23 de enero de 2010

LOS MANUSCRITOS DE GEENOM (III) Parte 3

6. El Yo Interno, el Espíritu.

Lo real y lo subjetivo.

Los logros materiales y espirituales.

La fuerza del Espíritu.

1 de Octubre de 1978

Sólo pasa hambre el que no sabe que tiene dos manos.

Para segar no utilices un martillo. Para andar por un camino no utilices una barca, la barca es para andar caminos en el mar. Para andar caminos en la tierra usa tus pies o usa un vehículo acondicionado a la tierra. Si tu camino está en el espacio no puedes utilizar vehículos de mar ni de tierra, deben estar preparados para volar. A cada medio, su vehículo.

Si alimentas tu cuerpo para que te sirva, debes alimentar tu espíritu para que también te sirva. Un espíritu poco alimentado es un espíritu débil, sin fuerza. Un espíritu bien alimentado es un espíritu que genera un tipo especial de energía. Es una energía que se contagia, que anima, porque animar es utilizar el ánima o dar vida al ánima.

No confundas realismo con subjetivismo. Realismo es que andas, que pisas las piedras del camino, que vives, que comes, que te alimentas, que amas, que todos los seres de la Tierra, que albergan un espíritu evolucionado, sienten y hacen las mismas cosas. Subjetivismo es creer que todo está hecho para y por lo que estimamos nuestro; enfocar todo bajo nuestra limitada manera de pensar.

No somos los más inteligentes, los más sabios. Por tanto, no podemos dar nuestra opinión como única y verdadera. Todos tienen algo que decir, todas las opiniones son válidas. El conjunto de todas las opiniones subjetivas dan como resultado una opinión objetiva. No debemos imponer nuestra verdad, porque es "nuestra verdad", no La Verdad. La Verdad es el conjunto de todas las verdades.

Si tienes un rasguño en tu mano, no te avergüences de enseñar tu mano, porque es un rasguño que ha ocurrido por utilizarla. El que guarda su mano está atronándola. El rasguño sanará. Una mano atrofiada sólo funcionará cuando se cambie. De todas formas, cuida el rasguño, que no se infecte, que no se agrande la herida para no perder la mano. Al contrario, debes cuidarlo, atender ese rasguño y desaparecerá y tendrás nuevamente una mano útil. No culpes a los demás de ese rasguño, ha sido producido por utilizar la mano.

En principio, al rasguño le aplicamos alcohol. Escuece, pero impedirá que la herida se infecte. Después, los consejos de las personas autorizadas en medicina, podrán indicarte el tratamiento a seguir para curarlo. Cualquier otra opinión no autorizada puede llevarte a perder la mano.

Cuida bien todas aquellas cosas que afecten a tu evolución espiritual.

Cuando estés en lo alto y mires abajo verás que hay mucha gente a un nivel muy inferior al que ocupas en ese momento, pero lo mismo que las naves despegan y aterrizan, los logros materiales se elevan y se estrellan porque son perecederos, porque duran tiempo limitado, porque solamente sirven para alimentar el cuerpo y la parte externa y más baja de la personalidad, el egoísmo. El egoísmo y todos sus derivados: la egolatría, el egocentrismo, todo lo dirigido a la valoración del ego, del yo externo, del yo mortal, del yo que desaparece. Lo importante es dirigir nuestros esfuerzos al YO, al YO con mayúsculas, al YO interno, al YO del que descendemos todos, porque esa es la moneda que nos ha dado el Padre.

Si al andar el camino vamos mirándonos los pies, no veremos el barranco o la valla, o las ramas bajas, y nos golpearemos, caeremos. Mira al frente, erguido. Si confías en ti, si sabes que dentro tienes el YO supremo, el Profundo, la Esencia, el Amor, podrán atacarte las fieras, podrán las zancadillas hacerte caer, pero siempre te levantarás en la misma postura, erguido, porque habrán hecho caer tu cuerpo, tu yo externo, pero el Profundo, la parte que llevas de Dios, no podrán doblegarlo porque es inmutable.

No te dirijas a los demás sin haber limpiado tu espíritu. No hables mediatizado, con miedo, porque las palabras se volverán contra ti. Si tienes miedo, no hables, porque es contagioso. Habla mirando a los ojos. Transmite tu fuerza por tu mirada. Di a otro que le amas, con los ojos, sin rencor, sabiendo que las palabras se transmiten por la expresión de los ojos.

Cuando ames a tu hermano, tus manos serán cálidas, reconfortantes. Si esperas que los demás hagan lo que tú puedes hacer, estás atrofiando tus manos, te estás autolimitando, estás enterrando la moneda que te ha dado el Padre. No malgastemos la moneda, no la enterremos, no hagamos hacer a los demás lo que seamos capaces de hacer nosotros mismos. Lo que puede hacer un hombre lo puede hacer otro, más tarde o más temprano. Si existe verdadera voluntad de hacerlo, lo hará.

Busca dentro de ti la luz que necesites y jamás existirá para ti lo imposible.

7. Las palabras y los hechos, la palabra como ayuda.

Referencias materiales y espirituales.

8 de Octubre de 1978

Los sentimientos no se definen con palabras. Los sentimientos se definen con hechos. Las palabras aproximan la imagen, los hechos son la imagen.

No ofrezcamos nuestra ayuda, nuestra mano, si luego no vamos a poder cumplir. Si buscas ayuda no cruces un océano tras ella, porque quizás tengas esa ayuda al lado y no la veas. Puede que sea insignificante, pero si la cuidas y la cultivas, esa ayuda puede convertirse en el gran árbol bajo el que te cobijes.

Si cuando comes un fruto plantaras la semilla, después tendrías un árbol que te daría muchos más frutos. Pero la semilla se tira, se desprecia y luego pasamos hambre. Si la naturaleza crea la semilla es porque tiene intención de hacerla crecer, florecer y dar nuevos frutos. No tires tu semilla a la basura, porque semilla es la palabra, son los hechos, es la mano y también tu cuerpo. Busca el terreno apropiado, pon en él tu semilla, riégala, hazla florecer y donde plantaste una tendrás cien.

Hay frutos que están a ras de suelo, hay frutos enterrados, pero también los hay en los árboles y para cogerlos hay que extender la mano, ponernos de puntillas, saltar. Saltemos entonces y arrodillémonos las veces que sean necesarias para coger el fruto. Hundamos nuestras manos en la tierra, bajemos la frente, pero también levantemos los pies del suelo para coger el de arriba. Busca el fruto correcto, porque puede haber frutos envenenados. Si buscas setas coge la especie que sepas es comestible, no indiscriminadamente.

Si para alcanzar el fruto necesitas que tu hermano te ayude, pide esa ayuda, pero tienes que estar dispuesto, si te lo pide, a ayudarle en otra ocasión, para que él también tenga acceso al fruto. Ten en cuenta que aunque las nubes estén bajas no podrás hacer llover por mucho que intentes estrujarlas, porque las nubes son vapor de agua y se filtrarían entre los dedos.

Busca el fruto concreto. No busques cosas etéreas. Tú tienes un cuerpo que alimentar. Aliméntalo con cosas concretas y a tu espíritu con cosas concretas espirituales.

No ingieras por tu espíritu cosas que puedan ser venenosas. Analiza el alimento que tiene que recibir. Escucha, lee, aprende y que tu cuerpo no le haga perder ventaja al espíritu. No hagas como Esaú, que vendió su primogenitura por un simple plato de lentejas. Cuida tu cuerpo para que tu espíritu, la parte de Dios que tienes, esté cuidado. Pero también cuida tu espíritu para que el cuerpo también lo esté. Es una simbiosis con la que tienes que vivir. No descuides ninguno de los dos aspectos de tu ser. No puedes vivir sin uno de los dos. El material es individual, el espíritu es común, es como los dedos de la mano; unos son más largos que otros, pero todos cumplen su función, todos son dedos, todos conforman la mano. Tú puedes ser cualquier dedo, pero ten en cuenta que hay más, unos más cortos, otros más largos, pero todos igual de importantes, unidos a la palma, unidos a la cavidad que les hace útiles.

8. Los tropiezos del camino.

El compromiso con la Tierra.

22 de Octubre de 1978

Cuando un niño tropieza y cae, inmediatamente os aprestáis a levantarle del suelo y comprobar que no ha sufrido daño. Del mismo modo, los hermanos mayores os ayudamos a levantar vuestro cuerpo y vuestra mente cuando caéis.

Así como los niños tropiezan y caen, como algo natural en su aprendizaje, así tropezaréis una y mil veces hasta que sepáis andar; entonces estaréis en disposición de ayudar a los que tropiezan, porque tendréis seguridad en vuestros pasos.

Del mismo modo, si viajáis a la estrella más brillante, deberéis ir acompañados por el que sabe volar, pues de lo contrario os estrellaríais y no sabríais como levantaros.

El Sol brilla para todos igual, no hace distinción de razas, de credos ni posiciones sociales o económicas. No podemos monopolizar el Sol, está en la naturaleza y es para todos. A los que utilizan la naturaleza para lucrarse les será negada la naturaleza. Además, tanto como recibes así serás exigido. Cuanto más recibas de más tendrás que responder.

No odies a tu mano izquierda, porque podrá ayudar a la derecha cuando se encuentre atada. No odies a tu mano izquierda, porque si pierdes la derecha será ella la que te ayude a comer.

Muéstrate abierto a los demás, que los filtros naturales que posees filtrarán lo que sea natural de lo que no lo sea. No te inhibas de tus obligaciones, porque tú las has elegido y lo que tú no hagas no lo harán los demás por ti. Tú no has nacido por casualidad, tienes tu misión que cumplir, pero si has nacido por causa del amor tu obligación está en amar.

Dirige toda tu energía hacia el fin para el que has sido creado y si en esta vida has recibido uno, en la siguiente tendrás cien. Si tu espíritu en esta vida está comprimido, lucha por hacerlo centrífugo y en la próxima vida tendrás un sol en lugar de un átomo. Viaja a la estrella más alejada y verás que el sitio donde habitas es un punto simplemente en la inmensidad del cosmos, que ni siquiera es posible distinguir su contorno, solamente su brillo opaco, porque el mundo donde habitas es un mundo opaco. Era un mundo brillante y ahora es un mundo opaco. De ti, de todos, depende que está opacidad vuelva a ser luz.

Si tú emites vibraciones positivas, tu mundo al final emitirá vibraciones positivas. Brillará y vibrará formando una música que será una nota más en la sinfonía cósmica, una nota armónica, no discordante como lo está siendo ahora. Ahora es una nota discordante, pero todos estamos luchando por hacerla armónica, sonora. Estamos tratando de hacer más bella la sinfonía cósmica.

Tú no has nacido por casualidad, tú has nacido para afinar esta nota. Cuando la hayas afinado serás un compositor, después habrá que afinar otras muchas notas discordantes que existen en todo el Universo. Arregla antes tu propia nota y después podrás afinar las de los demás.

Sé consciente que dentro de ti hay notas discordantes, que no emites una sinfonía armónica, y entonces podrás dedicarte a formar una bella sinfonía con tu cuerpo y con tu espíritu. Después será la ocasión de ayudar a componer la sinfonía y las notas discordantes del resto de tus hermanos.

Cuando todo se haya logrado, la Tierra volverá a ser parte de la sinfonía cósmica. Volverá a brillar y entonces podrán desarrollarse todos aquellos sentidos, todas aquellas aptitudes que, por ser un mundo opaco, no os están permitidas.

9. El sentido de la vida.

La planta del amor y la planta del odio.

29 de Octubre de 1978

La vida empieza a tener sentido cuando una abeja toma el polen de una flor y fecunda a otra flor; cuando un perro muere de dolor porque ha muerto su amo; cuando un hombre mira tiernamente cómo nace y cómo crece su hijo; cuando un hermano mayor ayuda a levantarse a un hermano pequeño.

La vida tiene sentido cuando ayudas a otro a ponerse de pie y a andar, cuando respiras hinchando tus pulmones de aire y notas que no estás solo, a pesar de estar en un desierto; cuando miras al cielo y ves que las estrellas dominan el firmamento. Comprendes, entonces, que no estás solo, que la vida es mucho más que el simple palpitar de tu corazón.

La vida tiene sentido cuando andas, cuando evolucionas y no dejas tras de ti amargura; cuando detrás has dejado alegrías, cuando has dejado amigos y hermanos. Cuando has dejado un grato recuerdo en todo aquel que te ha conocido, es cuando la vida tiene sentido.

Si detrás de ti has dejado odio, piensa que esas son las raíces de la planta del odio, y que los frutos que cosecharás en el futuro serán frutos amargos, ácidos. Si la planta que crece tiene raíces de amor, los frutos serán dulces y nutritivos y serán tu alimento en el andar de cada día.

Si estás en un laberinto y todo tu afán consiste en encontrar la salida con ansiedad, cuando vuelvas a caer en el laberinto tendrás que perder el mismo tiempo, porque no te habrás aprendido el camino. Busca la salida aprendiéndote el camino, no desesperadamente.

No cortes los árboles, porque los árboles hacen que el terreno sea más esponjoso, más fértil, más abierto a la humedad y a las lluvias. Los árboles son los pasos y las actitudes que tomas en la vida. Bajo esas actitudes se cobijan los pensamientos y las ideas de los demás.

Tu mirada debe ser clara y limpia, directa a los ojos del que hablas. Si te rehúyen tu mirada, ya sabes que tu interlocutor está plantando un árbol de miedo, de odio y de amargura.

Es muy sencillo: en tu mano izquierda tienes la semilla del árbol del odio. En tu mano derecha la semilla del árbol del amor. Tuya, exclusivamente, es la decisión de plantar una u otra. Si plantas la semilla del amor, extiende tu mano con la semilla del odio para que las aves del cielo se la coman, porque su fruto no es comestible para el hombre.

No tengas en cuenta los halagos de los demás cuando estés en lo alto. Solamente en las ocasiones difíciles se muestran las verdaderas intenciones de los que nos rodean. Verás al temeroso que se esconde y no te mira, al falso que se acerca y te dice que no has obrado correctamente, al que intenta hacer leña del árbol caído. Pero también verás a los que andan a tu lado, a los que no intentan hacer de tu caída su elevación. Aquéllos son los que no tienen personalidad propia, son los que viven gracias a la personalidad de los demás. Cuando triunfan, están a su sombra; cuando fracasan, se empinan sobre el árbol caído. No te ates a los halagos. El que te quiere no te halaga, te apoya sin palabras. Sabrás quién es el que te quiere cuando te veas reflejado en él.

Los cazadores, cuando salen al campo, sueltan los perros para que busquen la presa. Los cazadores furtivos, los que están agazapados y escondidos, se aprovechan de la pieza que se levanta cuando llega el perro del cazador; siempre están aprovechándose del trabajo de los demás.

Apoya tu mano sobre el hombro de aquellos que andan contigo, porque si te sientes débil, ellos te cogerán, y si te sientes fuerte, andaréis más deprisa. No metas en tu zurrón piedras. Mete las reacciones positivas de tu cerebro; esos son los motores que deben mover tu iniciativa.

Limpia tu espíritu de piedras que lo hagan pesado. Llénalo de buenos sentimientos y podrás ir mucho más deprisa.

Usa tu imaginación. Usa tu cuerpo y los medios que la naturaleza pone a tu alcance. No tengas temor porque los cobardes no andan, se esconden, se atrofian, restringen su capacidad creativa y su capacidad de amar, porque se han convertido en seres egoístas.

Sé generoso, que para serlo hay que tener valentía.

10. La vida como escuela.

Por qué nacemos.

11 de Noviembre de 1978

Vivir en esta tierra es como ir a la escuela. Cada uno de los acontecimientos que vivimos son las lecciones que tenemos que aprender. Una vida sin problemas es como una escuela sin aulas, sin profesores, sin materias que estudiar.

Nacemos para aprender. Cada vez que morimos sufrimos un examen que nos capacita o nos imposibilita para ascender a planos superiores. Nosotros mismos somos los catedráticos y nosotros mismos decidimos si hay que repetir curso o no, si hay que repetir alguna materia o no, y si hay que repetirla, en qué condiciones ambientales podremos estudiarla mejor.

Teniendo el convencimiento interno de que el andar por la vida es una acumulación constante de conocimientos, las dificultades las veremos como lecciones que hemos de aprender. Quizás algunas se nos hagan más difíciles que otras. Quizás algunas lecciones estén más de acuerdo con nuestra forma de ser y de pensar, por tanto las asimilaremos antes, porque serán materias que ya habremos estudiado concienzudamente en vidas anteriores. Pero también habrá lecciones que nos cuesten más trabajo porque no vayan tan directamente relacionadas con nuestra forma de ser y de pensar. No obstante, hay que estudiarlas y aprenderlas porque, no conociendo el futuro inmediato, debemos adquirir conocimientos para poder hacer frente a las dificultades de todo tipo que se presenten.

El hombre es un ser débil e indefenso que actúa con violencia y egoísmo para defenderse de sus semejantes. Debería actuar humildemente y generosamente para acercarse a ellos. Es posible que sufra muchas decepciones y muchas traiciones, pero estará a bien con su conciencia, con su Yo interno, que es, en definitiva, el que después será catedrático cuando abandonemos nuestro cuerpo actual. Dependerá de nuestro grado de evolución que el ser de luz que encontremos al otro lado de la barrera seamos nosotros mismos, nuestro otro yo, nuestro Yo interno o profundo o se trate de un ser de luz diferente, más evolucionado y por tanto, más preparado para ayudarnos.

Si adquirimos suficientes conocimientos a nivel espiritual, podremos nosotros mismos, nuestro Yo interno, indicarnos nuestros fallos más íntimos para corregirlos en vidas posteriores.

Si hemos sido obtusos, retorcidos y egoístas, nuestro Yo interno no estará capacitado porque le habremos cerrado, en vida, la entrada de esos conocimientos adquiridos y tendrá que ser otro espíritu, otro ser de luz, el que nos indique dónde hemos errado.

El egoísmo aísla a un yo del otro Yo. El materialismo, la agresividad, el odio, separan a los dos "yo".

Limitar nuestro cuerpo a la búsqueda del placer es como andar por un camino utilizando un vehículo para el aire. Si hay que andar el camino, hay que hacerlo con las piernas, con los pies o, en último caso, con un vehículo de tierra. Pero dedicar únicamente nuestros esfuerzos a la búsqueda del placer, es minusvalorar nuestro cuerpo y nuestro Ser. No aprenderemos nada y tendremos que volver a empezar una y mil veces, estaremos sujetos con un ancla que tendremos que sacar después del fondo con mucho más esfuerzo.

Mirar por encima del hombro a los semejantes significa que después tendremos que ponernos de rodillas delante de ellos. Hablar con orgullo, con soberbia, significa volver a pedir perdón humildemente.

Durante el tiempo que estemos actuando con soberbia, el reloj de la evolución se encuentra parado y el reloj de la involución está en marcha. Únicamente de nosotros depende el poner uno u otro en marcha.

Continuará……

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