CAPÍTULO 11 MUNDOS SUBTERRÁNEOS
No ignoremos el subsuelo de la Tierra, porque hay mucho que decir de las zonas subterráneas de vuestro mundo, y hay muchas cosas que tenéis que saber de su progreso evolutivo. Existen muchas capas, muchos mundos más allá de vuestro campo de visión.
Allí también hay muchas cosas escondidas deliberadamente, lejos de los ojos de los curiosos; ahora está empezando a emerger mucho más que el mero conocimiento de las ciudades y bases secretas subterráneas de los gobiernos, a medida que vuestra activada Deidad Solar ilumina el sendero de la ascensión de la humanidad,,, y la Atlántida resurge en vuestro recuerdo.
A medida que vais más allá de los límites externos de vuestro mundo “conocido», descubrís por todas partes que la vida se abre camino allí donde las fórmulas biológicas de las instituciones convencionales de latiera no son aplicables. Esta es la maravilla del Creador Primordial, que lleva la vida a los escenarios más improbables del universo. Para todos nosotros, chispas de lo Divino, es la maravilla de formar parte de todo ello y de ser la «totalidad de ello» al mismo tiempo.
Los biólogos conservadores se aferran a la convicción de que la vida, aparte de sus formas más elementales, no puede existir sin cierta presencia de los rayos solares, excluyendo la posibilidad de que existan seres vivos bajo tierra. Ellos confinan el ilimitado medio biológico de latiera a los habitantes del mundo superficial —su infinito laboratorio viviente—, y sin embargo hay miles de especies que aún no han sido detectadas. Así de vasta es la biodiversidad de vuestro planeta.
En la negra oscuridad de la fosa de las Marianas, tan por debajo del nivel del mar que la luz del Sol no puede penetrar en sus profundidades tintadas, cientos de miles de especies espectaculares crecen inalteradas; y gran parte de ellas aún esperan ser descubiertas. Sin embargo, la mayoría de los pensadores convencionales siguen insistiendo en que la existencia de luz solar es un requisito indispensable para que exista vida en la Tierra, y más allá.
Queremos declarar enfáticamente que la mera ausencia de luz visible de Ra no excluye la presencia de vida, y sugerimos que ha llegado el momento de que os libréis de ese prejuicio. Es suficiente con investigar la profundidad de vuestros grandes mares para saber que formas de vida única y aún no descubiertas proliferan en los entornos del planeta donde no llega la luz del Sol.
Recordad que el rango de luz visible no es sino una fracción del espectro electromagnético. Y, asimismo, las formas de vida que necesitan esa luz no son sino una fracción de las que pueblan el mundo material. Otras crecen bajo las emanaciones de los extremos superior e inferior del espectro electromagnético; son las formas de vida biológicas que dependen de la «luz invisible».
No hay límite a la abundancia de vida (en toda su miríada de formas) que está más allá de vuestra conciencia. Sólo vuestra limitada imaginación os impide daros cuenta de que la vida abunda por doquier: dentro y por encima de vuestro mundo superficial; en los éteres, en las densas rocas y minerales, en el espacio exterior, en la oscuridad y en la luz.
Sugerimos que quienes se niegan a considerar la posibilidad de que exista vida en el subsuelo o sobre los planetas de remotas galaxias solos que creen en un planteamiento muy limitado de un universo infinito. Intentar contener las maravillas de la creación en alguna fórmula preconcebida de la biología terráquea o creer que, en un universo con billones de estrellas, sólo un planeta que órbita alrededor de una estrella específica puede disfrutar de los requisitos necesarios para la existencia de la vida es, como mínimo, auto centrado y confinante.
A la gente de otros mundos le parece increíble cómo vuestra raza niega lo evidente: que los elementos químicos que componen Todo-Lo-Que-Es, así como las chispas conscientes que los «ponen en ignición», existen no sólo en vuestro planeta, sino por todas partes, a lo largo y ancho del universo, formando una variedad infinita de combinaciones que crean la soberbia diversidad de la vida que define la naturaleza misma del cosmos. A pesar de la inmensa diversidad, prevalece la igualdad de toda vida, porque todos los seres son manifestaciones conscientes de ese pensamiento primordial del Creador.
Éste es un aspecto que nunca debemos pasar por alto en nuestra exploración de otros mundos, seres y civilizaciones, cuando examinamos el efecto de nuestros intercambios tanto en el universo como en nuestra experiencia individual. Aun así, negando cualquier posibilidad que quede fuera de las fórmulas establecidas por los biólogos —esos analistas «científicos» determinados diseccionar los milagros del Creador Primordial—, la humanidad intenta continuamente definir los límites de la biodiversidad gaiana. , a pesar de todo, casi cada día se descubren especies desconocidas en las profundidades oceánicas y en los desiertos, en las selvas y en las tierras heladas.
Y Siempre adaptándose, siempre encontrando nuevas formas de sobrevivir, siempre desafiando las limitaciones del pensamiento dogmático: ¡así es la naturaleza de la vida sobre la Tierra, tal como es también en los cielos! Sabed asimismo que a medida que el tiempo empieza a combarse, las grietas producidas en el marco tridimensional están sacando a la luz criaturas prehistóricas, tipos de bacterias supuestamente extintas y mutantes de lo que llamáis el «futuro». Estas criaturas pronto pasarán de la leyenda, el mito y la ciencia ficción al primer plano de la actualidad humana, donde serán investigadas, quemadas y «anatomizadas» en nombre del análisis científico.
Os estamos diciendo que la vida abunda en todos los niveles de la existencia: en cada medio ambiente, de una forma u otra, simultáneamente. El universo material rebosa vida; los reinos multidimensionales son pura conciencia. Se encuentra sobre vosotros, a vuestro alrededor y por debajo. También en el interior. Y, aunque la mayoría de la raza humana sigue creyendo que el suyo es el único planeta que alberga vida en el cosmos —lo que os sitúa en el lugar de ser los maestros del universo—, os aseguramos que los incontables billones de criaturas pensantes y conscientes que viven cerca de vosotros —sobre la Tierra y dentro de ella, por todo el universo multidimensional y en los éteres— no necesariamente os perciben así.
Por lo tanto, os pedimos que os permitáis al menos visualizar la posibilidad de que la vida también puede existir bajo tierra, allí donde antes sólo habéis imaginado cieno y fantasmas infernales,,, o nada más que rocas humeantes y un vacío vaporoso. Tal vez una serpiente o reptiles haya deslizado por la imagen consciente que tenéis de ese mundo, pero pocos estáis dispuestos a aceptar abiertamente la idea de que sociedades contemporáneas de seres pensantes, productivos y altamente evolucionados puedan realmente existir en el submundo privado de luz solar. Sin embargo, es así.
Durante incontables milenios, las llanuras internas de vuestro planeta han albergado colonias muy notables de exquisitas especies de plantas y animales, y entre ellas se hallaban también vuestros antepasados humanos olvidados de la Atlántida. El mayor colectivo de nativos que vivía en las zonas costeras altamente pobladas del continente pereció durante la última gran glaciación, el final del segundo ciclo de la Atlántida. Un número sustancial de habitantes de las montañas sobrevivió refugiándose en la calidez del cuerpo interno de Gaia, porque en el continente de la Atlántida había numerosos pasadizos hacia las tierras profundas de vuestro planeta.
Como en el caso de muchos seres de todo el cosmos, las migraciones de vuestros antepasados hacia las «tierras de cuevas» tenían originalmente la intención de ser un alivio temporal: cuestión de esperar hasta que pasaran los cataclismos de la superficie desde el puerto seguro del ser interno planetario. Los pioneros atlantes confiaban en que allí hallarían protección y en que se les mostraría una manera de sobrevivir, especialmente porque la superficie helada se había convertido en un entorno completamente inhóspito, y la muerte era segura para aquellos que continuaran arriba. No tenían ningún otro lugar adonde ir.
Sin embargo, a medida que viajaban hacia dentro, muchos de los evacuados de la superficie se dieron cuenta de que habían llegado a un paraíso terrenal; era como si la vida en las difíciles condiciones que prevalecían en la superficie les hubiera servido de entrenamiento,,, pero ya se habían graduado y, en cierto sentido, habían «encontrado el cielo». Allí, en el rico subsuelo del continente, los pioneros atlantes encontraron todos los elementos geofísicos necesarios para sobrevivir a la congelación del continente, y algo más.
El interior de la Tierra era cálido y frondoso, y a medida que penetraban más adentro encontraron, para asombro suyo, abundancia de agua: primero arroyos y después ríos que finalmente los llevaron a las costas del gran mar, que sustentaba algunas formas de vida muy inusuales. Aprendieron rápidamente a adaptarse a las dificultades de su nuevo hogar estudiando e interactuando con las especies del subsuelo. Entre ellas había fuentes de alimento, vigilantes del otro mundo, portadoras de luz y carroñeras. Todas eran respetadas por el papel que desempeñaban la hora de mantener un equilibrio perfecto en los ecosistemas.
Los atlantes del segundo ciclo, que sentían un respeto absoluto por todas las formas de vida sobre la Tierra, no invadieron el subsuelo, y sus planteamientos respetuosos los ayudaron a aclimatarse. Considerad ahora que, hacia el final del segundo ciclo, la civilización atlante había alcanzado un alto grado de sofisticación tecnológica.
¿No creéis posible que dominaran la tecnología hasta tal punto que les permitiera disfrutar de iluminación, entornos climatizados y otras comodidades modernas como las que vosotros habéis creado desde comienzos del siglo XX, en tan sólo cien años de tiempo lineal? Deciros que generaciones de atlantes de la segunda generación construyeron complejos entramados energéticos y 1V1U1NJ-/W3 O extensas redes de iluminación artificial (con las que consiguieron cultivar abundantes alimentos) en el fondo de la Tierra puede poner a prueba vuestra credulidad, pero no debería hacerlo, porque no es un logro mayor que vuestros extraordinarios éxitos tecnológicos, conseguidos en mucho menos tiempo.
Hasta el día de hoy, la agricultura hidropónica, estimulada con luz artificial, abastece más del 80% de los alimentos necesarios para abastecer a estas poblaciones vegetarianas del subsuelo. La red de generadores de luz activados mentalmente de la Última Generación del tercer ciclo de la Atlántida sólo es un ejemplo de la tecnología necesaria para crear tales plantas energéticas subterráneas.
Vuestros ingenieros contemporáneos serían capaces de inventar soluciones mucho más sofisticadas que las que están diseñando para las estaciones militares subterráneas si se les asignara la tarea de abastecerse energía las profundidades del mundo interno. Tales diseños entrarían, necesariamente, en la categoría de sistemas de «energía gratuita”, fuentes de energía ecológicamente sanas que exigen reciclar los residuos aprovechar los vientos y las aguas de Gaia para generar luz y otras formas de energía.
Estos métodos están a vuestra disposición ahora; bastaría con que el poder pusiera la ecología terrestre por delante del beneficio y la avaricia. Con sólo imaginar los últimos cien años de progreso y los avances tecnológicos conseguidos por vuestra raza, vuestra resistencia a estas ideas cedería y acabaríais maravillándoos ante tales posibilidades. Y hablando de posibilidades maravillosas, ahora queremos hablaros de una tierra utópica de belleza y luz, que, desconocida para la mayoría dela raza humana, existe realmente en la realidad física contemporánea de vuestro planeta.
En el profundo mundo interno de Gaia existe una civilización muy activa y pujante de seres altamente evolucionados, descendientes de los primeros colonizadores atlantes del subsuelo. Protegidos de las alteraciones geofísicas y de los torbellinos que han barrido vuestro mundo superficial durante tantos millones de años, los atlantes no sólo sobrevivieron a la última gran glaciación, sino que crearon un mundo soberbio en el útero de la Madre Tierra, una tierra de vibración yin. Una tierra conocida como Agartha. La idea de una gran civilización subterránea no es una hipótesis caprichosa.
El mundo de Agartha y su centro cultural, Shamballah, son bien conocidos para los estudiosos budistas y lamas, y son muchos los místicos y visionarios que han «visto» estas tierras y viajado allí en su cuerpo astral. Los afortunados y los elegidos de entre vuestros líderes espirituales visitan físicamente el lugar con regularidad. Ellos poseen un amplio conocimiento del mundo altamente evolucionado de la Tierra interna, porque se presentan frecuentemente en Shamballah, donde antes devolver a la superficie reciben guía y dirección de los sacerdotes de la Hermandad Blanca que presiden ese reino.
Sabios de muchas épocas han traído la sabiduría y la brillantez de la idílica civilización que florecen el subsuelo y este conocimiento está firmemente asentado en vuestra conciencia colectiva, esperando vuestro reconocimiento. A lo largo del tiempo terráqueo, diversas civilizaciones han interactuado con estos soberbios seres atlantes, porque siguen existiendo túneles en diversos puntos del planeta, y se han producido visitas de los agarthianos en distintos momentos cruciales del «tiempo superficial».
En épocas de grandes cambios de la historia terrestre, sociedades selectas, como los lemurianos, los tibetanos, los mayas, los antiguos egipcios, los druidas y los etruscos han sido visitados por los líderes espirituales de Agartha, que llevaron su sabiduría a la superficie para ayudar a las almas que transitaban por el mundo externo y para servir al propósito superior de Gaia. De éstos, los tibetanos, muchos de los cuales son almas reencarnadas de los atlantes del segundo ciclo o descendientes directos del tercer ciclo de la Atlántida, tuvieron contacto directo con Agartha hasta mediados del siglo pasado, cuando el Dalai Lama fue obligado a huir de aquellas tierras sagradas para siempre.
El portal tibetano situado en el vórtice espiritual de Lasha fue sellado con su partida y reemplazado por uno que se abre desde la India, partiendo de la base del monte Kailash, y desde allí algunos líderes tibetanos selectos, que han elegido servir de mensajeros, siguen viajando a Shamballah. También hay otros pasadizos hacia las tierras profundas de Agartha en puntos clave del planeta, pero todos están muy protegidos, porque son los puentes entre los mundos externos e interno, y esa vinculación hace que los entornos internos no contaminados sean extremadamente vulnerables a todas las formas de polución humana y radiación cósmica.
Mientras que la devastación humana de los ecosistemas superficiales continúa asolando y destruyendo la belleza innata de Gaia, podemos deciros que el entorno subterráneo ha permanecido, hasta hace poco, relativamente puro, libre de las emisiones venenosas y residuos tóxicos que se han vertido en vuestros ecosistemas superficiales y en la atmósfera. La supervivencia misma de estos hábitats contenidos depende de la gestión adecuada de todos los productos de deshecho y de la total comunión con los elementos. Esto se ha conseguido desde los días de la primera penetración atlante en el subsuelo.
Por desgracia, con la creciente explotación de las capas superficiales que propicia el Gobierno Secreto, la perfecta biosfera de la Tierra interna y la armoniosa vida del pueblo de Agartha se están viendo alteradas. Hasta la fecha, los ingenieros invasores sólo han logrado penetrar en la corteza, y aún están lejos de conseguir el acceso a Agartha. Sin embargo, su violación de las estructuras que forman el esqueleto de Gaia está alterando el equilibrio natural allí también.
Las basuras y las toxinas emocionales producidas por sus maquinaciones y oscuras intenciones revisten los túneles de sus estaciones militares subterráneas cada vez mayores. Estos pútridos productos de deshecho están penetrando en los conductos de aire y en las aguas que conducen al mundo interno, que sirven para sustentar la vida, manteniendo el ecosistema en equilibrio y armoniosa interdependencia. Las continuas pruebas militares en el subsuelo también están teniendo un coste, y los campos de residuos radiactivos han empezado a rezumar, rebasando los límites que antes protegían el mundo interno.
Allí, donde la enfermedad antes era desconocida, los efectos del envenenamiento radiactivo están empezando a manifestarse lentamente entre la población. Esta intervención agresiva, el pillaje de todos los recursos naturales y el desmantelamiento de los ecosistemas están destruyendo la armonía de estos mundos, porque es el corazón el que abre un espacio sin violarlo; el poder rasga y destroza.
¡Ah! —Es posible que estéis pensando— civilizaciones subterráneas, ¿Cómo pueden pedirnos los Emisarios que lo aceptemos como verdad? Entendemos que esta idea os abruma, porque como hijos de las estrellas os cuesta imaginaros tales mundos. Por lo tanto queremos explorar brevemente algunos de sus elementos fundamentales, de modo que acabéis preguntándoos si no es más plausible de lo que habíais creído. De los microorganismos que siempre han crecido en los mares subterráneos, algunos son fotosintéticos: unidades flotantes de luz almacenada que entran a través de los portales principales, situados en los polos norte y sur.
Billones de estas criaturas bioluminiscentes, moviéndose como un cuerpo singular, llevan luz a las aguas internas de la Tierra, estimulando el crecimiento de las plantas en las orillas y en el fondo del mar. Ellas forman la base de la cadena alimenticia, tal como lo hacen en los océanos de vuestras regiones polares, donde la luz solar no puede penetrar la superficie. Los microorganismos marinos fotosintéticos no son nuevos para vosotros; han sido estudiados y observados por los biólogos marinos.
Lo que los pensadores convencionales —ésos que ridiculizan la vida subterránea— pasan por alto es que el Creador Primordial sabe llevar luz a los rincones oscuros, tal corno hacéis vosotros. Esto no es más que un aspecto de cómo lo Divino manifiesta vida en cada respiración, en cada ocasión y en lo profundo de los mundos no cartografiados que existen más allá de vuestra conciencia. Tened en cuenta que os hemos hablado del espectro electromagnético infinito y recordad que existen muchas otras vibraciones de la radiación solar capaces de penetrar las capas superiores de la corteza terrestre y ser recibidas en el subsuelo.
Recordad, también, que es la luz del Creador Primordial la que determina de dónde surgirá la vida, y el rayo visible no es lo único que levanta la hoja de hierba de su cama. A pesar de nuestra determinación a la hora de explicaros la vida que habita en las profundidades, sabemos que, para la mayoría, la convicción de que la vida no puede existir en el «vientre oscuro» de vuestro planeta simplemente supera cualquier argumento lógico que defienda tal posibilidad, como también supera vuestra fe en el Divino Arquitecto.
Esta capa de pensamiento dogmático está tan profundamente arraigada en la mente de la masa humana que parece borrar toda la curiosidad con relación a la posibilidad de que allí pueda sobrevivir algo, borrando también la idea de toda una civilización subterránea que ha evolucionado (en términos espirituales) mucho más rápido que la vuestra. Nosotros también adoramos las deidades solares, de modo que comprendemos vuestra perplejidad ante tales estados de existencia.
Como la biología moderna niega la posibilidad de que la vida prospere sin luz solar, dejáis de lado la idea de civilizaciones subterráneas como puras historias sin sentido de la variedad Julio Verne, historias que han sido sembradas deliberadamente de ese modo en vuestras mentes consciente y subconsciente. Sin embargo, el rechazo humano de la mera idea de que existan civilizaciones subterráneas es, en cierto sentido, insostenible cuando se tienen en cuenta una serie de argumentos válidos: — Se basan en la actitud egocéntrica «lo que sabemos de la vida» de los científicos convencionales: una colección de conceptos fijos que no deja lugar a lo que ellos no saben sobre la diversidad biológica y los constructos multidimensionales.
— Muy poco de la exploración de la Tierra interna (ni actual ni antigua) ha sido dado a conocer públicamente, y buena parte de lo que se os está facilitando es deliberadamente erróneo. — Está sesgado por lo que la élite de poder quiere y no quiere que sepáis sobre sus actividades encubiertas en el subsuelo, y para distraeros de investigar sus gigantescas bases militares, sus laboratorios subterráneos biológicos y químicos, sus bases de operación altamente secretas, y Agartha. — No se consideran los distintos niveles de conocimiento tecnológico que existen en el universo y más allá del tiempo lineal, que proporciona soluciones relativamente simples a los problemas de iluminación, producción de alimentos, gestión de residuos y calidad del aire en el submundo.
Vuestro rechazo a esta idea está coloreado por vuestro miedo a la «oscuridad». Si queréis desarrollar una perspectiva multidimensional de vuestro mundo y de vuestro lugar en el universo, vais a tener que contemplar detenidamente no sólo lo que ocurre a vuestro alrededor o encima de vosotros, en la bóveda de seres celestiales que forman vuestros cielos.
También tendréis que considerar lo subterráneo, porque el mundo interno de Gaia —sus vastas tierras y mares— no son menos magníficos que los que se hallan en la superficie, una vez que los sentidos físicos ceden a las capacidades innatas de la percepción psíquica y se acepta la pérdida de la luz directa del Sol a nivel celular. Os basta con contemplar el pico arco iris del tucán o un campo de lirios para afirmar con convicción que nunca viviréis sin la vibración colorista y la cálida luminiscencia de las llanuras soleadas, tal como habéis conocido estas abstracciones hasta ahora.
Vuestro mundo exhibe los tonos más brillantes del espectro visible; ellos llenan vuestros ojos con su resplandor y esto, a su vez, evoca emociones en vosotros. Los colores estimulan vuestros sentidos. Sin embargo, os aseguramos que los seres que han evolucionado en el subsuelo no sufren en ningún sentido por falta de luz solar; por el contrario, viven unas vidas mucho más saludables y largas sin los efectos dañinos de la radiación solar.
Han evolucionado hasta hacerse mucho menos dependientes de los cinco sentidos, porque en el submundo se recibe bastante menos información a través de los mecanismos físicos: Sus percepciones y procesos biológicos son muy diferentes de los que caracterizan a los habitantes de la superficie, pero eso no hace que la experiencia subterránea sea menos significativa que la vuestra. Ojos, oídos, nariz, lengua y piel.
Os aseguramos que, a pesar de vuestro rechazo subconsciente de un mundo sin sol, hay aspectos de la vida subterránea que son, en varios sentidos, mucho más hermosos y nutricios que los que viven en la superficie. Mirad a vuestro alrededor y sin duda estaréis de acuerdo en que hay mucho trabajo que hacer para sanar el planeta Tierra.
Sois testigos de que la mano destructiva del ser humano está causando la pérdida de los últimos habitáis inmaculados; sufrís el calor y la esterilidad del cemento y del acero donde antiguamente pastos verdes refrescaban vuestras almas y os hablaban de días serenos y de la paz interna de Gaia. Incluso vuestros cristalinos cielos turquesa se están volviendo grises y brumosos, y el color desaparece lentamente de los paisajes más impresionantes de Gaia.
Distraídos por las ocurrencias de vuestra vida cotidiana y por los eventos globales, simplemente no os habéis molestado en preguntaros detenidamente por lo que está fuera de vuestro campo visual. Con lo que sabéis del planeta y vuestra penetración hasta sus lejanos confines, hay pocas razones para creer que quede mucho por descubrir en él. Superar las limitaciones de las creencias aceptadas—el síndrome «lo que sabemos» de la ciencia convencional— requiere inspiración, un intenso deseo de comprender el verdadero funcionamiento de vuestro mundo y, por encima de todo, la apertura mental necesaria para ver las cosas tal como verdaderamente son,,, y también como pueden llegar a ser.
Os dais cuenta de que la mayor parte de la humanidad simplemente se somete al dogma, porque a las masas les atraen las apariencias. La mayoría son reaccionarios pasivos que van avanzando con muy poca convicción hasta que algo altera el statu quo, y sólo entonces lidian con la alteración momentánea para restablecer el ritmo de sus vidas cotidianas.
Consecuentemente, la mayoría prefiere dejar de lado las ideas sobre nuevas fronteras y posibilidades imprevistas, porque exigen demasiada energía y pueden alterar fácilmente la marcha cotidiana. No olvidemos que las tecnologías de manipulación de la mente y los estados de ánimo estimulan la pasividad humana, y os han sido impuestas desde hace tanto tiempo que la mayoría de los seres humanos ni siquiera pueden recordar un espacio de pensamiento libre.
Sólo los más determinados de entre vosotros, ésos cuyo brillo corta como un láser la densidad de la indiferencia humana, han tenido el coraje y la visión de mirar más allá del escena Estos mecanismos han estado instalados y operando (a distintos niveles, en distintos momentos) desde los tiempos en que los Annunaki extendieron por primera vez su red magnética alrededor de vuestro mundo, hace cien mil años terráqueos. Rio y cuestionarse el verdadero significado de la obra que más tiempo lleva en cartel en la historia del teatro humano.
Vosotros, los rebeldes, habéis conseguido mantener vuestra integridad desviando las emisiones encubiertas de los ingenieros de la mente. Vosotros estáis nadando en los mares abiertos, sin temor a exponeros,,,a desafiar,,, a buscar. Celebramos vuestra fuerza y convicción. Al resto os decimos que existe todo un mundo, una realidad paralela, aquí mismo, debajo de vosotros, y que buena parte de lo que los líderes espirituales que llegan a Shamballah consiguen llevar al mundo externo se refleja en la condición humana de la manera más significativa.
Aunque vuestra comprensión de los posibles campos de existencia de la vida es extremadamente superficial (en el sentido literal de la palabra),os aseguramos que en todo el universo material hay muchas civilizaciones subterráneas compuestas por formas de vida de todos los contornos y perfiles imaginables,,, y muchas más de la variedad “inimaginable». Para muchos planetas, como Nibiru, el medio ambiente interno es más nutritivo que el externo, y, naturalmente, en esos habitáis han evolucionado civilizaciones con formas de vida compatibles, protegidas de las duras condiciones de la superficie.
En el caso de Nibiru, la expulsión del planeta de la vecindad de Sirio y el viaje subsiguiente atravesando el frío invierno galáctico le niegan la vitalidad de la energía solar. Ésta es una situación muy extraordinaria dentro de la mecánica celeste. Por tanto, durante miles de años, alquímica interna de ese cuerpo planetario ha tenido que ser abastecida por emanaciones cósmicas y fuentes de energía alternativas que aseguren su supervivencia mientras rebota de un sistema solar a otro, reuniendo y almacenando los recursos y la energía solar disponibles durante su tránsito por los respectivos campos solares.
El universo material alberga innumerables planetas que son inadecuados para sustentar vida en su superficie, y sin embargo su interior contiene complejas civilizaciones compuestas por vida inteligente y una vasta diversidad de criaturas y formas biológicas. Algunas, como las de las comunidades subterráneas de Marte y Nibiru, son una especie de proyecto de reubicación para poblaciones obligadas a evacuar sus civilizaciones superficiales y restablecerse bajo tierra, por razones no muy diferentes de las que teméis que se puedan dar en la Tierra, como la radiación devastadora, la destrucción de la atmósfera y bombardeos procedentes del espacio profundo.
Como hemos descrito en un pasaje anterior, para los nibiruanos la supervivencia en la superficie se hizo imposible. Lo que queda de su raza es una civilización en declive que habita en el submundo de Nibiru, una subcultura de los técnicos Annunaki con sede en los laboratorios de Marte y una colección de híbridos humanos descendientes de sus experimentos genéticos cuando intervinieron en la Atlántida, antes de la caída. Ellos, los señores Annunaki que dirigen el Gobierno Secreto de la Tierra, nunca se integraron plenamente con la civilización humana y por eso se mantienen aparte, aunque disfrazados por sus formas y habitáis humanizados. Son, con diferencia, las criaturas de sangre más fría del planeta.
Otras civilizaciones subterráneas, como Agartha, coexisten como realidad paralela de una raza superficial que cuenta con abundante población, y a menudo (pero no necesariamente) ambos mundos no tienen ningún punto de encuentro. Esto es algo bien sabido por muchos pobladores del universo que se comunican entre sí, y de hecho es una experiencia compartida porque el comercio y el intercambio cultural se producen en incontables estaciones de la galaxia, dentro, por encima y sobre la superficie de innumerables planetas. Vosotros, los ciudadanos de Gaia, estáis momentáneamente «fuera del circuito», pero eso va a cambiar muy pronto. Ciertamente va a cambiar muy pronto.
En vuestro intento de comprender la enormidad de Todo-Lo-Que-Es —vuestro deseo de encontrar el lugar del ser humano en el universo multidimensional—, recordad que la vida no conoce límites. No se puede obligar a la conciencia a cumplir una serie de criterios fijos para existir, porque el diseñador, el Creador Primordial, es «infinito». Nuestro cosmos rebosa deseo de ser, de vivir, y, como la hoja de hierba, va más allá de todo confinamiento y restricción, buscando siempre la Luz Eterna. Por lo tanto, al abordar la controvertida cuestión de la vida bajo tierra, pensad en lo que es «posible» —más allá de lo que se os ha enseñado a creer; allí, en el núcleo de lo que sabéis sobre la creación—porque os aseguramos que no hay límites, sólo posibilidades.
Desde vuestra perspectiva de habitantes de la superficie de la Tierra, pronto reconoceréis que la vida abunda en todas direcciones: este, sur, oeste, norte, arriba, abajo y dentro del planeta. Rezad a las siete direcciones, celebrando todos los espacios que aún os quedan por explorar y todos los mundos potenciales que esperan ser descubiertos, considerando al menos la posibilidad de que el cuerpo interno de Gaia sea tan vibrante y esté tan vivo con el «interior» de cada ser humano.
La búsqueda de tierras y civilizaciones desconocidas en la galaxia y también allí, dentro de vuestro planeta, os ofrecerá tesoros mucho más grandes que los conseguidos por los afanosos exploradores que navegaron hacia la puesta de sol para reinventar la humanidad. Recordad también que hace sólo unos cientos de años la autoridad decretó que la Tierra era una superficie plana, y que si te aventurabas demasiado lejos en los océanos, te caerías por el borde del mundo en el «gran abismo».
Nosotros reconocemos que tenéis dificultad con la idea de las civilizaciones subterráneas y las formas que la vida asume allí, y entendemos que, de algún modo, es más difícil de aceptar que la existencia de vida extraterrestre, porque vosotros os identificáis con las estrellas. Vuestras raíces genéticas están allí.
Tal vez se deba a que el submundo se halla muy cerca y, sin embargo, muy lejos de vuestra conciencia; pero eso está cambiando rápidamente porque el Gobierno Secreto va extendiendo su dominio hacia las profundidades. Su devastación del subsuelo por fin está empezando a llamar vuestra atención, por muy inteligentemente que oculten sus maquinaciones. Basta con que cavéis un poco más hondo para descubrirlos secretos del mundo interno de la Tierra. Allí hay una historia esperando ser contada.
Os sugerimos que examinéis con mayor interés las actividades sub-superficiales de vuestros gobiernos del mundo. Os resultará más fácil aceptar nuestras hipótesis sobre la vida subterránea cuando investigué islas pruebas documentadas de la existencia de ciudades subterráneas. Basta con entrar simplemente en uno de estos entornos públicos, como el subsuelo de Montreal, y observar que comunidades enteras pueden funcionar, y de hecho lo hacen, debajo de la superficie. Tened presente que los arquitectos del núcleo oculto de la Tierra no quieren que os enteréis de lo que están haciendo allí abajo, del mismo modo que ocultan sus proyectos en el espacio exterior.
Sin embargo, para aquellos de vosotros que habéis investigado mínimamente, no es ningún secreto que se han creado sociedades ocultas y redes de controlen una serie de ciudades subterráneas. Hay pelotones de personal militar, médicos, científicos de laboratorio, cocineros, mecánicos y personal de limpieza: comunidades enteras viviendo bajo tierra.
Podría pareceres extremadamente peculiar que, mientras vuestros gobiernos excavan el núcleo interno de la Tierra, construyendo kilómetros y kilómetros de túneles, centrales de energía y bases militares subterráneas, sigan negándose a pronunciarse sobre el grave estado de vuestro medio ambiente global Es como si estuvieran preparándose una vía de salida cuando a nadie más se le ha dicho que ya es hora de irse.
¿Por qué no se sabe nada de sus actividades subterráneas? ¿A quién se está permitiendo acceder a las comunidades subterráneas y qué están haciendo allí abajo? Lo más significativo es este aspecto recurrente: los proyectos subterráneos se renuevan cuando existen amenazas de desastres sobre la superficie; Este es el patrón histórico no sólo de la especie humana, sino de todos los residentes en los hábitats amenazados del espacio. Queremos que consideréis la penetración de los atlantes en el subsuelo como algo completamente natural, un plan de supervivencia lógico, nomás increíble que el hecho de que debajo de muchas de vuestras capitales se hayan construido centros de «investigación» con múltiples niveles, hospitales, residencias de lujo y plantas para la fabricación de alimentos.
Ellos han reproducido eficazmente todos los sistemas necesarios para albergar cómodamente a muchos miles de jugadores clave del escenario global, por si otra catástrofe mundial —como la destrucción de la atmósfera terrestre— aniquilara toda vida sobre la Tierra. Sabed que a vosotros, los habitantes de la superficie, se os ha ocultado esto deliberadamente durante décadas —desde la detonación de la bomba atómica—, cuando los gobiernos del poder dieron prioridad absoluta a la penetración a gran escala en las capas subterráneas.
Una vez establecidas esas bases de emergencia, los equipos siguieron desarrollando infraestructuras más complejas —ciudades plenamente operativas—, lugares que vosotros aún creéis que no existen. Allí se siguen ocupando de rediseñar y gobernar la Tierra, sin ser molestados por vuestro escrutinio, mientras la humanidad distraída dormita en la superficie. Estad alertas.
La explotación global de los ecosistemas subterráneos ha alterado inexorablemente los hábitats del sub-mundo, y lo que había sido una biosfera perfectamente autosuficiente durante incontables milenios —la notable civilización de Agartha — ya no está segura en el mundo interno de Gaia. La violenta intrusión del poder en las tierras vírgenes del submundo es parte integral de la crisis ecológica que estáis experimentando sobre la superficie, porque sabéis que todo está interconectado, y que todas las partes afectan a la totalidad.
Es vital que entendáis el significado de su intervención en el mundo subterráneo, así como sus experimentos en la atmósfera superior, porque estas regiones de la Tierra no son menos «Gaia» que los árboles y ríos de vuestros preciosos paisajes superficiales. Si tenéis en cuenta la aniquilación de los pueblos nativos —como los de las Américas o los aborígenes australianos—, seguramente entenderéis que la plaga de la civilización moderna infecta, invade y destruye entornos enteros y especies que anteriormente prosperaban en sus ecosistemas aislados e incontaminados. Lo mismo ha ocurrido con la infiltración en el submundo.
A medida que los invasores penetran más profundamente en esas tierras vírgenes, sus grandes máquinas excavadoras explosivas están destrozando el paisaje natural y la vida está siendo borrada, quemada por la invasión intoxicarte de sus espacios sagrados. No pasemos por alto el efecto de sus monstruosos experimentos: las formas de vida genéticamente alteradas que escaparon (como los chupacabras) o que simplemente fueron abandonadas a su suerte, o bien los virus asesinos que están preparando en sus laboratorios subterráneos.
Éstas también son realidades de vuestros tiempos modernos, como lo fueron de la Atlántida, cuando los Annunaki entrenaron a los científicos más obedientes de la Última Generación en las posibles aplicaciones de la ingeniería genética, y los técnicos de Hekkatl (sede atlante de toda la investigación subterránea e ingeniería genética) crearon extrañas especies nuevas para satisfacer necesidades específicas de sus señores. Entonces hubo muchas especies dejadas atrás que tomaron su lugar no natural en los procesos evolutivos de esos mundos, y mucho más está siendo creado ahora, lejos de los ojos de ésos que, sin duda, encontrarían el modo de clausurarlo todo,,, si supieran la locura absoluta que se está cociendo en los calderos de los laboratorios genéticos.
Como todo es interdependiente, podéis suponer que la destrucción subterránea está afectando al equilibrio ecológico de la superficie. Por lo tanto, creemos que es extremadamente importante para vosotros reconocer que el mundo interno de la Tierra está alterando la realidad externa, y que el desequilibrio que se está creando en el planeta afecta a vuestras vidas. Como en ningún otro momento de la historia humana y planetaria, Gaia requiere vuestra atención absoluta. Ella está llamando, temblando y atronando a vuestro alrededor: está gritando para que la oigáis.
Por lo tanto, es hora de que os hagáis conscientes de vuestro mundo observando con ojos que ven lo que está ocurriendo realmente dentro de vuestro campo de visión. Pedid a vuestros guías que os enseñen únicamente aquello que sirve a vuestro propósito superior, y el ojo interno recibirá comprensiones intuitivas de esos aspectos relevantes que están más allá del mundo visible. Esto es lo que necesitáis para convertiros en seres multidimensionales plenamente conscientes. A medida que os liberáis del miedo cegador que os ha convencido para no mirar en los lugares oscuros —los miedos con los que habéis sido programados—, veréis con mucha más claridad.
Tened en cuenta también que buena parte de vuestro condicionamiento con relación a lo que está debajo de vosotros es producto de la doctrina religiosa, porque esa es la localización que se ha asignado al infierno, allí, en el submundo, el «infierno» de los condenados. ¿Cómo podríais evitar visualizar lugares oscuros y pavorosos, y criaturas amenazantes en las profundidades? Estas imágenes de lo que mora debajo de la superficie se os han grabado a fuego: un oscuro y humeante caldero donde reina el mal.
Sin embargo, cuando superáis la idea de que mirar sólo os va a atemorizar más, os daréis cuenta del gran poder que tiene exponer la oscuridad a la luz de vuestras brillantes inquisitivas mentes. Veréis lo que ya no puede ocultarse de vuestra vista, porque es allí donde desenterraréis el conocimiento necesario para realizar vuestra verdadera misión como trabajadores de la luz del Nuevo Amanecer.
Os aseguramos que en las cuevas, grutas, ríos y lagos subterráneos de la Madre Tierra hay una magnificencia que está más allá de vuestros sueños más salvajes, tal como hay peligros y fuerzas polares creando las tensiones dinámicas que tan bien conocéis en la superficie. Aquellos de vosotros que habéis llegado a las tierras de Agartha en meditación y en los ritos de Wesak conocéis su belleza, porque habéis contemplado el esplendor y sentido la vibración.
CONTINUARA…….
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