucho tiempo por la medicina naturista, de las cuales la medicina académica utiliza solo unas cuantas (por ejemplo, zonas de Head (zonas de la piel que corresponden a la proyección de los reflejos viscerocutáneos). Merecen mención especial la del masaje de zonas reflejo de los pies, la aplicación de ventosas a la espalda, la terapia de la zona reflejo de la nariz, la audiopuntura, etc.
El médico que posee buen ojo clínico, examinando y palpando la piel averigua el estado de los órganos y trata las afecciones de éstos desde la zona de su proyección en la piel.
Ni lo que ocurre en la piel, mancha, tumefacción, inflamación, granito, absceso, ni el lugar de su aparición es casual sino indicación de un proceso interno. (Quiero saber cuál es mi proceso interno)
Antiguamente se utilizaban sistemas muy sofisticados para tratar de averiguar el carácter de la persona por el lugar en el que aparecían las manchas hepáticas, por ejemplo. La Ilustración echó por la borda estas “tonterías y supersticiones” – pero, poco a poco, volvemos a acercarnos a estas prácticas. ¿Es realmente tan difícil comprender que, detrás de todo lo creado, hay un esquema invisible que sólo se manifiesta en el mundo material? Todo lo visible es solo expresión de lo invisible, como una obra de arte es expresión visible de la idea del artista.
La piel no solo muestra al exterior nuestro estado orgánico interno sino que en ella y por ella se muestran también todos nuestros procesos y reacciones psíquicos. La piel es una gran superficie de proyección en la que se ven tanto procesos somáticos como psíquicos. Pero, puesto que la piel revela tantas cosas de nuestro interior, es fácil caer en la tentación no ya de cuidarla con esmero sino de manipularla mediante la cosmética. Si la piel es la expresión externa de lo que hay en el interior, todo intento de modificar artificialmente esta expresión es, indiscutiblemente, un acto de falsedad. Se trata de disimular o aparentar algo. Se aparenta lo que no se es. Se levanta una fachada falsa y se pierde la coincidencia entre contenido y forma.
Detrás de todos estos afanes por ser lo que no se es está la realidad de que el ser humano a nadie quiere menos que a sí mismo. Quererse a sí mismo es una de las cosas más difíciles del mundo. El que cree que se gusta y que se quiere, seguramente confunde su “ser” con su pequeño ego. Generalmente, solo cree que se quiere el que no se conoce. Dado que nuestra personalidad, en conjunto, incluida nuestra sombra, no nos gusta, constantemente estamos tratando de modificar y pulir nuestra imagen. Pero, mientras el ser interno, es decir el espíritu, no se modifique, esto no pasa de pura “cosmética”. Con esto no pretendemos descartar la posibilidad de que, mediante modificaciones de forma, pueda iniciarse un proceso dirigido hacia el interior.
Con la piel nos rozamos y establecemos contacto unos con otros. El contacto, ya sea un puñetazo o una caricia, se establece por la piel. La piel puede romperse desde el interior (por una inflamación, una erupción, un absceso) o desde el exterior (una herida, una operación). En ambos casos, nuestra frontera es atacada. Uno no siempre consigue salvar la piel.
ERUPCIONES: En la erupción, algo atraviesa la frontera, algo quiere salir. (Hay mucha información sobre el acné, pero no es esta la finalidad de este mensaje).
Una erupción siempre indica que algo que estaba reprimido trata de atravesar la frontera y salir a la luz (al conocimiento). En la erupción se ‘muestra’ algo que hasta ahora no estaba visible. Ello también indica por qué casi todas las enfermedades de la infancia, como el sarampión, la escarlatina o la roseola, se manifiestan a través de la piel. A cada enfermedad, algo nuevo brota en la vida del niño, por lo que toda enfermedad infantil suele determinar un avance en el desarrollo. Cuanto más violenta la erupción, más rápido el proceso y el desarrollo.
La costra de leche de los lactantes denota que la madre tiene poco contacto físico con la criatura, o que la descuidan en el aspecto emotivo. La costra de leche es expresión visible de esta pared invisible y del intento de romper el aislamiento. Muchas veces, las madres utilizan el eccema para justificar su íntimo rechazo del niño. Suelen ser madres especialmente preocupadas por la “estética” que dan mucha importancia a la limpieza de la piel.
Una de las dermatosis más frecuentes es la PSORIASIS. Se manifiesta en focos de inflamación de la piel que se cubren de unas escamas de un blanco plateado. (Esto no lo tengo por suerte, así que sigo con la esperanza de que no lo sea). En la psoriasis se incrementa exageradamente la fabricación de escamas de la piel. Nos recuerda la formación del caparazón de algunos animales. La protección natural de la piel se trueca en coraza: uno se blinda por los cuatro costados. Uno no quiere que nada entre ni salga.
Reich llama muy acertadamente al resultado del deseo de aislamiento psíquico “blindaje del carácter”. Detrás de toda defensa hay miedo a ser herido. Cuanto más robusta la defensa y más gruesa la coraza, mayor es la sensibilidad y el miedo.
Ocurre lo mismo entre los animales: si a un crustáceo le quitamos el caparazón, encontraremos una criatura blanda y vulnerable. Las personas aparentemente más ariscas son en realidad las más sensibles. De todos modos, el afán de proteger el alma con una coraza encierra un cierto patetismo. Porque, si bien la coraza protege de las heridas, también impide el acceso al amor y la ternura. El amor exige apertura, pero entonces la defensa queda comprometida. El caparazón aparta al alma del río de la vida y la oprime, y la angustia crece. Es cada vez más difícil sustraerse a este círculo vicioso. Más tarde o más temprano, el ser humano tendrá que resignarse a recibir la temida herida, para descubrir que el alma no sucumbe, ni mucho menos. Hay que hacerse vulnerable, para comprobar la propia resistencia. Ese paso se produce solo bajo presión externa, aplicada ya por el destino, ya por la psicoterapia.
¿Me pregunto si este susodicho caparazón no se puede formar por haber sido herida demasiado?
Si nos hemos extendido en el comentario de la relación entre la vulnerabilidad y el blindaje es porque, en el plano corporal, la psoriasis muestra esta relación: la psoriasis llega a producir ulceración de la piel, lo que aumenta el peligro de infección. Con ello vemos cómo los extremos se tocan, como vulnerabilidad y autodefensa ponen de manifiesto el conflicto entre el deseo de compenetración y el miedo a la proximidad. Con frecuencia, la psoriasis empieza por los codos. Y es que con los codos uno se abre paso, en los codos uno se apoya. Precisamente en este punto se muestran a un tiempo la callosidad y la vulnerabilidad.
En la psoriasis, inhibición y aislamiento llegan al extremo, por lo que obligan al paciente, por lo menos corporalmente, a abrirse y hacerse vulnerable.
Aún con todo esto, no tengo idea lo que me pasa. Por supuesto hay puntos que cuadran, pero otros que no. Mando esto, porque seguramente habrá quien se interese en ello.
Con amor, Alexiis.
2 comentarios:
Querida Alexiis: te sugiero que te pongas en la zona afectada, un poco de Aloe Vera (si es el natural, directamente de la planta, mejor). Van mis mejores deseos y muchos cariños para vos.
Muchas gracias Griselda,veré de conseguir el Aloe.
Con todo amor, Alexiis
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