24 de octubre de 2007

EL MIEDO Y LA FE

Lo contrario del amor, en cierto sentido, no es el odio sino el miedo, el temor. Porque el odio no es nada tangible, es un vacío que significa la total ausencia de amor, un cero absoluto en la escala del amor. El miedo en cambio es otra entidad; es lo que cualquiera de nosotros experimenta cuando no confía en el amor que alienta en nuestro corazón.
No creemos en nuestro trabajo, en nuestro país y ni siquiera en nuestros hijos o en nuestros cónyuges. Como resultado de todo ello, podemos llegar a estar tan colmados de temores, incertidumbres y ansiedades, que al final nuestra vida se paraliza.
El miedo solo es inherente a la vida con materia física y se relaciona siempre con el cuerpo y con algún tipo de supervivencia. Si lo examinamos, nos daremos cuenta que siempre está relacionado con cierta ansiedad de ser físicamente dañado, de no poder perseverar en algo, de no tener suficiente dinero para sobrevivir, de morir.
Cuando uno ya sabe que no es solo cuerpo físico, la dinámica del miedo empieza a perder su poder. Sin embargo, el recuerdo del miedo permanecerá dentro de las células del cuerpo, porque es intrínseco al cuerpo material y reminiscencia de la conciencia ancestral. Es la manera en que nuestro cuerpo nos advierte.
Es verdaderamente sorprendente la cantidad de gente que se considera un cuerpo. No se dan cuenta que la identidad es una creación que puede ser descartada y vuelta a fabricar; que es ilusoria, irreal y de la cual, como alma, podemos prescindir. Tomar conciencia de esto marca un gran paso en nuestra liberación del miedo. O, más específicamente, de nuestro MIEDO al miedo.
El miedo es el asesino, abre las puertas a la negatividad, a la manipulación y al control externo. El antídoto está en experimentar contacto con nuestro Ser Superior.
Se dice siempre que la fe mueve montañas, pero en realidad, ¿cómo es el accionar de esta Verdad?
Fe es la convicción de que algo bueno va a ocurrir, es creer anticipadamente de que algo bueno en que pensamos se nos va a dar, y por consiguiente, la orden que recibe nuestro subconsciente es muy fuerte. Siempre asociamos la fe con algo bueno, algo que anhelamos y deseamos, es decir, la fe y la “buena suerte”, para aquel que cree, es lo mismo.
Creo que algo va a salir bien, y nuestra mente hace que se cumpla porque ella crea todo lo que tenemos en ella con suficiente convicción, de lo cual se deduce también que aquello a lo que tememos, nuestra mente nos lo brinda. Vale decir, al temer le damos poder a algo o a alguien para que nos dañe o nos haga sentir mal. Temer es dudar de lo contrario a lo que nos pueda suceder: temo por mi salud, es dudar de que tengo salud, etc.
El Temor y la Fe son dos caras de una misma moneda. La ley de la mente subconsciente sigue actuando. Si tú crees que algo o alguien pueden dañarte, tarde o temprano ese temor hará que se manifieste. Si tú por el contrario tienes fe en que nada ni nadie puede dañarte, no habrá planteo alguno que convenza a tu subconsciente de que algo o alguien pueden dañarte. Por ello, el Temor y la Fe son consecuencia del poder que tú les das.
Ahora bien, todos sabemos que, al que de chicos llamamos ‘cuco’ u ‘hombre de la bolsa’, es una especie de monstruo o persona mala con la que los padres asustan a los chicos para que se porten bien. Ahora de grandes sabemos que el cuco nunca existió y no tiene poder alguno para asustarnos, pero cuando chicos, como creíamos en él ese cuco tenía el poder de infundirnos miedo. Sin embargo, hoy sabemos que no existe, porque ya no creemos en él – eso es todo – nada ha cambiado, ese cuco no existió jamás, lo único que le daba vida era creer en él. Ahora hemos cambiado de manera de pensar, sabemos que era falso y somos libres de esa ilusión llamada ‘cuco’.
Exactamente lo mismo ocurre con toda forma de mal que se nos manifiesta en nuestra vida cotidiana, ya que todo el mal es un cuco, y solamente el poder que tú le das es lo que lo hace real.
Nosotros tenemos el Libre Albedrío de elegir a qué ideas darle poder, y por consiguiente somos nosotros mismos los que forjamos nuestro destino, y solo depende de uno mismo las compañías mentales que nos acompañan en nuestra vida.
Ve claramente, DE TI DEPENDE, eres libre hasta de ser Esclavo.

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