5 de agosto de 2010

EN CASA CON DIOS – Parte 7

Neale Donald Walsch

DÉCIMO CUARTO RECUERDO

Estás continuamente en el acto de la creación, en la vida y en la muerte. Te he explicado ya muchas veces cómo ocurre la creación. Lo que te sería beneficioso entender es que ocurre continuamente. Es decir, nunca para. Cada pensamiento, palabra y acción es creativo.

Cada vibración liberada desde el Centro de tu Ser te recrea a ti, y a tu realidad entera, nuevamente. Y tú estás siendo cambiado a cada momento. Tu futuro se produce en pequeños incrementos, no de golpe o con una decisión importante.

Es a los incrementos a los que tienes que prestar atención. Después los “momentos importantes” y las “decisiones monumentales” se darán por añadidura. La muerte y el nacimiento son los mayores actos de creación porque éstos son los momentos en el Ciclo de la Vida Eterna cuando la Energía Esencial se transmuta a sí misma para producir manifestaciones específicas en el reino espiritual (en la muerte) o en el reino físico (en el nacimiento).

Esta discusión está resultando realmente asombrosa. Primero entramos en la teoría de la percepción y la física cuántica, después en la teoría de la supercuerdas y la metáfora de la cosmología metafísica, ¡y ahora estamos con la alquimia! ¡Uau!

Pero indicaste que antes de que esta conversación terminara me hablarías con mucha más profundidad sobre el momento de la fusión o re-unión con la Esencia. ¿Está bien si te pregunto ahora sobre eso? Por supuesto que sí.

Pero debo decirte otra vez que las palabras llanas se van a quedar cortas cuando intentemos describir lo indescriptible. Quizás ayudaría si creáramos otra imagen dentro de la imagen que tienes ahora en tu mente.

Otra vez con las imágenes. Sí, bueno, como tú dijiste, una imagen vale más que mil palabras. Ya hemos establecido que en el corazón de la Manzaranja está el Centro, ¿no? Si lo tengo. Bien. Ahora a ver si puedes imaginarte este Centro como una habitación o cámara de algún tipo. Dale una forma y un color si esto te ayuda.

De acuerdo. Lo he convertido en un recipiente cilíndrico de color bronce dorado, metálico, brillante. Excelente. Dale cualquier forma o color que desees. Ahora imagínate un letrero en la puerta que conduce al interior de esta cámara.

En el letrero se lee “muerte”. E imaginemos que hay una segunda puerta que conduce a esta cámara desde el otro extremo. Esta está marcada con “Nacimiento”. ¿Tienes esta imagen? Sí.

De acuerdo. Ahora, la parte de dentro de la puerta marcada con “muerte” –el lado que verías detrás de ti una vez que pasaras por la puerta- está marcada con “Mundo Físico”. Es el lugar de donde acabo de venir.

Exactamente. Y en la parte de dentro de la puerta al otro lado de la habitación hay un letrero que dice “Reino espiritual” ¿Lo tienes? ¿Tienes esta imagen? Sí, la tengo. Repítemela. ¿No me crees? Sólo para asegurarnos.

De acuerdo… Estamos imaginando que la cámara en el centro de la Manzaranja tiene dos puertas, una a cada lado. Por fuera las puertas están marcadas con “Muerte” y “Nacimiento”. Por dentro esas mismas puertas están marcadas con “Mundo Físico” y “Reino Espiritual”. Ambas puertas dan al interior de la misma cámara, la misma experiencia; y ambas puertas dan hacia fuera a dos experiencias completamente diferentes.

Lo tienes exactamente. Entonces, te das cuenta, cuando estás en la cámara, de que puedes ir hacia cualquiera de las dos puertas y, al abrirlas, encontrar vida de una forma u otra. Hay dos salidas al Centro. Una puerta da a la vida física, una puerta da a la vida espiritual. Lo capté. Lo entiendo.

De acuerdo, un detalle final y la metáfora estará completa. Estoy contigo. Adelante. Recuerda que previamente en nuestra analogía te estabas moviendo por un largo pasillo o túnel. Llamamos a esto Pasillo del Tiempo.

Lo recuerdo, sí. Lo voy pintando mientras avanzo. Bien. Ahora llegas al final del pasillo a una puerta que dice “Muerte”. Retomemos la metáfora aquí. De acuerdo. ¿Qué sigue? ¿Entro en la cámara? No directamente.

La puerta no se abre directamente a la cámara, sino a un corto pasaje que lleva hasta la cámara. La puerta queda abierta detrás de ti mientras avanzas por este pasaje. Puedes sentir que algo te “ocurre” a medida que te mueves en este pasaje.

Se siente como un auténtico “pasaje”, pero de forma activa: no es que éstes en un pasaje sino que estás haciendo un “pasaje”. Avanzarás por las tres etapas de la muerte en este pasaje, y se sentirá como si algo estuviera marchándose.

Lo que se está marchando es tu sentido de ti mismo como cuerpo físico. Se siente como si todavía fueras alguien, pero tu “sentido de ser” no incluye la idea de tener un cuerpo. Lo que está ocurriendo aquí durante este pasaje es que estás siendo limpiado de toda limitación, experiencia o sensación física.

Esta es la primera etapa de la “muerte”, cuando te das cuenta de que no eres tu cuerpo, pero que estás sin embargo muy vivo. La puerta marcada con “Muerte” está todavía abierta detrás de ti y puedes mirar atrás, a través de ella, el mundo físico.

Ahora pasas a la segunda etapa de la muerte y experimentas conciencia o confusión o cualquier cosa que esperes experimentar. Durante esta segunda etapa puedes entrar y salir por la puerta abierta del mundo físico. No te experimentarás a ti mismo ahí en ningún sentido físico, pero sin embargo te sentirás como si estuvieras ahí realmente.

Los otros, todavía viviendo con su cuerpo, pueden experimentarte también allí. Si crees que no existe ni ocurre nada después de la “muerte”, pasarás durante la segunda etapa de la muerte a la “nada” y no experimentarás nada en absoluto. He descripto esto antes.

Puedes quedarte en la segunda etapa de la muerte todo el tiempo que quieras. ¿Qué me haría querer quedarme en la segunda etapa? ¿No querrías seguir adelante? ¿Sabes siquiera que hay una tercera etapa de la muerte a la que ir? Cada experiencia después de la muerte es válida en sí misma.

Ya sea que experimentes el “infierno” de tu propia creación o el “cielo” de tu propia creación o la “nada” de tu propia creación, o cualquier otra realidad creada, esas experiencias son válidas en sí mismas. Sacarás de ellas los recuerdos que haya ahí para sacar de ellas, y después seguirás adelante.

Durante esta segunda etapa,¿Volvemos alguna vez en espíritu a esos seres queridos que están todavía viviendo con sus cuerpos? El alma puede en verdad elegir regresar en espíritu a sus seres queridos que permanecen es su estado físico.

A menudo el alma visita a los seres queridos incluso antes de dejar el cuerpo. Sí, Maggie Berry hizo eso. Muchos otros lo han hecho también. Mi padre hizo eso. Se me apareció en un sueño en una forma que me indicaba que se estaba marchando.

A la mañana siguiente recibí una llamada diciéndome que se había muerto la noche anterior. Maggie Berry fue la fundadora y visionaria de Core Matters, una organización de liderazgo transformacional en Denver. Su íntimo amigo y compañero en Core Matters en el momento de su muerte, Tom LaRotonda, me contó esta historia extraordinaria en junio de 2005, un año después de la muerte de su querida amiga, que, él sabía, tenía una enfermedad terminal:

El 23 de Junio de 2004, por la mañana, yo estaba en la oficina que Maggie y yo compartíamos. Había cancelado todas mis citas. Estaba sentado en mi mesa, como pasmado, sin saber qué hacer. No estaba triste ni enfadado…sentía que todo era irreal.

Maggie estaba en sus últimos días, en un centro para enfermos terminales, y yo verdaderamente quería estar con ella, pero entendía y respetaba completamente su petición de que nadie la visitara. Yo tenía los pies en la mesa y los ojos cerrados y empecé a meditar.

De pronto oí la voz de Maggie decir muy claramente: “Hola, compañero”, un término que usábamos entre nosotros todo el tiempo. De pronto una visión apareció en mi mente…y ahí estaba Maggie de pie delante de mí, sonriendo.

Me llené de alegría al verla. Se la veía completamente saludable y radiante, aun cuando yo sabía que se le había caído todo el pelo y que su cuerpo había sido devorado por el cáncer. Se acercó y me abrazó y después me tomó las dos manos entre las suyas y me dijo: “Tom, me ha llegado la hora de marcharme. Me he despedido de todos menos de ti. Quería reservar el decirte adiós para el final”.

Entonces me tomó de la mano y caminamos de la mano mientras me agradecía todo lo que había hecho por ella y me dijo cuánto me querría…y yo hice lo mismo con ella. De pronto se detuvo y soltó mi mano, aun cuando yo trataba de retenerla.

Me dijo: “Es la hora… tengo que irme. ¡Te Quiero, compañero!” y salió corriendo. Cuando abrí los ojos ví la hora en el reloj de mi ordenador portátil: marcaba las 11:45 a.m. Yo no estaba seguro de lo que acababa de pasar, así que salí a respirar un poco de aire fresco.

Había estado con mi teléfono móvil en todo momento, esperando alguna noticia de Butch (el marido de Maggie); sin embargo, justo entonces lo había dejado en la oficina. Después de cinco minutos volví y me di cuenta de que tenía un mensaje. Era de Butch, y la llamada se registró en mi teléfono como recibida a las 11:45 a.m.

Llamé a Bucth y me dijo que tenía un presentimiento de que yo debía estar allí en el centro para enfermos terminales. Le dije a Butch que iba inmediatamente y él me dijo que me apurara, que podía ser que ella no aguantara mucho más.

Cuando llegué Butch me recibió y me acompañó hasta la habitación. Maggie estaba viva todavía pero deliraba. Vivió una hora más antes de exhalar su último aliento. Fue el momento más sagrado de mi vida.

Después de que murió le dije a su familia que me iba a la oficina a notificar a la gente. Volví a mi oficina, llamé a la gente a la que debía llamar, después escribí y mandé un correo electrónico al resto de la maravillosa comunidad que ella había empezado y que juntos habíamos construido.

Después de terminar eso conduje hasta mi parque favorito en Denver, un lugar llamado City Park. Fui hasta uno de los dos lagos que hay allí y simplemente me senté… aturdido y sin palabras… y lloré. Maggie tenía un mensaje que mandaba constantemente a la gente en toda situación: VIVE UNA VIDA DE GOZO.

Se supone que la vida es gozosa. Yo intenté con todas mis fuerzas ponerme en contacto con ese mensaje ahora. Me calmé un poco y, después de más o menos una hora, decidí volver a la oficina para ver si había algún mensaje.

Mientras iba conduciendo de regreso, el tráfico estaba extremadamente congestionado y yo me estaba poniendo cada vez más irritado. Ya estaba retrocediendo a un estado de miedo y enfado justo después de haber experimentado uno de los momentos más espirituales de mi vida.

Mientras esperaba en un semáforo, echando humo, levanté la vista y había uno de esos todo-terreno gigantescos justo delante de mí. Miré hacia abajo y noté la matrícula. Era una de esas matrículas personalizadas y las letras saltaron hacia mí… La matrícula decía: GOZOSO. Me reí muy alto.

Maggie me estaba mandando un mensaje alto y claro. Me estaba diciendo que estaba triste y feliz, y me estaba recordando que hay un sólo una forma de vivir la vida. Me estaba recordando que estuviera gozoso.

Ahora tengo una réplica de esa matrícula colgada encima de mi puerta, recordándome a mí y a todos los que la ven en qué consistió la vida de Maggie y su mensaje para nosotros: el goce de una vida inspirada.

Cuando Tom me contó esta historia realmente me impactó. Había oído sobre cosas como éstas antes, pero nunca había conocido una persona que tuviera una experiencia como ésa. Así que estas cosas sí que suceden.

Oh, Sí. Son muy reales. En algún momento antes de la muerte, y a menudo en la segunda etapa de la muerte, tu alma “visitará” a tus seres queridos. Cuando estés listo, pasarás a la tercera etapa de la muerte. Ahora la puerta detrás de ti se cierra y sólo puedes ver el pasaje ante ti.

Este pasaje entero presenta una distancia mucha más corta que la que acabas de viajar a través de la vida. Te llevó años pasar por el primer pasillo, pero ahora te experimentas a ti mismo corriendo a través de éste, volando hacia delante a una velocidad increíble.

Hay un puntito de Luz al final de este pasaje, mientras el pasaje mismo parece hacerse cada vez más pequeño. La Luz es cálida y radiante y se siente maravillosamente segura y acogedora. ¿Hay imágenes en los lados de este pasaje? No. Este pasaje dentro de la cámara que es el Centro de tu Ser es más oscuro, pero no de forma que te dé mala espina. Más bien de forma suave, cálida y resplandeciente.

El resplandor viene del extremo del pasaje. Es la luz, y es un minúsculo punto al principio, pero a medida que avanzas velozmente a través del pasaje se va haciendo cada vez más grande en tu campo de visión hasta que la Luz es… …Todo Lo Que Hay.

En la muerte, te deshaces de todas tus identidades individuales, Poniendo un fin a la separación entre tú y tú, por fin. El momento de la Fusión está al alcance de la mano. El poder y la maravilla de este momento son indescriptibles.

La información y el conocimiento que se dan aquí son inabarcables a nivel consciente. Sólo a nivel superconsciente pueden ser contemplados y absorbidos. Justo antes de la fusión, el alma está suspendida delante de la Luz.

Se deja acariciar por el cálido resplandor de la Esencia. Cualquier sensación de miedo o aprensión o malestar de cualquier tipo se quedaron por el camino durante la carrera a través del pasaje.

Ahora la Esencia está irradiando puro amor, y el alma ante ella experimenta lo que puede sólo describirse como un envolvente sentimiento de estar…cubierta. Imagínate un panqueque cubierto de tibio sirope, o un helado cubierto de tibio chocolate. Es algo así. El alma recién llegada lo siente como un influjo de un dulce calor. Es una suave calidez que cubre al alma enteramente.

Junto a esa calidez viene una sensación para la cual no hay palabras en el mundo de las percepciones físicas. Es la sensación de ser visto, absoluta y completamente. Nada puede esconderse ahora, nada puede ser ignorado o pasar desapercibido, nada puede escapar a ser notado.

Todo lo “bueno” y todo lo “malo” que el alma pueda haber pensado de sí misma, ahora queda expuesto delante de ella y, asombrosamente, todo ello –lo “malo” y la “bueno”- es absorbido despacito por la Luz…(“aceptando como si fuera suyo”, es como se siente)… a través de una especie de ósmosis de energía que disuelve incluso el más pequeño sentimiento de vergüenza u orgullo, dejando al alma con una hermosa vacuidad, al no contener nada en absoluto dentro de sí misma y no experimentando nada de sí misma en absoluto, excepto Apertura.

Ahora, dentro de esta Apertura, donde una vez coexistieron la vergüenza y el orgullo, se está escanciando una nueva sensación. Primero se sintió como si la parte de fuera del alma estuviera siendo cubierta, ahora se siente como si el interior del alma estuviera siendo llenado.

Otra vez, no se pueden encontrar palabras que definan adecuadamente o exactamente esta sensación, en parte porque la sensación es inmensa. Podría ser caracterizada como una única sensación enorme, condensada, que abarca un millar de sensaciones individuales y que ahora lentamente va llenando al alma.

Un pálido intento sería describirla como la sensación de ser cálidamente abrazado, profundamente confortado, de ser cálidamente abrazado, profundamente confortado, amorosamente querido, profundamente apreciado, genuinamente atesorado, suavemente nutrido, profundamente comprendido, completamente perdonado, enteramente absuelto, largamente esperado, felizmente bienvenido, totalmente honrado, alegremente celebrado, absolutamente protegido, instantáneamente perfeccionado e incondicionalmente amado: todo a la vez.

Desprendiéndose sin la menor duda o lamente de todas y cada una de las sensaciones de individualidad, el alma se adentra en la Luz. Ahí se sumerge en algo tan maravilloso que pierde todo deseo de conocer nada nunca más, disolviéndose en la imponente gloria de la magnificencia inacabable, de la belleza sin paralelo y de la inigualable completud de Ser.

Ahora estás fusionado con esta Luz y te sientes disuelto. Esta “fusión” completa el cambio en tu identidad. Ya no identificas tu Ser de ninguna forma o a ningún nivel con el aspecto separado de ser al que llamas tú en tu vida física.

Esta característica del Más Allá en realidad empieza a afirmarse en la primera etapa de la muerte, que es lo que hace posible que experimentes cualquier cosa que elijas experimentar inmediatamente después de morir (incluido un propio infierno) sin dolor o sufrimiento.

Esto será importante para ti de nuevo, dentro de un momento, cuando entres en el Centro de tu Ser. Lo que ocurre aquí, cuando eres abrazado por la Luz, es que fusionas con tu alma. Llegas a conocer por fin que no eres un cuerpo ni una mente, ni siquiera solamente espíritu, sino los tres. Es en esto es en lo que consiste el proceso entero de la muerte.

Recuerda que he dicho que el proceso de la muerte consiste en restablecer tu identidad. La primera etapa del proceso de la muerte te libera de tu cuerpo y de cualquier pensamiento que puedas tener todavía que te identifique con el cuerpo y su apariencia.

La segunda etapa del proceso de la muerte te libera de tu mente y de cualquier pensamiento que puedas tener todavía que te identifique con la mente y sus contenidos. La tercera etapa del proceso de la muerte te libera de tu alma, y de cualquier pensamiento que puedas tener todavía que te identifique con tu alma y su individualidad.

Aquí, en la Total Inmersión del Ser, llegas a un lugar donde Conocer y Experimentar son una misma cosa, y donde lo que Conoces y Experimentas es que no eres un cuerpo, no eres tu mente y no eres tu alma.

Eres algo mucho más grande. Eres la suma total de las energías que producen a los tres. En la muerte, te desprendes de todas tus identidades individuales, poniendo un fin a la separación entre tú y tú, por fin. ¿Sabes qué? Pensaba que ibas a decir que lo que iba a experimentar aquí era Dios, que venía a saludarme.

De eso es exactamente de lo que estamos hablando aquí. Pero acabas de decir… Todavía pareces pensar en términos de separación entre tú y Dios, y lo que estoy diciendo –otra vez- es que no hay ninguna separación.

Aunque puede que no creas esto ahora en el momento de tu vida física, en el Momento de Fusión no tendrás la menor duda. ¡Uau, eso suena maravilloso! ¡No puedo esperar! No tienes que esperar.

En el momento en que te entregues al amor y lo dejes guiarte Exactamente a donde tu alma quiere ir, No tendrás ninguna dificultad. Esta es otra de las cosas que has repetido aquí.

Veo claramente que quieres que entiendas que no tengo que esperar hasta mi muerte para que ocurra el momento de fusión en la autorrealización, el momento de experimentar mi Unidad con el Todo.

Claro que no. Puedes experimentar esta fusión y esta realización durante tu vida física. Mucha gente lo hace. Ya has mencionado la meditación, la oración profunda, algunas disciplinas (yoga, taichi y demás), el baile y los rituales como formas en las que la gente se mueve hacia una mayor armonía y paz y un estado de divina resonancia o unidad.

¿Hay algunos otros “trucos” que puedas compartir? Entrar en una posición de maravilla y asombro con la vida entera y una simple voluntad de experimentar la completud de eso, un deseo puro y verdadero, es todo lo que se requiere para abrirse a la posibilidad de tales momentos de trascendencia.

Mucha gente experimenta este disolverse en la Unidad de forma bastante espontánea, en medio de alguna actividad de lo más común. Lavando los platos. Pasando la aspiradora a la moqueta. Lavando el coche.

Vistiendo al bebé. Haciendo una tarea en el trabajo. Conduciendo por la carretera. Duchándose. De repente, de forma abrupta, sin aviso o causa, hay un sentimiento de “no separación”, una experiencia de unidad con todo.

Se siente normalmente por una décima de segundo y después las cosas vuelven a la “normalidad”, pero es una experiencia que uno nunca olvida. ¿Qué debemos hacer si sucede esto?

Bueno, haz lo que quieras, con tal de que no lo ignores. Para mucha gente su significado a menudo pasa desapercibido o ignorado. Si tienes o has tenido una experiencia semejante, puedes volver a ella con la memoria y recapturar mucho de lo que sentiste que fue experimentando allí.

Puedes usarla como un punto de partida, un lugar desde donde despegar, hacia experiencias más largas. Hay gente que es capaz de entrar en esta experiencia de Unidad a voluntad y hay quienes permanecen en ella durante largos períodos de tiempo. Algunos permanecen en ella durante el resto de su vida.

Es simplemente una cuestión de enfocarse o de centrar la presencia entera. ¿Centrar la presencia entera?

Bueno, nos vamos a encontrar de nuevo con el problema de las palabras. Es muy difícil describir ciertas experiencias usando la limitación de las palabras. Es por eso por lo que te he animado a que te formes imágenes siempre que puedas.

Incluso aunque las imágenes en tu mente sean metáforas, a menudo te llevarán más cerca de la sensación de “saber” de lo que puedan hacerlo las palabras. Con centrar la presencia entera me refiero a esas veces en que estás enteramente presente en el momento que está ocurriendo ahora mismo en tu vida; cuando no hay una sola parte de tu cuerpo, mente o espíritu que esté “en algún otro lado”.

Esto ocurre rara vez para la mayoría de la gente, pero puede ocurrir, y la gente con una voluntad verdadera puede hacer que ocurra regularmente. Puedes, con determinación, sacar tu mente de todo lo demás y traerla a este momento ahora mismo. Algunos de ustedes llaman a esto experiencia de estar “centrado” o plenamente “presente”.

Ram Dass escribió un libro sobre esto titulado Aquí y ahora. Y está la contribución más reciente de Eckhart Tolle, El Poder y Ahora. Una forma de alcanzar este estado de ser es mirarte a los ojos en tu espejo. Esto es una herramienta engañosamente simple e increíblemente poderosa.

El truco es no detenerse si este mirar profundo se vuelve incómodo. Si eres capaz de mantener tu propia mirada más de diez segundo, empezarás a sentir tal compasión y amor por ti mismo que casi no sabrás qué hacer con este sentimiento.

Te podría resultar muy difícil albergar este sentimiento si no estás acostumbrado a amarte a ti mismo; y la mayoría de la gente, tristemente, no lo está. Simplemente estate con el sentimiento y abrázalo.

Continúa mirándote a los ojos más y más profundamente. Si usas un espejo de mano, puedes estar sentado cuando haces esto. Ahora, de pronto, después de mirarte profundamente a los ojos, y quédate con el sentimiento que sigue.

Muy a menudo te sentirás fusionado con la Esencia. Esto podría durar sólo un momento…o el resto del día. Si tienes un compañero de vida o un amigo al que sientas muy cercano, puedes también intentar una variación de este proceso y mirar profundamente a los ojos del otro. Otra vez, no desvíes la mirada, incluso si este mirar profundo se vuelve incómodo.

Pronto pasará, disolviéndose en una suavidad y un resplandor interior a medida que sientas que te fusionas con el Ser del Otro. Lo que ves cuando miras profundamente a los ojos de ti mismo o de otro es el alma. Los ojos son las ventanas del alma.

Quizás recuerdes que anteriormente dije que si miras a alguien a los ojos, o si te miras a ti mismo a los ojos, y esperas ver ahí a Dios, lo verás. Si no, no lo verás. En cualquier caso, sin embargo, te volverás completamente presente.

Y volverse completamente al Aquí y al Ahora es una forma muy efectiva de deshacerse de las distracciones y las divagaciones de la mente y llevarte a ti mismo a una experiencia mucho más elevada de la vida que estás viviendo.

No puedes mirar a los ojos a cualquier criatura viviendo sin volverte plenamente presente. Eso incluye a tu perro, a tu gato, incluso a un animal salvaje –un león o un tigre o un oso- y mira si no te sientes completamente presente.

Cuando te vuelves plenamente presente de esta forma con otro ser vivo, puedes perfectamente empezar a amarlo. La gente se enamora de sus animales domésticos, y este sentimiento es muy real.

Es especialmente difícil mirar a otro ser humano a los ojos durante cualquier período de tiempo sin empezar a enamorarse. Es por eso por lo que las personas desvían la mirada unas de otras tan rápidamente.

No se atreven a mirarse directamente a los ojos por mucho tiempo. El amor que seguirá las abrumará. Sin embargo, es porque no saben qué hacer con ese amor aquello por lo que se abruman.

En el momento en que te entregues al amor y lo dejes guiarte exactamente a donde tu alma quiere ir, no tendrás ninguna dificultad. Toda la lucha cesará entonces y conocerás la Unidad. Esto es lo que pasa en el Momento de la Fusión. Esto es lo que ocurre en el tiempo de la Total Inmersión con la Esencia. Es una forma muy sanadora de empezar el día… o de terminarlo.

O de terminar una vida, me parece. O sea, estás diciendo, ¿verdad?, que alguna gente puede experimentar esta fusión, este disolverse en la Unidad, durante su vida física pero que toda la gente experimenta esto en el momento de su muerte? ¿Lo entendí bien?

Lo entendiste muy bien. Nadie está excluido, nadie está descalificado, nadie es relegado. Qué pasa con aquellos que no creen que suceda? ¿La creencia no crea tu experiencia después de la segunda etapa de la muerte. ¿Qué la crea? El deseo.

Uau. Uau, uau, triple uau. Las tres etapas de la muerte están diseñadas para hacerte pasar, suavemente y tan rápido como quieras moverte, a través del proceso de reidentificación. En la segunda etapa de la muerte todavía te identificas con tu mente y por eso tu experiencia está dictada por lo que está en tu mente.

Tus creencias crean tu experiencia. Una vez que abandonas esta identidad, tu experiencia es creada no por lo que crees, sino por lo que deseas. Este es el principio de tu experiencia llamada cielo.

Estos tres estados de la muerte que he descrito ya varias veces, puedes experimentarlos incluso cuando estás vivo. Espera un momento. Sé que has dicho que podía experimentar el Momento de Fusión mientras estoy vivo, pero no había oído que dijeras esto.

Estamos hablando de la misma cosa. Estamos hablando de la muerte de la idea de separación. Eso es lo que pasa en el momento de tu muerte física, y puede ocurrir en cualquier momento.

Las tres etapas de la muerte son simplemente los Tres Pasos de tu muerte física, y puede ocurrir en cualquier momento. Reidentificación.

Estos son: 1. Liberarse de la identificación con el cuerpo. 2. Liberarse de la identificación con la mente. 3. Liberarse de la identificación con el alma. Pero, si no nos estamos identificando con ninguno de esos aspectos de nosotros mismos, ¿con qué nos estamos identificando? Con nada.

¿Con nada? ¿No nos estamos identificando con nada en absoluto? Con nada en particular. Tan pronto como piensas que eres algo o que no lo eres, entonces empiezas a imaginarte a ti mismo como algo limitado. Sin embargo, la Esencia no es de ningún modo limitada.

En el Momento de Fusión te identificas con el Todo, lo que significa que no te identificas con nada en particular. Con nada en absoluto. Buda entendió esto perfectamente, y lo consiguió. Muchos maestros lo han conseguido. La mayoría de la gente no lo consigue durante su vida. Todas las almas consiguen esto cuando se mueren. Para eso existe la muerte.

Entonces esto no es algo que podría suceder; sino algo que realmente sucede, para todos cuando dejan su cuerpo. Sí. Y la tercera etapa de la muerte te encuentras con la maravillosa perfección de quien eres, visto a través de los ojos de Dios.

Eso suena maravilloso. Simplemente…maravilloso. Y no habrás visto nada todavía. Esta fusión con la Esencia no es el final del asunto. De hecho, es justamente lo contrario. Es el principio. No hay sufrimiento de ningún tipo en el Más Allá. Puedes permanecer fusionado con la Esencia todo el tiempo que quieras, pero, como hemos explicado, no querrás quedarte ahí para siempre, porque perderías la capacidad de conocer el éxtasis de la experiencia.

El tremendo cambio de energía que experimentarás durante la Inmersión Total te propulsará fuera de la Esencia, renovado y re-creado como la identidad que recuerdas, y te colocarás en el medio del Centro de tu Ser.

La cámara, el corazón de la Manzaranja, si seguimos con nuestra metáfora. Sí. Imagina ahora una habitación grande donde las partes del mural que miraste cuando estabas viniendo por el Pasillo del Tiempo están montadas en las paredes.

El mural completo no está ahí, sólo las partes del mural, sólo las secciones de toda la pintura en las que te enfocaste por el Pasillo. Cuando te desplazabas Estas imágenes cuelgan ahora de las paredes como una exposición de arte y tú caminas por esta “galería de arte” lentamente, examinando las imágenes una por una.

Cuando exploras estas pinturas profundamente, experimentas todo lo que está pasando en la pintura. No sólo lo que te está pasando a ti, sino también lo que les está pasando a los demás en el cuadro. Estas imágenes representan cada uno de los momentos de tu vida, y ahora, examinándolas, tienes por primera vez un cuadro completo de todo lo que está pasando en cada momento.

Esto, a menudo, no es lo que pensabas que estaba pasando, y siempre es más de lo que te habías imaginado. Bueno, volvió a pasar. ¿Es una coincidencia que justo cuando estábamos teniendo esta conversación conociera a una mujer en un retiro espiritual que yo estaba coordinando en Bristol, Inglaterra, que me contó una historia que se hace eco de tu “metáfora”?

¡Casi no me pude creer lo que me estaba contando, ya que venía al pelo con lo que tú acabas de contarme aquí! Era como si alguien –algún ángel o algo así- me estuviera enviando una confirmación física, del “mundo real”, de lo que estaba recibiendo en este singular diálogo que estamos teniendo aquí.

Me impresionó tanto lo que esta mujer me contó y la coincidencia de todo que le pedí que me lo escribiera y me lo mandara. Aquí está lo que ella escribió. Es una historia fascinante de la experiencia cercana a la muerte de una tal Elizabeth Everitt, del Reino Unido:

Querido Neale: Te prometí durante el fin de semana en Bristol que te escribiría mi historia, así que aquí va. ¿Estás sentado cómodamente? Tenía veinticinco años y por primera vez en mi hasta entonces tumultuosa vida me sentía verdaderamente afortunada y contenta.

Había conocido al hombre de mis sueños (después de haber besado a demasiados sapos) y estaba embarazada de siete meses y medio de nuestra profundamente deseada hija. Me enfermé de algo que parecía una gripe y me internaron en el hospital.

Me di cuenta rápidamente de que tenía varicela y estaba aterrada porque, por casualidad, yo también trabajaba en ese hospital como partera y había visto los tres últimos casos parecidos al mío terminar en cuidados intensivos. Sabía que tratamiento necesitaba y sabía que lo necesitaba ya.

A pesar de estar en una condición pésima, intenté hacerme cargo de mi propia salud y les insistí a colegas reticentes para que me tomaran en serio, pero en una negra comedia de enredo, ellos esperaron sin hacer nada, no me creyeron, me diagnosticaron mal, no me prestaron la atención que debían y me sobre-medicaron, dándole la oportunidad a la varicela de extenderse rápidamente e infectarme los pulmones.

Siempre vigilantes y observadores, mis colegas pensaron que sería útil comprobar mis noveles de oxígenos después de que me hubiese puesto azul, y hubo asombrados suspiros cuando el oxímetro anunció que el nivel estaba en el 64%. Entonces se armó un tremendo revuelo, ya que nadie podía entender por qué no estaba ya muerta.

Me llevaron a toda velocidad por el hospital hasta el quirófano mientras un colega anestesista me susurraba gravemente al oído: “Los gases de tu sangre son desastrosos. Tendremos que hace nacer a tu bebé para salvarte la vida. Lo siento, ¿entiendes lo que te estoy diciendo?.

Aparentemente yo no dije nada, pero recuerdo claramente que grité (obviamente en mi mente: “Por supuesto que sé lo que me estás diciendo. ¡Se lo dije hace una semana, atajo de necios incompetentes!” Por lo menos diez compañeros de trabajo se abalanzaron sobre mí en cuestión de segundos.

Empujaron, pincharon, clavaron y desgarraron, en una preparación frenética para una cesárea de emergencia. Jamás había sentido semejante terror o semejante convicción de que “esto se acabó”. El sentido de autopreservación era tan alto que no le presté la menor atención al hecho de que no podían encontrar el latido del corazón de mi bebé.

“¿Y yo qué? Me estoy muriendo, ¡Por amor de Dios, ayúdenme, por favor!”, gritaba yo una y otra vez, aparentemente de nuevo en mi mente. El anestesista, claramente nervioso, se inclinó y susurró con compasión: “Por amor de Dios, cálmate, en un minuto te quedarás dormida”, y después otra vez mientras yo lloraba amargamente: “¡Y para de llorar, tus membranas mucosas ya están lo suficientemente inflamadas, para que tú nos hagas aún más difícil intubarte!”.

Administró la anestesia y, asumiendo que ya había hecho efecto, anunció a todo el mundo que, a pesar de lo que parecía, no había prisa porque el cirujano estaba “todavía comiéndose un sándwich…”.

Deshecha, aterrorizada, desesperada y sola, sucumbí a los efectos de la anestesia creyendo que moriría y que a nadie le importaba un bledo. Me desperté (aunque aparentemente no lo hice) brevemente después de la operación para encontrarme a mí misma “estacionada” en cuidados intensivos.

Había muchos trabajadores con cara de preocupación y moviéndose muy ocupados a mi alrededor, pero era como si todos estuvieran desenfocados; todo excepto una, que estaba claramente a mi izquierda y llevaba un uniforme blanco, almidonado, ligeramente pasado de moda.

Me sonrió y me habló con una voz suave y tranquilizadora: “Bueno, bueno, vas a dejar que esta gente haga lo que tenga que hacer. Está bien. Saben lo que están haciendo. Estás a salvo conmigo. Ahora duerme”.

Aliviada por haber sobrevivido a la operación y tranquilizada por su implacable calma, me permití volverme a “dormir”. Casi inmediatamente tuve la sensación de estar siendo succionada por una especie de vórtice.

¿Qué demonios era esto? Según yo me metía en el remolino sentía las punzadas de docenas de flashes repentinos de experiencias. Cada flash hacía una pausa en el torbellino durante la que parecía un segundo y una vida entera al mismo tiempo.

En un flash yo era apuñalada, en otro atropellaba a un perro y en otro estaba escapándome, corriendo por un campo pantanoso, con gas mostaza que me quemaba los pulmones, consciente por una décima de segundo de que cada molécula de mi cuerpo físico estaba saliendo disparada en todas direcciones por una explosión.

Estos flashes no se presentaban simplemente como imágenes, eran revividos. Podían saborear, oír, oler y ver todo. No tenía un recuerdo consciente de nada de esto, y sin embargo, sabía con certeza que cada uno de estos eventos me había ocurrido a mí en algún momento y de alguna forma.

Espera. Tengo que interrumpir aquí. ¿No me dijiste, antes en esta conversación, algo sobre esto? Cuando yo te estaba preguntando qué pasa cuando una persona muere, ¿No dijiste algo sobre esto? Sí. Dije que, si mueres y si crees en la reencarnación puedes experimentar momentos de vidas pasadas de las que no tienes una memoria consciente previa.

Eso pensaba. Entonces esto es exactamente eso. Con una excepción. No hay sufrimiento de ningún tipo en el Más Allá. Hmmmm… Elizabeth estaba teniendo parte de esta experiencia en “este lado” de la muerte, y parte en el otro. Estaba, verdaderamente, entre dos mundos.

Si hubiera estada completamente en el Más Allá durante esta primera parte de su experiencia, no habría experimentado dolor, miedo ni sufrimiento de ningún tipo. De acuerdo, volvamos a la narración de Elizabeth.

La montaña rusa seguía y después, tan de repente como empezó se detuvo. Toda sensación desapareció, no había literalmente nada. Negrura. Inicialmente me sentí aliviada. “Gracias, gracias, gracias”, dije en voz alta. El miedo retrocedió y yo empecé a sopesar mis alrededores.

Negro. Nada. Esperé. Nada. Silbé, me reacomodé e hice “hhhmmm” en mi mente. Nada. El pánico empezaba a infiltrarse y yo a preguntar: “Oh, Dios Mío. ¿Estoy muerta? ¿Es esto? Realmente, después de todo eso, ¿Una eternidad de nada, excepto yo?”.

Pánico en aumento. Todavía, nada. Pánico y enfado en aumento“¿Qué pasa, ni una luz brillante, ni una guía para facilitar mi transición? ¿Dónde está mi padre? ¡Lo mínimo que podía haber hecho era asomarse por aquí?

Oh, vamos. No Ayuda. Por favor. ¿Qué demonios hice? ¿Estoy muerta? ¿Dónde están los demás? Oh, Dios, no por favor. Quiero ver a mi bebé. ¿Qué pasa con mi bebé? ¿Está muerta? POR FAVOR. Estoy suplicando, no quiero morirme”.

Nada. Finalmente, me quedé callada y en un estado de insensible calma. ¿Qué te hace pensar que estés muerta? Mis orejas inconscientes se aguzaron. Recompuse como pude mi ser inconsciente. Espera, reconocí la voz de la enfermera que estaba a un lado de mi cama. “Gracias a Dios, ¿Dónde has estado? ¿Dónde demonios estoy?¿Cómo salgo de aquí?

¿Qué te hace pensar que estés muerta? “Sí, sí. De acuerdo. Lo entiendo. No estoy muerta porque puedo oírte ¿Qué pasa? ¿Estoy teniendo una extraña reacción a la anestesia?” Suspira dramático… ¿Qué te hace pensar que estés muerta? Vaaaaale. Esto es bien raro. ¿Quién eres y por qué sigues preguntándome eso?

“Tú me preguntaste. Entonces ¿Qué te hace pensar…”. Y entonces comenzó una discusión agotadora, que pareció durar días. A medida que yo despotricaba y vociferaba diciendo que no había derecho, que era injusto y cruel que yo estuviera aquí, dondequiera que el maldito “aquí” fuera, ella se oponía a todos mis argumentos.

Ella cuestionaba mi derecho a vivir, preguntando qué me hacía a mí más especial que al cualquier otro. Yo estaba incandescente de ira porque no podía de ninguna forma convencer a esta pesada maníaca.

Y entonces empezó el libro de dibujos animados. Sabes, exactamente como el libro de dibujitos que haces en secuencia y después sosteniendo las hojas con el pulgar las dejas pasar rápidamente y tu dibujo se anima.

Al empezar reconocí a los personajes de la película. Esto era mi vida. “¡Ajá”. Hice una mueca de desprecio: “Qué trillado… debo de estar muerta si mi vida está pasando en flashes ante mis ojos”. No hubo respuesta, sólo el suspiro profundo y ¡pum!

Fui penetrada hasta lo más profundo de mi alma al sentir de lleno el impacto de cada cuadro. Pasaban rápidos como en un parpadeo y sin embargo juro que sentí la fuerza completa de cada momento, no simplemente como si yo lo estuviera reviviendo sino como si cada alma afectada por ello lo estuviera reviviendo también a través de mí.

Este no era el catálogo de momentos de mi vida que yo habría compilado si lo hubiera pensado conscientemente. Había muy pocos acontecimientos transcendentales fácilmente recordables. Esto no era mi autobiografía retocada.

Gran parte del tiempo las imágenes iban ordenadas por fechas desde el nacimiento hacia delante, pero había veces en que los acontecimientos estaban conectados de alguna formal y las imágenes andaban a tumbos hacia delante o hacia atrás en el tiempo, dándome un entendimiento completo de las consecuencias del pensamiento, acción o hecho en cuestión.

Había recuerdos sacados del espectro completo de emociones, lo que ahora reconozco como momentos en que tuve la oportunidad tanto de mostrar como de que se me mostraran aspectos de la divinidad. Me di cuenta de que la mayor parte del tiempo no eran las ocasiones altamente dramáticas de mi vida lo que tenía el mayor impacto.

Era el efecto de los acontecimientos aparentemente sin importancia que a través del tiempo continuaban en una onda expansiva. Del dolor y la congoja producidos por un malicioso comentario casual a la espontánea alegría de cuando por primera vez logré montar en mi bicicleta sin las rueditas.

Recuerdo la emoción y la autenticidad de cada cuadro como si estuviera ahora grabado en mí, pero me cuesta recordar con claridad los detalles específicos de los acontecimientos que estaban relacionados. Es como si el acontecimiento físico perdiera su significación una vez que su valor era entendido.

Según lo recuerdo ahora, nunca me sentí juzgada y nunca me juzgué a mí misma; simplemente entendí que había visto a mi verdadero ser. Una vez que terminó el libro de los dibujos animados, estaba literalmente exhausta.

Todavía me aferraba a la idea de que tenía que ganar la discusión, de que tenía que demostrar mi derecho a vivir, y sin embargo el libro se había quedado con casi toda mi energía y sólo me quedaba para seguir luchando un desesperado deseo de tener a mi hija en brazos y estar con mis seres queridos.

Incluso ese ardiente deseo se había atenuado por las secuelas de este recuerdo de mi vida entera. Intenté discutir, pero mi corazón no estaba ahí. Cada declaración o pregunta era descalificada por una respuesta perfecta.

Finalmente dije lloriqueando: “¿Sabes qué? Tú ganas. No puedo luchar más. No tengo nada más que dar. Me rindo”. Casi antes incluso de haber pensado esta palabras, sentí un alivio inmediato. La sanación que amargamente que no había dado fruto inundó mi existencia y literalmente me envolvió en una capa protectora de apoyo incondicional.

Me nutría, me reafirmaba y me daba energía, y era como si todas esas almas maravillosas estuvieran ahí mismo conmigo sosteniendo mi propia existencia en sus brazos y manteniéndome segura.

De pronto fui arrebatada de ese lugar maravilloso a una experiencia fenomenal. No tengo ni idea de cómo, pero tuve la experiencia de estar sobrevolando un paisaje de montañas con sus cumbres nevadas, lagos inmensos, bosques y praderas.

Sobrevolé y pasé una tribu de indios nativos americanos, que no se parecían a nada que yo hubiera visto en fotografía o descrito anteriormente. Vi a una madre mirando a sus hijos con un orgullo tan sereno que era conmovedor y después seguí volando hasta la cima de una imponente montaña en la distancia.

Justo en la cima me quedé cara a cara con lo que yo asumí que sería un guía. Era un jefe de una tribu y mientras miraba yo su cara llena de arrugas, en la que se veía toda una vida, y era capturada por su mirada, lo que me quedaba de desesperación se disolvió.

Sentí cada fibra de mi cuerpo que él me estaba ayudando a darme cuenta de una verdad absolutamente profunda, pero todo lo que puedo recordar conscientemente es que me dijo: “Debes ser paciente, pero ustedes serán tres”.

Y en ese instante me dormí y aparentemente me desperté al instante en Cuidados Intensivos, y ¡entonces empezó la parte difícil! Me dijeron que había estado inconsciente durante nueve días en un estado de cómo medio natural, medio inducido por la medicación.

Varias de mis enfermeras me dijeron que había sufrido dos paros respiratorios durante ese tiempo y que necesité el apoyo total de un ventilador mecánico esas dos veces. Lo más interesante para mí, sin embargo, fue un período de aproximadamente seis horas durante las cuales mi corazón se quedó atascado de forma inesperada en un ritmo disfuncional llamado fibrilación auricula, auricular.

Mi corazón estaba latiendo tan rápido durante ese tiempo que era como si estuviera literalmente parpadeando, igual que mi libro de dibujos animados. Este parpadeo nunca empeoró o mejoró mi condición física, y no respondió a ninguna medicación que se le dio para resolverlo.

Para gran sorpresa de los médicos la fibrilación repentina e inexplicablemente se resolvió sola. En este momento, una de las médicas de pronto recordó un hecho de un caso previo que ella había tratado e inició el curso de tratamiento que sin duda me salvó la vida.

Creo que una vez que “me rendí” y que la sanación me inundó, mi cuerpo se permitió a sí mismo responder e información vital les “fue dada” a los médicos. Mi mente, cuerpo y alma se estaban realineando, justo como el jefe de la tribu había prometido: “Debes tener paciencia, pero ustedes serán tres”.

Mi hija, Libie, está viva y muy bien, llena de energía. Yo estaba viendo un programa en la TV cuando vi el paisaje exacto que había sobrevolado. Investigué dónde fue filmado y vamos a ir a visitarlo en agosto.

He descubierto muchos hechos sobre el área que me hacen pensar que hay gente y recursos que me ayudarán a continuar con el proceso de sanación. Los momentos individuales se tu vida son lo que usaste para crear tu experiencia del Ser.

Ahora, ¿no es eso fascinante? ¿Cuán cerca estuvo la experiencia de Elizabeth de lo que realmente sucede después de la muerte? Es lo que le pasó a ella, a medida que se adentraba más y más en el pasaje entre la vida física y el reino espiritual.

Como dije anteriormente en nuestra conversación, la experiencia es diferente para cada uno en muchos sentidos, y hay algunas cosas que ocurren en todos los casos. El “recuento de la vida” es una de ella.

Pero el recuento de la vida suena como si pudiera ser doloroso. Quiero decir; algunos momentos de mi propia vida podrían ser desagradables, bien por algo que yo experimenté, bien por lo que ahora me doy cuenta de que causé que alguien experimentara.

No hay dolor ni incomodidad en absoluto. Oh, es verdad. Me olvidé. Recuerda que en la segunda etapa de la muerte abandonaste tu sentido de identidad personal con tu mente y con los pensamientos que tenías en ella sobre ti mismo. En la tercera etapa te fusionas con la Unidad.

Y en ese momento de Fusión abandoné mi último sentido de identidad personal con el aspecto individual de ser que he llamado yo. Me quedé a mi lado, viéndome claramente, pero no identificándome a nivel emocional con lo que estaba viendo.

Bien. Entiendes. Ahora, volviendo a nuestra metáfora, estás en la tercera etapa de la muerte, has pasado a través del Momento de Fusión, y mientras experimentas ahora por completo el Centro de tu Ser, ves todo lo que hay en la “galería de arte”, todas la experiencias de tu vida, y puedes mirarlas objetivamente, como si estuvieras ojeando un libro de fotografía o viendo una película o estudiando una gran obra de arte: eso es cada experiencia.

Estudias cada momento hasta que sientes que lo entiendes. Después avanzas hasta la siguiente imagen, el siguiente momento, la siguiente “pintura”. De esta forma avanzas a través y alrededor de la galería entera; te aseguras de que has visto la colección completa.

Cada momento es importante para ti, porque te das cuenta, mientras examinas los momentos individuales de tu vida, que esos momentos son lo que usaste para crear tu experiencia de Ser; y pronto vas a decidir cómo deseas re-crear tu Ser de nuevo.

De acuerdo, espera un minuto. Hay algo que me confunde. Sé que todo esto es una metáfora, y no realmente “como es”… …describir “cómo es” sin usar una metáfora lo haría virtualmente incomprensible para ti.

Entiendo. Pero, aun sabiendo que esto es una metáfora, tengo que“desarmarla” un poco. Hay una cosa que no me queda clara. Creía que “recuperaba” mi identidad cuando emergía de la Esencia, cuando terminaba mi “reunión con Dios”. Si no, ¿cómo sabría “quién soy”? Lo sabes.

Entonces, ¿Cómo es que puedo pasar por este “recuento de la vida” –mirar todos estos cuadros de momentos de mi vida que acabo de vivir- y no sentir nada? He hecho algunas cosas feas, siento decirlo. Y algunas cosas lindas, también.

¿Cómo es que, si he recuperado la identidad que abandoné en las primeras etapas de la muerte, no tengo sentimientos de tristeza o alegría o sufrimiento sobre eso? Cuando termina tu “reunión con Dios”, recuperas tu conciencia de la identidad limitada que tuviste en tu vida pasada, es verdad, pero no vuelves a asumir esa identidad.

En vez de eso, experimentas tu Ser como mucho más grande que eso, mucho más ilimitado. Déjame ver si puedo trazar una analogía yo mismo, sólo para ver si realmente entiendo esto. Adelante.

He pasado muchos años en el teatro, trabajando tanto en teatros de la comunidad como en teatros profesionales en seis estados. Entonces así es como de golpe me encuentro pensando sobre lo que me estás diciendo:

como de golpe me encuentro pensando sobre lo que me estás diciendo: Sería como si me hubiera bajado del escenario después de interpretar un papel en el que tenía habilidades o destrezas muy limitadas; después me

saco mi disfraz, me pongo la ropa de calle y salgo del teatro como un ser completamente capaz y poderoso. En el exterior del teatro hay una marquesina con luces intermitentes y fotos mías en muchas de las escenas clave del espectáculo.

Me veo en esas fotos, en las que tengo un gesto sombrío o estoy sonriendo o llorando, o gritando con terrible furia, pero, por supuesto, no tengo una reacción interior o emocional por nada de esto.

Sé que no soy yo –que yo estoy ahí de pie mirando esas fotos- pero cuando estaba dentro, en el escenario, el sufrimiento y el dolor y la alegría que demostré no sólo le parecieron muy reales a la audiencia…incluso a mí me parecieron reales. ¡Así de buen actor soy!

Sin embargo, viendo las fotos ahora, veo có mo podría haber representado alguna de las escenas aún mejor o cambiando alguna escena completamente. Y así decido hacer eso en la siguiente representación.

Entonces me pongo a trabajar sobre ello. Primera parada: la biblioteca. ¡Quiero saber más sobre este personaje que estoy representado! ¡Bravo! ¡Esa es una analogía estupenda! Eso es muy parecido a lo que experimentas cuando te mueves a través del Centro de tu Ser repasando la “galería de arte” de los momentos de tu vida.

Y según dejas el Centro de tu Ser, sí, en cierto sentido, “vas a la biblioteca a descubrir algo más sobre tu personaje”. Pero, por favor, dímelo otra vez, ¿por qué molestarse? ¿Por qué dejar alguna vez el Centro? Parte de mí sigue preguntándose, aun después de todas estas explicaciones: ¿Por qué no me quedaría inmerso para siempre? ¿No sería eso el “cielo”?

Es la naturaleza de la Vida expresarse a sí mima. Eso es lo que hace la Vida. No puede no haber esto, o no sería. Ahora cambia la palabra vida en la frase anterior. Nota que la vida puede también llamarse Dios, Eso Que Es, la Esencia, la Energía o comoquiera que desees llamarla.

Uses la palabra que uses, todavía estás hablando de la Vida. En el proceso de autoexpresión, la Vida “se expresa” a Sí Misma muy literalmente. Es decir, Se empuja hacia fuera desde Sí misma, para poder Conocerse a Sí Misma en Su Propia Experiencia.

Hay muchas cosas aquí. Eso es mucho para digerir. Tómatelo despacio. Tómatelo con calma. Considéralo pensamiento por pensamiento, concepto por concepto. 1. En el proceso de autoexpresión, la Vida “se expresa” a Sí Misma muy literalmente.

2. Expresar significa empujar hacia fuera. La vida se empuja hacia fuera desde Sí Misma. 3. En cierto sentido, se da nacimiento a Sí Misma como un aspecto de Sí Misma. 4. Hace esto para poder Conocerse a Sí Misma en Su Propia Experiencia. Eso es lo que realmente significa nacer otra vez. Eso es exactamente lo que significa.

Y yo “nazco otra vez” y me alejo del Centro para –en tus palabras, ahora poder “llegar a Conocer” lo que me encontré en el Centro “como real”, a través de la perspectiva de la distancia. Bueno, lo has expresado perfectamente.

En esto consiste el proceso de la muerte, y del nacimiento. Constantemente te estás acercando y alejando del Centro de tu Ser. Para poder Conocer y Experimentar la verdadera naturaleza de Quien Eres.

Usas la distancia para Conocer y Experimentar la Totalidad como expresiones de Sí Misma singulares y diferenciadas. Porque cuando la Totalidad es la Totalidad, experimenta sólo la Totalidad, y ninguna de sus partes constituyentes.

¿Qué pasa si no puedo ser mejor de lo que acabo de ser? ¿Qué pasa si he experimentado total maestría en esta vida que acabo de vivir? ¿Entonces qué? ¿Terminará el ciclo? No. Simplemente redefinirás maestría. Subiré los parámetros. Sí.

Para que el juego pueda continuar. Para que el proceso pueda continuar. Sí. Es el deseo y la naturaleza de la Vida producir más Vida, y producirla más abundantemente. Todo crece, y el final de la evolución no existe.

Recuerda eso siempre, porque eso es el…

CONTINUARA ……

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