7 de agosto de 2010

ARPAS ETERNAS N°4 – PARTE 16

CUMBRES Y LLANURAS

JOSEFA ROSALÍA LUQUE ALVAREZ

HILARIÓN de MONTE NEBO

LOS AMIGOS DE JESHUA

2a parte de Arpas Eternas

TOMO 1

42.- LA VELADA

Por la magia poderosa del amor, el ruinoso Castillo donde floreció la dichosa niñez de Moisés, al amparo de una madre abnegada hasta el heroísmo, se había transformado en un rincón de cielo imposible de describir con nuestro pobre lenguaje humano.

Después del festín de mediodía, las mesas fueron levantadas y el vasto comedor de las reales personalidades que lo habitaron muchos años atrás, quedó convertido en un amplio salón donde cabía holgadamente un centenar de personas.

Debiendo ser aquella noche dedicada a una velada musical, Boanerges como director en la materia, se apartó con Amada, Agadés, Lucrecio, Alvina, Fidel y las doncellas del coro que tocaban la cítara, en aquel

delicioso rincón de los pinos y madreselvas, donde él hiciera una semana antes su gran renuncia y aceptara la voluntad divina que le brindaba el loto blanco del amor de Amada.

Allí ensayarían libremente, sin que nadie les escuchase ni interrumpiera, pues los demás moradores del Castillo estaban dedicados a la debida decoración del salón.

Desde el antiguo templo fueron trasladados los dos clavicordios, grandes instrumentos músicos muy

semejantes a los órganos de hoy. Narciso de Lydia y Marcelo de Ostia eran consumados maestros en su ejecución, pues habían pertenecido a la gran orquesta de los Templos egipcios, para los días de solemnidad. Entre los treinta y tres de Zebeo, habían resuelto iniciar esa noche las cátedras de enseñanza y divulgación de los conocimientos superiores, que el Divino Maestro diera a sus íntimos en el último año de su vida, y que

ellos acababan de ver corroborados en muchas antiguas escrituras que estudiaban.

La velada musical sería intercalada con la disertación de Leandro, cuyo tema lo anunciamos anteriormente "La Presencia Divina en todas las Edades de la humanidad."

El ambiente de amor y de fe, de fervoroso recuerdo del Cristo Ungido de Dios, en que se desarrollaron todos los acontecimientos de ese día, era en extremo propicio a los pensamientos graves y profundos que el ex-sacerdote de Osiris ofrecería a sus oyentes como un haz de ramas luminosas extraídas de las ruinas del más remoto pasado… Y comenzó su disertación en medio del más profundo silencio:

"Aspirantes a la Divina Sabiduría, traída por el Verbo de Dios a la tierra en la noche lejana de los tiempos que pasaron: "Bien sé que no es precisamente a vosotros, a quienes es necesario demostrar que la Presencia del Eterno Invisible, estuvo siempre viva, como una llama en medio de la humanidad terrestre, porque vosotros no comprendéis ni concebís la vida, si no es bajo la influencia y el poderoso impulso de la Suprema Energía, dando aliento y vida a todo cuanto existe debajo del sol, y más allá de donde alcanzan los rayos de nuestro sol”.

"La reciente presencia del Pensamiento Divino hecho hombre, ha dejado en todos vosotros el aliento vivo de Dios, del que su espíritu soberano era un resplandor inextinguible. Pero teniendo en cuenta que todos vosotros habéis pactado con El, en alianza solemne de amor, llevar su antorcha luminosa por toda la faz de la tierra, es conveniente que sepáis demostrar y convencer a la humanidad que lo ignora, de que la Verdad que le dais a beber, no ha comenzado con el Profeta Nazareno en su reciente estadía en medio de los hombres, sino que El ha levantado el velo más alto que los demás. Y el feroz egoísmo de los poderosos engrandecidos por la ignorancia de los pueblos, se ha espantado con la visión de su derrota inevitable, con el triunfo de la Verdad Divina.”

"El Instructor de la Humanidad Terrestre, ha levantado una vez más la antorcha radiante de la Verdad. Y la humanidad representada y dominada siempre, por los hombres del oro y del poder, ha creído aplastar a la Verdad de Dios, dando muerte a su Enviado heroico y glorioso, para quien la muerte física no es más que la divina consagración del Amor”.

"En pos de Él… habéis quedado vosotros y otros tantos como vosotros, y mil y mil más, que surgirán como chispas brillantes, de las arenas del desierto, de las espumas del mar, de la grama de los campos, donde un discípulo del Cristo abra su tienda o plante su cabaña”.

"A través de todas las edades, la Verdad de Dios ha resplandecido, como un faro en las tinieblas de las generaciones primitivas, que incapaces de comprenderle, le adoraban y le sentían en las conmociones espantables y tremendas de un globo en formación”. (1) Versículo del Salmo 33.

"La Divina Idea, desde los remotos comienzos de la humanidad consciente sobre la tierra, puso en ella el resplandor soberano de su Verbo Eterno, en cada continente que emergía en millares de años del seno de las aguas”.

"Y fue Juno, el mago de las tormentas, el creador de los Flámenes heroicos, llamados hombres de fuego, quienes en la perdida Lemuria de los orígenes de la conciencia humana en la tierra, encendieron la lámpara eterna de la Verdad, en medio de la humanidad en pañales. Y fue Numú y Vesperina con Glauco y sus hermanos, quienes pasados largos milenios, abrieron de nuevo las entrañas de las rocas de ese mismo

continente; y de nuevo el eterno luminar de la Verdad, la Divina Presencia se hacía sentir de los hombres que en la lucha espantosa de los elementos y de las enormes bestias de la tierra y del mar, encontraban los furores divinos en toda fuerza más poderosa que la suya”.

"Los cráteres de cien volcanes tendiendo a los aires su cabellera de llamas, eran dioses iracundos y justicieros, azotando a los campos, a los mundos, a las bestias y a los hombres con látigos de fuego”.

"Y a falta de palabras, de idiomas que no existían, millares de aullidos, gritos, lamentos y gemidos eran la plegaria de los hombres de las cavernas, huyendo despavoridos ante la espantable fuerza del Poder Desconocido”.

"Era también, la Presencia Divina en medio de la humanidad primitiva, que sólo por el terror de una potencia formidable, incomprendida, desconocida pero real y verdadera, podía sentir en sí misma la ineludible necesidad de rendirse, de someterse y entregarse, pidiendo, suplicando, llorando como un niño enloquecido de espanto”.

"En medio de tan tremendas crisis de horror, de locura, de vértigo, la Divina Presencia tomaba de pronto, una forma humana suave, dulce, amorosa, que pasaba como una esencia de flores celestes entre los pueblos más conscientes de lo que eran sobre la faz de la tierra”.

"La humanidad… empezaba a discernir entre la fuerza formidable que aterra y espanta, y el poder benéfico de los ríos desbordados, regando los campos que se cubren de verdor y madurando las mieses y los frutos de huertos, valles y praderas”.

"Y el río benéfico, se convertía en Dios, al que le cantaban himnos, bendiciones y loores, y en las aguas sagradas veían refundidos todos los bienes de la vida”.

"La misma historia repitieron los siglos en Atlántida, donde la Presencia Divina deshojó sus eternas flores de luz, por el Verbo de mansedumbre y de amor de un joven príncipe, de razas de augures y de profetas: Anfión de Orozuma, hijo de Senegaldo, Profeta de Orozuma y de Wilfrida, hija del Patriarca del país de Teoskandia”.

"El país de Otlana, que fue designado por la Eterna Ley para recibir al Avatar Divino en esa hora de la

Humanidad, tenía como dirigentes Profetas Reyes, adoradores de una Inteligencia Invisible que se manifestaba en las lluvias, en la nieve, en el sol, en los astros de la noche y en las cuatro estaciones del año, que eran las grandes fiestas celebradas con música, himnos y danzas, y con júbilo extraordinario”.

"Para la fiesta del Estío, la vid que a la puerta de todas las casas extendía sus guías protectoras, aparecía engalanada de lazos, pabellones y banderas, de enormes collares de corales y de perlas, de antorchas y de cirios, y hasta de pájaros prisioneros en jaulas de oro, de plata o de caña, según la capacidad financiera de sus dueños…Era la vid cargada de dulces frutos, el símbolo sagrado del Eterno Invisible, en la época del Estío”.

"Cuando llegaba el Otoño, se elegía en cada hogar, el árbol más alto y frondoso, cuyas ramas amarillentas iban desnudándose lentamente. Esta fiesta era de solemne tristeza, y estaba consagrada a la memoria de los antepasados, que descansaban en la tumba abierta desde la fundación de la familia, y a gran profundidad bajo el árbol sagrado, que era llamado el altar de los muertos. Casi siempre era un olivo o un nogal el árbol elegido para representar al Dios Oculto, que no podía ser visto por criatura viviente, y que guardaba en sus templos de negro basalto esmaltado de estrellas, las almas justas de los antepasados que partieron de este mundo. Y alrededor del árbol de los muertos, lloraban, gemían, lo cubrían de velos grises, blancos y negros, de collares de cuentas de cristal, cuyo número igualaba a los años de cada muerto querido, llorado por la familia. Y el padre o el abuelo, patriarca y sacerdote del nogal, encendía su antorcha, la de la esposa y la de los hijos y servidores, y todo un día y una noche velaban, lloraban y gemían por turno, en torno al árbol querido que cobijaba a los antepasados”.

"El invierno era fiesta de alegría y de amor. Se levantaba en cada hogar una torre de nieve y en torno a ella celebraban con jubiloso estruendo a los esposos, padres de numerosa prole. Era el día del pan familiar por excelencia, y en grandes hogueras se cocía el pan en abundancia, para todos los habitantes de la casa y para los leprosos y apestados, que ambulaban por las cuevas de los desiertos o de los bosques lejanos. Y el pan de ese día era reverenciado con ósculos de amor, y lo comían silenciosamente en torno a la torre de nieve, en la cual se escondía como en una fortaleza de cristal el Dios Oculto, para que no muriesen sus criaturas si le viesen”.

"Y por fin, la fiesta de la primavera, consagrada a la niñez y a la juventud, era la gloriosa fiesta de las flores, con las que hacían una tienda al aire y al sol, un verdadero toldo o dosel de las flores más perfumadas y hermosas”.

“En aquella tienda cerrada, sin abertura alguna, estaba el Dios oculto, recibiendo los homenajes de cantos, danzas, flores y perfumes, que los niños, los jóvenes y doncellas le ofrecían un día y una noche”.

“Era usual en tal día, la celebración de esponsales y bodas en torno a la tienda florida, habitación del Dios Oculto que bendecía a sus hijos”.

"Aquel pueblo, aquella gran raza de profetas y de patriarcas, era algo semejante a lo que fue la raza aria y la raza hebrea de siglos posteriores”.

"La Eterna Ley previsora y sabia, tuvo siempre preparada y alerta una raza, una dinastía o familia escogida de seres más adelantados, que pudieran ofrecer cuna pura y limpia al Ungido que bajaría como un rayo de luz entre las sombras densas de humanidades primitivas”.

"Siguiendo las deducciones, lógicamente afianzadas en las versiones antiquísimas que estudiamos en nuestras horas de academia, podríase formar un croquis muy aceptable, aún científicamente hablando, para

ubicar los sitios precisos en que Anfión y Antulio, desenvolvieron sus misiones apostólicas en las dos épocas en que, con esos nombres, el Avatar Divino estuvo encarnado en ése Continente”.

"Pocos años después de desaparecido Anfión, el Rey Santo de entre una humanidad que en su mayor parte no lo comprendió ni lo aceptó, se desató sobre la hermosa Atlántida, llamada la perla de los mares por los bardos de su tiempo, el primer gran cataclismo que hundió una tercera parte de sus fértiles tierras, praderas de encanto, avenidas de bosques y de flores y pobladas de todas las formas de vida conocidas entonces”.

"El divino pájaro azul había desaparecido, pero dejaba tras de sí una legión de amadores, reducida si se quiere, pero capaz de mantener encendida la lámpara del Maestro por siglos y siglos. Sus discípulos fueron llamados más tarde, Profetas Blancos, por el color de sus vestidos tejidos por ellos mismos, de blanca lana de ovejas”.

"Y cuando nuevos milenios fueron desgranando sobre la tierra, sus siglos y sus años, y las lámparas de la Verdad amenazan extinguirse en las cavernas de los montes, donde se refugiaron huyendo de la devastación de Santuarios y de locuelas por los que siempre quisieron mantener a los pueblos en la ignorancia y en la humillación, otra vez el Eterno Invisible, el Dios Oculto, envió un nuevo resplandor de su luz soberana en la persona de un joven filósofo y taumaturgo al país llamado "Manantiales de Zeus", no el más rico ni grande de los diez países que quedaron después del primer cataclismo, pero sí el que mantenía más viva la vieja tradición del pasado”.

"Un sabio astrólogo, geólogo y explorador, cuyo nombre era Athaulfo, estaba unido a una doncella hija del Patriarca de la populosa Manh-Etell, capital del país. Se llamaba Valkiria y era hermosa de alma y de cuerpo, como "un sueño de dioses", según el decir de las viejas escrituras que tenemos a la vista. Pero no tenían hijos”.

"Hasta que un día soñó, que se veía a sí misma envuelta por un velo de luz esplendoroso, que la dejaba como un sol flotando por encima del mundo. Cuando se lo comunicó a su marido, éste le dijo: —Júpiter y Saturno se acercan a la Tierra. Algo grande deben traer porque ellos no se mueven así, por pequeñas cosas”.

"Y llegó el hijo deseado, que sería gloria y martirio de los felices seres elegidos, como progenitores del Verbo Eterno de Dios”.

"Huérfano de padre en la adolescencia, Antulio recibió la primera educación de su madre y de su abuelo, el Patriarca que conocía las Cavernas de los Profetas, donde estaba la luz del Eterno Invisible. Y allí fue con su nieto a beber sabiduría y santidad. Resurgieron los Profetas Blancos, aunque por breve tiempo. El egoísmo de los poderosos, dragón de siete cabezas, extendía de nuevo sus garras y destrozaba a los emisarios de la Luz”.

"La muerte de Anfión, en el destierro y en la oscuridad; la muerte de Antulio por la copa de veneno, para ahogar su doctrina de fraternidad en la hermosa Atlántida, fueron seguidas de un segundo cataclismo, que hizo desaparecer de la faz de la tierra, la mayor parte de la celebrada perla de los mares, quedando solamente Poseidonia, tres grandes islas montañosas emergiendo solitarias y tímidas de las olas del mar, que sepultó a sus hermanas”.

''Pero Antulio dejó discípulos, que se diseminaron por el mundo, y su secretario Dacthylos fue fundador de una nueva legión de Profetas, guardianes de la lámpara eterna de la Verdad en el Ática prehistórica. Sus compañeros Rham, Nehusa, Yima y Aesheil, la encendieron en las tierras que baña el Ganges y rodean el Himalaya de roca y nieves eternas”.

"Diez hombres jóvenes, fuertes, heroicos, prófugos del océano devorador y de los tiranos asesinos de

profetas y de sabios, se refugiaron en las grandes cavernas de las montañas del África y dieron vida, luz y agua clara, a las tierra que baña el Nilo”.

"Listos eran Carnain, Phapíros, Elotos, Pitson, Pihabirot, Bethemis, Gion Zeber, Buthathis Ben Nilo, los más jóvenes de la Escuela Antuliana, los novicios a Profetas Blancos, y fundaron la gran Fraternidad Kobda que hizo brillar la Luz Divina de Juno, de Numú, de Anfión y de Antulio en tres continente”.

"Y entre la áspera mata de cactus color de sangre, surgidas de los peñascos y de las cavernas de tierras solitarias, el pájaro azul colgó de nuevo su nido, para ofrecer a la humanidad la canción divina de la Verdad y del Amor, que los egoísmos humanos habían casi extinguido, entre el clamor de los esclavos, uncidos como bueyes a los arados, a los carros de guerra, de viaje o de paseo, de los reyes y magnates, mientras veían sacrificar a sus niños, como cabritos o lechonas para los festines diarios de los gobernantes de pueblos”.

"Y fue Abel, hijo de Adamú y Evana, como un cisne blanco entre los Kobdas de toga azul, quien levantó más alto aún que los demás, la llama viva de la Verdad Eterna, que escribía con letra de fuego en el ciclo de tres continentes:

"Dios Padre Universal es uno solo Indivisible y Eterno. Todo ser viviente es hijo suyo. Cada continente emergido de las aguas profundas, ha producido una raza humana, millares de especies de animales, y millares de especies de árboles, arbustos, musgos y flores”.

"Todos somos como uno solo en el seno ilimitado del Infinito. ¿Por qué pues la lucha, por qué la guerra, por qué el odio, como un dragón insaciable devorando a unos en beneficio de los otros ?”..."El tiempo no se detiene... Las Edades avanzan en caravana interminable y los siglos, sus hijos, van surgiendo unos en pos de otros y traen consigo la vieja tara hereditaria propia del atraso y deficiencia de todos los comienzos…

¡Y la llama viva de Abel y sus Kobdas se extinguió también! El viejo dragón levantaba de nuevo su cabeza feroz de fauces triplemente dentadas y el inmundo aliento de su boca apagaba todos los cirios del altar de Dios, todas las lámparas de Profetas, Patriarcas y Maestros y la humanidad maniatada, en las tinieblas era uncida de nuevo al carro de la ignorancia y de la miseria impotente”.

"¡Los cielos de Dios… se abren de nuevo! Y el ave divina, el ave del paraíso como un loto de oro se asienta en las gradas de un trono milenario, en la India legendaria, la tierra donde nace el sol, según la frase de la humanidad de entonces. ¿Quién es el que ahora llega a salvar a la eterna proscripta, a la desesperada cautiva en cadenas forjadas por ella misma y que por sí misma no puede romper?”…

"Fue Krihsna hijo de Vasu-Veda Atharva príncipe de Madura y de Deva-ki-naguy, hija primogénita de

Gandharva de nombre Baya-Dana y de Sakmy-deva, elegida entre las vírgenes de las grutas del Himavat”.

"El ave celeste elige su progenie, entre los hijos de la fe, adoradores del Único Eterno Invisible, señores de los sentidos, hijos de la carne, y amantes de Psiquis, hija del cielo. Las estrellas en su campo azul, los guijarros en los caminos de tierra. Las águilas en las cumbres blancas de nieve dorada por el sol. Los insectos en el húmedo césped de las aguas estancadas…Así buscan los Hijos del Cielo salvar de la ciénaga a los hijos de la tierra”.

"La caravana eterna de las Edades y los siglos, continúa su marcha interrumpida, y cuando las sombras se han extendido de nuevo sobre la faz de la tierra, como oscura noche de tormenta, los cielos tornan a abrir sus puertas de nácar y de cristal por tres veces más, las últimas, las postreras, que cierran la Cadena del Amor en que envuelve el Eterno Invisible a sus hijos terrestres, que han querido ser salvos, purificados y eternamente vivos y gloriosos… Con intervalos de milenios largos, dolorosos y pesados aparece de nuevo el Avatar Divino, el pájaro azul de la mística leyenda de los siglos, y fue Moisés, y Buda y Jeshua”.

"Y Moisés dejó tras de sí sus Esenios silenciosos, y Buda sus Anacoretas mendicantes y Jeshua sus Misioneros del Amor”.

"Las larvas, los gusanos, los guijarros, les lastiman los pies, les muerden y les hieren de mil maneras y hasta de muerte!...Son larvas, gusanos y guijarros, ¿cómo pueden comprender a la luz que los ciega y los deslumbra?”

"En esta humilde asamblea de adoradores de la Luz, en la personalidad augusta de Jeshua de Nazareth, postrera visita del ave divina bajada de los cielos de Dios, en vuelo heroico a la tierra de sus sacrificios, he podido expresarme en el lenguaje figurado del esoterismo antiguo, al que estoy habituado a causa de mi vida transcurrida entre las piedras milenarias de los Templo egipcios, donde la Sabiduría del pasado dejó escrita la historia de la evolución humana a través de los siglos”. "Por esta noche he terminado."

Una nutrida salva de aplausos… fue como una corona de lotos para Leandro de Caria, ex-sacerdote de Osiris, a quien el Profeta Nazareno, Ungido de Dios, atrajo a su lado por mediación de Zebeo, su apóstol de la hora final.

Una hermosa sinfonía, creación de Boanerges en los días ya lejanos de la adolescencia, fue ejecutada por toda la orquesta en pleno, que con el doble acompañamiento de dos clavicordios, resultó de tan solemne

Majestad, que el Castillo de la princesa Thimetis parecía envuelto en el glorioso esplendor de su lejano pasado.

Los pensamientos evocadores corrieron siglos atrás, y los unos creían ver a Moisés en plena juventud

vestido de blanca túnica, conducido por su madre al Templo de Amón-Ra el dios símbolo de la Vida Eterna para ser consagrado Maestro de Divina Sabiduría.

Otros creían hallarse ante la coronación de la Princesa Thimetis, el día que fue presentada al pueblo como heredera del trono de Egipto.

Y hasta hubo quien pensó en la sinfonía que acompañó la muerte de la desventurada Cleopatra, último vástago de los Ptolomeos, cuando sus ejércitos vencidos por el romano, le aseguraban la esclavitud de su patria.

¡Oh los recuerdos!... ¡los recuerdos del pasado, cual sombras silenciosas que se yerguen de pronto, como muertos vueltos a la vida, para hacernos saborear el dulzor amargo de lo que fue grande y hoy es polvo, de lo que fue magníficamente bello, y hoy es un helado espectro que inunda el corazón de tristeza!...

La sinfonía se titulaba, El rosal de las minas, y sus melodías se esfumaban a veces en una suavidad infinita, como si fuera el susurro del céfiro entre las rosas abiertas; y luego adquirían sordos rumores, ecos pavorosos y hondos, como lamentos venidos de lejos, o como el temblor de nuevos derrumbamientos en las ruinas milenarias. Era el Trovador de Mágdalo, un artista de las cuerdas, el que había tejido aquella filigrana de notas y sonidos, imposibles de describir con palabras.

Era el alma, viviendo el doloroso pasado y soñando con un futuro de paz, de luz y de amor, que únicamente, podían sentirlo como en un éxtasis de místico arrobamiento. La sinfonía se extinguió en un trino suavísimo, como un gemido, y no hubo aplausos… sino un silencio de meditación, de evocación, casi de plegaria, en un templo solitario y al pie de un altar iluminado de cirios y perfumado de rosas.

Había lágrimas en los ojos, y tensión vibrante en las almas, que hubieran querido retener indefinidamente aquellas notas y sonidos, a través de los cuales creían estar viendo al misterioso rosal color de los velos de la aurora, enredando sus guías florecidas, en los muros negros y resquebrajados de un viejo castillo en ruinas.

Después… y como final de la velada, Amada y Boanerges cantaron un dúo, acompañados del arpa de ella y de la lira de él. Había costado trabajo convencer a la jovencita de que podía cantar, no obstante llevar sólo una semana usando la voz, que el amor de todos, unido al amor Supremo del Cristo, le habían devuelto.

Era una dulce y tímida voz de una criatura de diez años, que más tarde fue adquiriendo el tono firme y vibrante propio de su edad. Y ante la expectativa amorosa de todos por oír cantar a la que unos días antes era muda de nacimiento, Amada y Boanerges cantaron con profunda emoción este dúo compuesto por él:

El…

Nací en las praderas

Y rientes colinas del rio Aballa;

No tuve el regazo de la madre buena

Ni arrulló mi ensueño

Su dulce cantar.

Ella…

Al pie de las ruinas

De un viejo castillo

En Rafia nací.

Nací de la muerte de la madre mía

Nunca vi sus ojos

Ni su voz oí.

El arpa de Amada, parecía llorar como en convulsos sollozos, mientras la lira de Boanerges, trinaba como un ruiseñor en una noche de luna… Y el dúo continuaba:

El…

De lejanos mundos vine

Persiguiendo una visión

Cuya voz vibraba alada

En mi propio corazón.

Nubecilla rosa y oro

Que por el éter bogáis

Y aunque vais siempre corriendo

Al final nunca llegáis.

Imagen sois de mi mismo

Que corriendo siempre fui

En pos de un ideal eterno

Que parece huir de mí.

Ella…

Detén viajero tu marcha

Que has corrido más que yo

Y descansa un breve tiempo

¡En este oasis de amor!

Áspera ha sido tu senda

Sangrando llevas los pies,

El Cielo te da una fuente

Para que apagues tu sed!

Los Dos…

Bebamos juntos

Como palomas

De esta agua pura de manantial,

Tendamos vuelo

Por este cielo

Que es todo nuestro para volar.

Corramos juntos

Hacia la aldea

Que nos espera besando el mar.

Y allá en el huerto de los nogales

Levantaremos entre rosales

El ara Santa

De nuestro altar.

La melodía se esfumó como en un suspiro, y la sala estalló en un delirio de júbilo y de amor. La pobrecita Amada temblaba de emoción, y reía llorando, sin acabar de convencerse de que había oído su propia voz cantando las estrofas compuestas por su poeta, por su trovador, para celebrar sus nupcias y el maravilloso encuentro de almas, que por un prodigio de amor del Cristo, entraban juntas en una nueva faz de la vida terrestre.

43.- LOS PAPIROS DE NADABEE

Las Escrituras encontradas por el Apóstol Matheo, en el viejo torreón y fortaleza de Nadaber, capital de la Etiopia de aquella época, fueron los primeros en estar listos para las horas de Academia, que continuaron sin interrupción, apenas pasadas las emotivas alegrías de las fiestas nupciales.

Estas escrituras eran de épocas apartadas unas de otras, en lenguas diferentes y revelando usos y costumbres también diversos.

Había un cartapacio, que eran veinte trozos iguales de piel de cordero curtida en blanco, y escritos en

lengua copta de la prehistoria, o sea en signos jeroglíficos, que Narciso y Leandro habían traducido al árabe para facilitar la lectura y comprensión para todos.

Eran de la remota edad, en que la Etiopía era conocida en el mundo de entonces como, País de Artimón que se extendía: por occidente, hasta la orilla misma del Shior (el Nilo tenía entonces ese nombre); por el sur, hasta los grandes lagos que le dan nacimiento; por el oriente, hasta el inmenso océano Indico o Mar Sereno de aquellos tiempos; y por el Norte, hasta el Mar Rojo que era como un largo brazo o entrada profunda del Océano, que hoy se denomina Golfo de Adén.

La montañosa región que rodea al Mar Azul, que hoy se denomina Lago Tana, era la que en la época de este relato fue llamada Golán que comprendía a Nadaber, Samara, Dashán y Akasún. Era Nadaber la ciudad imperial, y Akasún la ciudad sacerdotal, donde residía el Patriarca Kopto, prolongación de la gran Fraternidad Kobda de Neghadá, en el Delta del Nilo.

Estas dos potencias, o sea… la real y la sacerdotal, nunca estuvieron en pugna en la legendaria Etiopía, la tierra de las altas cumbres y de los ríos numerosos que la surcan en todas direcciones.

La escritura, conservada en un cartapacio de piel de cordero, era el poema heroico de un caudillo, que por sus hechos extraordinarios, era casi como un ser fantástico, una especie de mito divinizado por los bardos de edades pretéritas.

Le llamaron "Marván el taciturno" y la leyenda cantaba que "llegó al país misteriosamente en un esquife de siete velas, bogando en el Mar Azul encajonado en montañas inaccesibles. Que llegó siendo blanco, de ojos verdes y cabellos rubios; y una tragedia de amor le tornó moreno y de negros cabellos".

Cada país tiene sus leyendas fantásticas y sus poemas épicos, consagrados por el tiempo y por el entusiasmo popular, que tiende siempre a divinizar las acciones heroicas, los hechos humanos que sobrepasan de lo vulgar.

Pero detrás de toda esa fantasía, que es como los velos dorados que preceden a la aparición del astro rey, el investigador anhelante encuentra bien pronto la verdad oculta, buscada afanosamente; y así les ocurrió a los estudiosos de la Academia, ignorada y humilde, abierta por el Apóstol Zebeo en el viejo Castillo del Lago Merik.

Pronto identificaron en el épico personaje de la leyenda del País de Artimón, a Marván el Kobda, que abandonó el Santuario de Neghadá y la toga azul, por la casaca de piel blanca y el collar de oro y esmeraldas de los poderosos caudillos de las tierras donde nace el Nilo.

Las Escrituras del Patriarca Aldis, hicieron luz sobre el cartapacio de pieles de cordero; y cerniéndose como un águila blanca sobre el país del Mar Azul, ese espejo de zafiro encajonado entre altas montañas, adivinaron a la Matriarca Solania en la "maga color del cielo" que amansaba las furias del poderoso caudillo y lo tornaba como un corderillo de las praderas del Takazzé… ¿De cuál otra podía decir la leyenda? que...

"Llenó de mieles doradas

El corazón de Marván

Y dio a los niños esclavos

La vida y la libertad"

¿A quién sino a ella, que exigió a Marván el bienestar de su pueblo a cambio de la felicidad anhelada, podía referirse este otro verso de la gloriosa epopeya?:

"Le hizo abrir las arcas reales,

Derribar la esclavitud

Y luego colgó la maga

Su nido en el alto Akasún".

Y los estudiosos de la Academia, interpretaron razonablemente que los tesoros del Estado aliviaron el hambre y la miseria del pueblo esclavo, y que una colonia y Santuario Kobda se estableció en la montaña

Akasún, donde es hoy la ciudad sacerdotal residencia del Patriarca Kopto, cuyo Santuario y Fortaleza practicados en la roca viva de la montaña, demuestra claramente los largos siglos que rodaron sobre ellos.

Y la epopeya en gráficas pinceladas que eran sangre de un corazón y heroicas luchas por la conquista de un paraíso de ensueño, esbozaba con simbolismo atrevido y audaz la valentía de aquel hombre, un semi-dios que en vértigos de una locura de amor, se destrozaba a sí mismo por llegar a la posesión de la visión perseguida.

Las viejas Escrituras del Patriarca Aldis, que el Divino Maestro recogiera en su primera juventud, en el viejo Archivo de Ribla, herencia de un sacerdote de Hornero, tenían la debida comprobación de auténticas en el canto épico del lejano país de Artimón, la Etiopía heroica de la Reina Saba, el imposible amor del Rey Salomón que pudo cantarle en su despedida eterna:

¡Adiós Saba reina mía!

Que mía no puedes ser

Por haber nacido reina

En tu feliz Nadaber!

¡El último esclavo tuyo

Es más dichoso que yo

Porque se mira en tus ojos

Y es libre de darte amor!

Besan las perlas tu cuello

Y la diadema tu sien

Tus babuchas de brocado

Besando viven tus pies.

¡Y este corazón amante!

Que solo vive por tí

Estrujado entre dos piedras

¡Deshecho debe morir!

¿Por qué, pregunto a los cielos?

¿He nacido hijo de un rey?...

¿Por qué Saba amada mía?

¡Eres Reina en Nadaber!

¿Por qué, pregunto a los cielos?

No vine de un leñador

Y tú Saba amada mía

¿No viniste de un pastor?

Corriendo por la pradera

Tú zagala, yo un zagal

Tejiéramos nuestro nido

A la sombra de un nogal.

¡Malditas sean tus perlas!

Maldito mi oro de Ofir

Y malditas las coronas

¡Que me separan de ti!

El librajo enorme de piel de cordero, era como un álbum de las glorias pretéritas del país donde nace el Nilo. Y después de la leyenda prehistórica del Caudillo Marván con la Maga color del ciclo, aparecía como un nenúfar del Mar Azul, el poema de Salomón y Saba, comenzando entre una cascada de perlas traídas por ella en ofrenda al joven rey sabio y terminado entre el clamor desesperado de dos seres humanos a quienes la dura ley de las razones de Estado, separaba irremisiblemente y para siempre. ¿Por qué? preguntará el lector, como preguntaron aquellos que rodeaban la mesa de la Academia y que desconocían la vieja historia de dos jóvenes reyes que se amaban y no podían unirse porque ambos nacieron hijos de rey.

Y Narciso de Lydia leyéndoles la traducción, contestó al interrogante: —"Saba, primera heredera de Ras-Dashán, quedó viuda en el festín de bodas en que fue asesinado el usurpador que la obligó a casarse con él. Y como ella y su abuelo armaron el brazo del matador, Saba coronada reina, temía a los genios protectores de Kastala el usurpador, y emprendió un largo viaje en caravana, a través de montañas y desiertos, para consultar con el Rey Sabio que edificó el templo de oro a Jehová, cómo podría vencer los ocultos poderes de los magos negros de su enemigo.

"Se figuraba encontrar un anciano rey, puesto que la sabiduría es tesoro de los ancianos, según se creía en aquellos tiempos remotos, y su sorpresa fue grande al encontrarse con un rey en la plenitud de la vida, con la luz divina chispeando en sus ojos y la belleza varonil envolviendo de encantos su persona toda. "Y Salomón… viendo llegar a su palacio y acercarse hasta su trono de oro y marfil aquella belleza exótica, con túnica tejida de perlas en hebras de oro y su diadema de perlas y de nácar, preguntó como deslumbrado: "¿Quién es ésta que sube del desierto como una visión de los cielos de Jehová?

"Pero Salomón tenía como primera esposa, a la hija del Faraón de Egipto, que de inmediato hizo llegar a su padre la noticia del peligro inminente que significaba para ella, la joven y bella Reina viuda que subía del desierto, como una estrella bajada entre los peñascos de Etiopía”.

"El Faraón había entregado a su hija en prenda de alianza eterna con el país de Israel, y su ejército se extendió como una serpiente formidable, a todo lo largo de la frontera con el país de Abraham”.

"Y el Rey sabio tuvo que retorcer mil veces su propio corazón, porque la voz misteriosa que le dictó sus libros de sabiduría le dijo al oído: "Valen más las millares de vidas, que perderías con una guerra, que la posesión de una reina, que lo será en tu corazón hasta que hayas apurado el néctar de su boca, y la harás a un lado después, porque cien más vendrán como luciérnagas a tus jardines dorados. En este mundo todo pasa y todo es vanidad. Flor que recoges hoy, la olvidas mañana y se seca después.

Pero el Rey Salomón no cederá a la vista de los poderosos ejércitos del Faraón, ni tampoco a la voz que le habló palabras de Sabiduría. —"El amor es más fuerte que la muerte —continuaba repitiendo el Rey mientras se paseaba nervioso por la terraza de su palacio, desde donde veía la hamaca con dosel de púrpura donde dormitaba Saba, mecida por sus esclavos, en el bosquecillo de arrayanes y de palmeras, allá en el pabellón de los baños.

"¡El amor es más fuerte que la muerte!... ¡Mucho más que los vientos y que el mar! ¡Más fuerte que un ejército ordenado!" ¡Oh qué fuerza tremenda es el amor!

"Y porque era en él tremenda la fuerza de amar, estaba resuelto a desafiar la cólera del Faraón, mal dispuesto a la humillación que significaría el repudio de su hija y la ruptura de la alianza con el país de Israel, que por entonces era poderoso y dominaba desde Idumea hasta Ribla y Amat, en las praderas del Éufrates. Y los mensajeros del Rey Salomón, salieron en todas direcciones para levantar en armas a todos los países aliados y tributarios”.

"¡La apasionada vehemencia de su amor, le ordenaba que millares de hombres debían defender ese amor con la vida, con la ruina de sus familias, con el desamparo de sus padres, con la orfandad de sus hijos!”

"¿No era acaso el amor más fuerte que la muerte?...”

"Saba... la bella Saba lo sabía todo. ¡Lo había adivinado todo!...”

"Y mientras se dejaba mecer blandamente por sus esclavas en su hamaca encortinada de púrpura, meditaba, oraba al Dios Invisible y Eterno, conocido y amado en el Santuario de rocas de Akasún, donde el Patriarca Kopto la había educado para ser un día soberana justa de su numeroso pueblo”.

"Las esclavas, viendo los ojos cerrados de su Reina, atenuaban los trémolos suavísimos de sus laúdes y guzlas, para no despertarla de su sueño y hacían aún más blando el vaivén de la hamaca”.

"Pero Saba no dormía… sino que escuchaba la voz sin ruido del Patriarca Hozarse, cuyo espíritu en desdoblamiento consciente, acudía a su llamado desde el lejano Santuario perdido entre las montañas de Akasún. Y esa voz sin ruido, que tan hondo hablaba a su alma agitada por tan tremenda lucha, le decía: —"Saba, no olvides que te debes a tu pueblo. Por salvarle de las garras de un usurpador feroz y sanguinario que manchó sus manos con la sangre de tus progenitores, que ultrajó a las doncellas de tu patria y hasta tu propia hermana, armaste el brazo del matador. ¿Abandonarás a tu pueblo por el amor del Rey Salomón?”… "El alma de Saba, contestaba sin hablar, en un diálogo mudo, pero las esclavas que mecían su hamaca veían rodar lágrimas por su rostro dormido: —"¡Padre mío Hozarse!... ¡Yo le amo y daría hasta mi vida por él! ¿Por qué tu Dios Invisible me dejó atravesar el desierto para encontrar los ojos y la voz de este hombre al que no puedo resistir?

"Y la voz lejana y sin ruido se le hacía sentir nuevamente en el fondo del alma”.

—"Por ese amor fatal ¿entregaréis tres países al dragón feroz de la guerra?”

—"¡Padre Hozarse!... ¡Yo le amo! ¡Que tu Dios Invisible que adoro detenga la guerra como detiene los huracanes, los incendios, las bestias enfurecidas y los embates del mar!... ¡pero que no haga morir este amor que es la luz que me alumbra y la vida que me alienta!... "¡Padre Hozarse!... ¡No quiero la vida sin él! ¡No la quiero!”

"La voz íntima callaba y por el rostro dormido de Saba seguían corriendo lágrimas...”

"Las esclavas continuaban meciendo la hamaca, y los laúdes y guzlas gemían suavemente en trémolos que, se extinguían como suspiros en la suave brisa del atardecer. La voz íntima, lejana, de mucho más allá de donde tronaban las cataratas del Nilo (para el alma desprendida en libre vuelo no hay distancia) volvió a resonar serena y honda en el alma de Saba: —"Si este amor es para ti más que la vida, y no quieres la vida sin él, sólo hay un camino para que el Dios Invisible permita ese amor, a cambio de no desatar el incendio de una guerra”.

"Saba, Reina de Etiopía, humilla tu frente, y si quieres que viva tu amor, olvida por breve tiempo tu trono y tu corona, y sé para Salomón como la hija de un pastor que apacienta sus majadas”.

"Una boda secreta... una segunda esposa... ¡humíllate Saba y vivirás tu amor, sin arrastrar pueblos a la guerra!"

"Entonces dejaron de correr lágrimas mudas por el rostro dormido de la Reina, y las esclavas vieron que abría los ojos y sonreía feliz. —"¡Libia! —Llamó a la azafata de sus esclavas—. Ven, debo confiarte un secreto, que guardarás con tu vida”.

"Por unos días, vas a vestir mis ropas y a ocupar mi lugar. La reina serás tú”. —"¡Mi señora!... —arguyó la azafata inclinándose en profunda reverencia”. —"¡Calla y escucha! Debo hacer un viaje, que todos ignoren fuera de este pabellón”…

"Búscame las ropas de una pastora hebrea en día de fiesta y vísteme con ellas”. —"¡Mi señora!... ¿Qué es esto que haces?” —"Calla y obedece. La guerra arderá en tres países si yo no lo hago así”.

"Y Saba, vestida como una pastora hebrea y llevando un corderillo en brazos, se presentó a los guardias de la puerta de la sala de audiencia popular, donde el Rey Salomón recibía las ofrendas o las quejas de su pueblo”. —"Traigo esta ofrenda al Rey y quiero ofrecérsela yo misma si me dejáis pasar —dijo a los guardias”... ¿Cómo negárselo si era tan bella y lo pedía con su voz tan dulce, tan suplicante ?...”

"Y entre dos filas de guardias con jabalina al hombro, atravesó Saba el pórtico y todo el largo de la sala hasta llegar al trono de Salomón, que hosco y taciturno, parecía un espectro de dolor y de ansiedad”.

—"¿Y tú que quieres pastora? —le preguntó mal humorado”.

"Ella dobló la rodilla en la primera grada del trono, donde dejó el corderito maniatado, y levantó el velo que le cubría el rostro”.

—"Señor... Por el amor tuyo, Saba se ha hecho pastora. ¡Así no habrá guerra en nuestros países!...”

"Salomón hizo un esfuerzo supremo para contenerse, y poniéndose de pié gritó a sus guardias: —"Idos todos y que nadie entre hasta que llame. Esta mujer trae un secreto de Estado”. "La sala quedó vacía y los papeles se cambiaron”...

"Salomón levantó a Saba y la sentó en su trono”.

"El se arrodilló a sus pies, y tendiéndole los brazos le decía”: —"¡Oh, si me dieras un beso de tu boca, que matara este áspid de dolor que me roe el corazón!” —"La Reina de Etiopía no puede darte ese beso, porque desataría el huracán de la guerra, pero sí puede dártelo Saba, la pastora, sin que de ello se entere ni el aire que agita nuestros cabellos”.

—"¿Es posible?… Jehová de los ejércitos... ¿es posible? —gritó el Rey como enloquecido”.

—"Llama a Nathan, tu gran Sacerdote —continuó Saba— que bendiga tu matrimonio con otra esposa

secundaria, una pastorcilla de Engadí. —Una hora después las esclavas de los jardines de palacio, ungían de perfumes y engalanaban a la humilde pastora, que llegaba a ser segunda esposa del Rey, a causa de un grave secreto de estado que había traído al soberano del vasto país de Israel”.

"La voluntaria humillación de una Reina, por un amor, detuvo el huracán de la guerra”.

"Ni aún la esposa Reina, hija del Faraón de Egipto, se enteró de que el Rey había tomado una esposa más… ¡Era cosa tan insignificante, que un Rey de aquellos tiempos se enamorase de una pastora y la hiciera una de sus esposas!”

"Mientras Salomón y Saba, entregados a la gloria de su amor triunfante se olvidaban del mundo entero, Nevaste, la Reina hija del Faraón, hacía vigilar de lejos el lujoso pabellón asignado como habitación a la Reina de Etiopia. Y sus espías le traían siempre la misma noticia: —"La Reina de Etiopía vive siempre entre la música y las danzas de sus esclavas, y el Rey Salomón, en su palacio de gobierno, está absorbido por graves asuntos de Estado y sólo llegó hasta él, Nathan el gran Sacerdote”.

"Y Nevaste, la hija del Faraón, envió emisarios a su padre, el cual retiró de la frontera su numeroso ejército, convencido de que para el Rey Salomón valía mucho más su hija y la alianza pactada con él, que la hermosa y joven Reina de Etiopía, vestida de perlas y con la doble corona de Reina y heroína salvadora de su pueblo, de la tiranía de Kastala el usurpador”.

"El grande amor de Salomón Rey de Israel, había triunfado por encima de la soberbia, de los egoísmos y de las razones de Estado, porque era tal como él había cantado”.

"¡El amor es más fuerte que la muerte!... ¡Mucho más que los vientos y que el mar!”

"Más fuerte que un ejército ordenado”.

"¡Oh qué fuerza tremenda es el amor!”.

"Seis lunas después, la Reina Saba de Etiopía, en suntuosa y lucida asamblea, se despedía del Rey Salomón en el vasto salón del trono, en presencia de la Reina Nevaste, de toda la corte y jefes del ejército y escolta, que debía acompañarla hasta la entrada al desierto de Shur”.

"Y pasada la asamblea, fue Salomón, Rey de Israel, quien olvidó su trono y su corona vistiendo el uniforme de jefe de la escolta, con el casco dórico que cubre todo el rostro con solo dos aberturas para los ojos, y siguió a Saba a través del desierto de Shur, hasta la orilla del Mar Rojo”.

"La vehemencia de su amor, quería prolongar indefinidamente el momento del adiós supremo”.

"Para obligarlo a volverse, Saba se vio forzada a prometerle, que tres años después se encontrarían en ese mismo lugar. La siguió con la mirada desde lo alto de su carro, hasta que se perdió de vista la caravana, al doblar costeando el brazo del mar Rojo, y en esos tres largos años, luna tras luna partía un mensajero suyo a Etiopía, que iba a llamar a las puertas blindadas de cobre del palacio fortaleza de Nadaber”

“En el primer año de ausencia, a Saba le había nacido el primer hijo del Rey Salomón, al que ella llamó David”.

"Para su pueblo, ella seguía siendo la Reina viuda, y su hijo, el hijo de Kastala hermano de su padre”.

"Los soberanos de pueblos, les hacen mirar al mundo por el prisma de su deseo y conveniencia”.

“El Secreto de Estado del matrimonio oculto de Salomón con Saba quedó entre ellos dos y el gran sacerdote Nathan, únicos que sabían que el heredero del poderoso reino de la Etiopia de entonces, no era hijo de Kastala, el usurpador, sino de Salomón hijo de David y Rey de Israel”.

"Y por fin pasaron los tres años de plazo que la Reina Saba dio a Salomón, para encontrarse de nuevo en la margen oriental del Mar Rojo, en el desierto de Shur. Allí la esperaba el Rey, con Nathan el gran Sacerdote, y una escolta de fieles servidores”.

“Habíase levantado una gran tienda encortinada de púrpura y de tapices de Persia. Y cuando llegó Saba con su heredero de tres años cumplidos, el Rey le tomó en sus brazos y lloró sobre su cabeza. Le puso su collar de oro, le ciñó su espada a la cintura y Nathan le bendijo como a hijo del Rey”.

—"Saba amada mía —díjole el Rey abrazando a aquella esposa, siempre ausente de su lado aunque presente en su corazón—. Porque has sido fiel a mi amor más grande de todos los amores, yo te digo, en nombre de Jehová, que éste hijo de nuestro amor, será el eslabón primero de una dinastía nueva, que reinará sobre todo el Egipto, desde Etiopía hasta las bocas del Nilo”.

"Y fue el encuentro postrero de Salomón, Rey de Israel, con Saba Reina de Etiopía”.

"En su lecho de muerte, supo Salomón que la anarquía se había desatado en Egipto. Que hasta los más lejanos vástagos de la dinastía de los Ramsés fueron asesinados por el pueblo sublevado, el cual llamaba al joven príncipe, heredero de Etiopía para reinar en Egipto.

Y fue proclamado el hijo de Saba con el nombre compuesto de David-Sabaón. Fue la dinastía que siguió a los Ramsés, y la incompleta historia de aquellos tiempos, sólo menciona un Sabaón, pero fueron cuatro Reyes-Sacerdotes descendientes del hijo de Saba y Salomón”.

"Ya en su lecho de muerte el Rey murmuraba como en un delirio de agonía: ¡Oye Saba, amada mía! ¡Te veo en el rayo de sol que asoma por mi ventana!... ¡Y el viento que viene del sur me trae tu voz como canto de alondra!”

"¡El amor es más fuerte que la muerte! ¡Mucho más que los vientos y que el mar!

“¡Más fuerte que un ejército ordenado!... ¡Oh qué fuerza tremenda es el amor!”

"¡Saba, amada mía! ¡Porque era fuerte, nuestro amor ha triunfado!”

"¡Gracias!... ¡gracias Dios de Israel!”

"Su cabeza cayó pesadamente… y durmió para siempre”.

"Seis años después, Saba, ya en el ocaso de su vida y reinando su hijo en Napata, donde se estableció la sede de los Faraones de Egipto, pasó de incógnito a visitar Jerusalén, la gloria de su amado Rey”.

Israel estaba duramente azotado por la guerra civil que llamaron, "la anarquía de las Diez Tribus". El país, era como cien volcanes estallando al mismo tiempo. Saba, acompañada de fieles siervos visitó el panteón real de David y envolvió en un manto de púrpura el sarcófago de Salomón su Rey, y en su gran carroza tirada por caballos blancos lo transportó a través del desierto a su palacio fortaleza de Nadaber, en la lejana Etiopía, donde se conservan entre un arca de mármol negro, en cuya cubierta está grabado así:

"El amor es más fuerte que la muerte”.

Y debajo, y como formando un monograma de oro, las iniciales de sus nombres: Salomón-Saba”…

Allí terminaba el cartapacio de pieles de cordero. Pero en un bolsillo de su tapa estaba una escritura en fina tela de lino, que eran los consejos del Rey Salomón para su hijo David de Nadaber…

Un tiernísimo amor se adivinaba en esa escritura en antiguo arameo y con tinta de pez.

"Oye hijo mío la doctrina de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre”.

"Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón hijo mío, porque de él mana la vida”.

"Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones”.

"No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón”.

"Sea bendito tu manantial; alégrate con la mujer de tu juventud”.

"Como gacela amada y graciosa, te satisfaga en todo tiempo, y en su amor recréate siempre”.

"Guarda hijo mío el mandamiento de tu padre, y no dejes la enseñanza de tu madre”.

"Átalos a tu corazón; enlázalos a tu cuello”.

"Te guiarán cuando anduvieres; cuando durmieres te guardarán; y hablarán contigo cuando despertares”.

"Porque el mandamiento de tu padre es como una antorcha; y la enseñanza de tu madre es luz que alumbra el camino de tu vida”.

"Guárdalos hijo mío, como a la niña de tus ojos; lígalos a tus dedos y escríbelos en la tabla de tu corazón”.

"Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría y cultiva su inteligencia. Ella es árbol de vida a los que bajo ella se cobijan”.

"Guarda la Ley y oye el consejo. Y será vida de tu alma y gracia a tu corazón”.

"El hijo sabio es la alegría de su padre, y el hijo necio es la tristeza de su madre”.

"Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas y, nada se puede comparar con ella”.

"Hijo mío, guarda mis razones y encierra dentro de tí mis mandamientos. Guárdalos en medio de tu corazón".

“SALOMÓN REY”

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Los estudiosos de la Academia, llegaron a la conclusión de que en la lejana Etiopía se conservaba todavía un resplandor de la luz lejana de los Kobdas de Neghadá, en las bocas del Nilo. Y fundaban sus conclusiones, en que aparecían entre la nómina de los grandes reyes y patriarcas, que eran gloria, ejemplo y estímulo para los dirigentes de pueblos, como los nombres de Adonaí, de Bohindra, de Tabal, de Sisedón, de Beni-Abad, de Mizraim.

Se encontraban entremezclados con los rituales de entonces, himnos de la época de los Kobdas, como el himno del amanecer, el himno de la tarde, las plegarias para bendecir un nuevo Santuario.

Es muy cierto que la Ley Eterna no deja perder la semilla de la Verdad, por más que la inconsciencia humana haga cuanto pueda por sepultarla, bajo las ruinas de todo lo grande y bello que destruye en su pasaje por la tierra.

La Omnipotente Voluntad, encuentra el medio de dejar una luz encendida y a veces oculta, que va ensanchándose lentamente hasta el momento oportuno de manifestarse de nuevo, en medio de la humanidad que en su inconsciencia e ignorancia del pasado, la recibe como un principio nuevo, cuando sólo es una continuación de la misma Eterna Verdad Única, manifestada en distintas épocas de la evolución humana.

Los Archivos inextinguibles de la Luz, nos dicen, lector amigo, que cuando las tribus bárbaras invadieron el Delta del Nilo y desbastaron Neghadá, la ciudad sagrada de los Kobdas, los que pudieron salvar

su vida se dispersaron por los desiertos y montañas, llevando con ellos la lámpara santa de la Verdad, que habían descubierto como un tesoro escondido bajo las bóvedas del viejo Santuario Kobda, inundado de la Presencia Divina generadora de la paz, la abundancia y la felicidad, que por un largo milenio había florecido en tres continentes.

Y así se encuentran estos rastros luminosos entre las arenas de los desiertos, entre montañas inaccesibles. Así los encontró Moisés en la península de Sinaí, donde grabó en piedra las Voluntades Divinas, marcando rutas imborrables a la humanidad terrestre.

Así los encontró el apóstol de la Arabia en las montañas del Yemen, y en ellos fundamentó sus estatutos para las razas del desierto.

Y así mismo los encontraron los apóstoles del dulce Maestro Nazareno, Matheo y Zebeo, en Nadaber de Etiopía y entre el ruinoso Castillo y Templo del Lago Merik.

La Verdad de Dios es eterna e indestructible como El mismo, y contra ella no han podido jamás, ni las más grandes hecatombes humanas, ni los cataclismos siderales, ni la maldad de los hombres ciegamente empeñados en oscurecerla, destruirla y hacerla desaparecer de la faz de la Tierra.

Continuará…

1 comentario:

Anónimo dijo...

ESTIMADOS HERMANOS:
Solicito el angelus de la Santa muerte trimegista porque soy el avatar de la Santa muerte cartonera.

Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Cédula de Vecindad:
ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.